Los manglares son excelentes sumideros de dióxido de carbono (CO2), y un estudio de la Universidad Nacional (UNAL) determinó que los bosques de la isla de San Andrés capturan importantes cantidades de este gas contaminante, lo que representa un hallazgo positivo de los esfuerzos que se realizan frente al cambio climático.
Ahora que se habla tanto del carbono azul –aquel que se almacena en los ecosistemas marinos y costeros– y de bonos de carbono, estudios como el realizado por la bióloga marina Angélica Quintero, estudiante de la Maestría en Biología Marina de la UNAL Sede Caribe, adquieren mayor relevancia.
Después de hacer muestreos en tres bosques de la Isla, la investigadora encontró que en uno de ellos la producción de hojarasca ocupa el segundo valor más alto comparado con otros puntos del trópico. Además, validó que dicha producción, fundamental en la captura de CO2, baja cuando aumenta la salinidad.
El profesor Ernesto Mancera, del Departamento de Biología de la UNAL Sede Bogotá, explica que el CO2 es un compuesto inorgánico que se encuentra especialmente en la atmósfera, y que el manglar lo absorbe mediante la fotosíntesis y lo convierte en carbono orgánico (proteínas y otras moléculas).
“Una pequeña cantidad se devuelve a la atmósfera como dióxido de carbono, pero la mayor parte se convierte en materia orgánica que se acumula en el sedimento del manglar y queda capturado hasta por miles de años, lo que se conoce como ‘carbono azul’”, agrega el docente, director de la investigación.
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Destaca además que los bosques de San Andrés tienen cualidades particulares en cuanto a robustez y patrones diferenciales regidos por la salinidad y la inundación, variables que orientaron el estudio.
“Aunque pensábamos que los gigantescos mangles del Pacífico, por recibir la influencia de tantos ríos y sus nutrientes, deberían tener más concentración de carbono azul que los de San Andrés, que no tiene afluentes, notamos que los valores en el sedimento son superiores en la Isla”, anota.
Trabajo de campo
La bióloga Quintero indica que los bosques de la isla analizados fueron Old Point (al norte), Sound Bay (noreste) y Smith Channel (sur), y las especies estudiadas Avicennia germinans (mangle negro), Rhizophora mangle (mangle rojo) y Laguncularia racemosa (mangle blanco).
“El manglar suele estar muy cerca del mar y tiende a ser más pequeño en el Caribe por el grado de salinidad; pero por alguna razón, hace cientos de años el de Smith Channel quedó alejado de la costa, así que la salinidad de su sedimento es muy baja y se regula por las lluvias, originando árboles de hasta 30 m de altura y troncos gruesos, a diferencia de los otros dos bosques evaluados”, indica.
Agrega que “por eso quisimos involucrar un bosque intermedio de salinidad (Sound Bay), para saber qué pasaba con ese gradiente o espacio, además porque es un ecosistema intervenido y recibe los vertimientos de un hotel que queda detrás”.
Estos resultados se compararon con los obtenidos por el docente Jairo Medina, de la UNAL Sede Caribe, quien para su tesis doctoral evaluó la producción radicular y de hojarasca en Old Point y Smith Channel, entre 2011 y 2019.
Con base en esa información secundaria, se procedió a ubicar 4 parcelas (unidad muestral) permanentes de 20 x 20 cm y se escogieron mangles con diámetro a la altura del pecho mayor a 2,5 cm.
Para determinar el contenido de CO2, durante un año se dispusieron aleatoriamente canastas de PVC y fondo de malla, con el fin de recolectar las hojas; cada mes se sacaban y secaban a 65 °C para determinar el peso seco de la hojarasca empleando ecuaciones alométricas.
“En estudios previos se habían tomado muestras de contenido, entonces quisimos entender qué pasaba encima y debajo del suelo, y los procesos de producción y descomposición de hojarasca; además, evaluar cómo el crecimiento radicular contribuye en la captura de carbono”, recalca.
Resultados
El bosque Smith Channel arrojó un contenido de 21,60 megagramos de carbono por hectárea (Mg/ha) al año, una cifra récord, solo por debajo de la laguna La Mancha (México), cuyo registro es de 27,34 Mg/ha.
Se comprobó que la mayor creación de hojarasca (biomasa y contenido de carbono) se dio en condiciones de bajo estrés o menor salinidad, característico de ese bosque.
“La hipótesis que manejamos es que, en condiciones de baja salinidad y alta concentración de nutrientes, el manglar hace un recambio continuo de hojas, lo que ayuda a consolidar el suelo mediante su descomposición”, detalla la investigadora.
Los datos en los otros bosques fueron: 15,14 Mg/ha y contenidos de carbono de 7,14 Mg C ha (en condiciones de medio estrés), y 10,38 Mg/ha y contenidos de carbono de 4,98 Mg C ha (alto estrés).
El profesor Mancera señala que “es clave tener manglares sanos porque se trata de un bosque estratégico para toda la Isla. Aunque la ciencia y la academia reconocen su importancia, con estas investigaciones se ha ratificado que la tasa de deterioro es altísima en todo el mundo.
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