Ser hincha del Deportivo Cali, es una forma de ser. Me he convencido de esto con el paso de los años y al conocer muy bien a los seguidores del “verde del alma” y de otros equipos.
Esta forma de ser -creo yo – se hereda. Desde muy chico mi padre, socio honorario del Deportivo Cali con # de acción 0272, me llevaba de la mano a ver a un equipo animador, pero nunca uno laureado, con triunfos y campeonatos seguidos. Un simple animador de la copa Mustang. Peor aún, el rival de patio salía todos los años campeón y a nosotros los niños de entonces, nos tocaba padecer diciembre tras diciembre, ese dolor. Muchas veces con lágrimas y sin entender por qué nos pasaba eso. Llorando le pedía explicaciones a mi viejo, quien solo podía decirme que esto era un compromiso para toda la vida, que algún día ganaríamos y que ese día entendería muy bien qué significaba ganar honestamente, con trabajo esfuerzo y dedicación.
Ese día llegó un 14 de julio de 1996. Entraba la tarde caleña, con un sol radiante que era testigo de la alegría más grande que he podido sentir en el fútbol y una de las más grandes de mi vida. Recuerdo ver a mi viejo y a mi hermano, con lágrimas en los ojos, viendo al verde del alma salir campeón frente el rival de patio, el que tanta amargura y malos ratos me había hecho pasar en mi corta vida. Imágenes que nunca se irán y que espero repetir, ojalá al lado de mi viejo, mi hermano y mis hijos. Le pido a Dios me permita vivir una alegría similar en familia, pues es en ésta donde se comparten esos valores que dan forma a la manera de ser caleña. La familia verde y blanca se construye en el comedor de cada hogar, inculcando los valores que nos caracterizan.
Después vinieron otras glorias, nivelamos en algo la cancha contra los rivales de siempre. Los años 98 y 99 serán siempre recordados, por la exhibición de fútbol expuesta en cada cancha donde jugaba el equipo amado.
Ya en el 2020 y en medio de una pandemia que ha parado nuestro fútbol colombiano, me he dado cuenta que ser hincha del Deportivo Cali, representa unos valores que derivan en esa manera de ser. Representamos la verdadera caleñidad, la que se niega acabar algún día. Esa caleñidad del civismo, respeto, trabajo, honestidad y esfuerzo.
Nuestra forma de ser es exigente, no basta con ganar, buscamos jugar bien, con muy buen trato al balón y buscando siempre el espectáculo para el hincha.
No nos enseñaron ni nunca lo aprendimos, a que ganar era lo único importante ni el único fin. Nos enseñaron y aprendimos, que el mecanismo o las formas para conseguir el éxito, eran igual o más importantes. Saber entender que la dedicación, buenas prácticas, esfuerzo continuo, dan siempre resultado.
Pasará el tiempo, volverá a rodar el balón en Colombia el mes próximo y este sentimiento continuará. Espero heredar a mis hijos (tengo uno y vendrá al menos otro), uno de los mayores honores de mi vida: el de ser hincha del Glorioso Deportivo Cali, el equipo amado. Equipo que me escogió para representarlo como hincha, pues del Cali se nace, no se hace. Equipo que hace parte de nuestros valores y costumbres caleñas, que se negarán rotundamente a acabarse algún día.
David Cifuentes: [email protected]
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