La pandemia del COVID-19 que se abre camino hacia su tercer año en el mundo, ha generado una serie de retos que impactan de manera directa en el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible y la agenda trazada por las Naciones Unidas para el año 2030. Antes de detallar a los impactos negativos que ha tenido la pandemia en la agenda global, es importante definir qué es el desarrollo sostenible y cuál es la génesis de este concepto.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL, el concepto de desarrollo sostenible surgió de la Comisión Brundtland, que se constituyó en el año de 1983 en la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Posteriormente, el concepto tomó forma en la publicación del informe de “Nuestro futuro común” de la mencionada comisión, publicado el año 1987 donde se presenta el término como una respuesta a la “satisfacción de las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”.
Tras el surgimiento del término, el desarrollo sostenible se ha constituido como el principio rector para el desarrollo mundial a largo de las últimas décadas. Consta de tres pilares, el desarrollo sostenible trata de lograr, de manera equilibrada, el desarrollo económico, el desarrollo social y la protección del medio ambiente.
Panorama actual
Para las Naciones Unidas la recuperación posterior a la pandemia debería ser una oportunidad para transformar el modelo de desarrollo de América Latina y el Caribe y, al mismo tiempo, fortalecer la democracia, salvaguardar los derechos humanos y mantener la paz, en consonancia con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
En Colombia el panorama es agridulce, teniendo en cuenta que a 2019 se tenía un avance del 74,2% en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS); sin embargo, el golpe económico y social de la pandemia significa un desafío para que el país logre amortiguar el golpe en el avance de esa agenda.
Según el Departamento Nacional de Planeación (DNP) 11 de los 17 ODS se verían de alguna manera golpeados por la crisis.
En un informe publicado en 2020 la entidad advirtió que existen diversos canales a través de los cuales la pandemia afecta a las personas y los hogares.
En el documento oficial, el DNP identificó dos tipos de efectos: lo directos, que son aquellos relacionados con el virus y que afectan la salud en términos de fatalidades, tasa de infección y de exposición al covid-19; y lo indirectos, que son derivados de las medidas para mitigar el contagio como las medidas de aislamiento preventivo adoptadas en el país durante los primeros dos años de la pandemia, el distanciamiento físico que aún permanece implementado y las restricciones en la movilidad que también se implementaron en 2020 y 2021, siendo las medidas más moderadas en ese periodo.
En ese sentido, el informe del Departamento Nacional de Planeación apunta a que este panorama impacta de forma directa sobre la economía y la sociedad, siendo el desempleo y la disminución de ingresos los fenómenos negativos más visibles.
Cabe recordar la llegada del coronavirus al país y las restricciones que trajo consigo la pandemia tuvieron un efecto directo en la economía del país cafetero, representados en una contracción del 6.8% en 2020, en comparación con el ritmo de crecimiento que se traía del 2019 y años anteriores.
Medidas de reactivación económica, una salida tentativa a la crisis
La reactivación económica, que se ha dado de manera paulatina en Colombia y en otros estados del continente debido a medidas más flexibles adoptadas por los gobiernos durante el 2021, se vislumbra como una salida tentativa a la crisis generada por la pandemia y podría redireccionar el cumplimiento de la agenda ODS.
Lo anterior si se tiene en cuenta que por ejemplo en Colombia la economía mostró signos de recuperación en 2021, y de acuerdo a previsiones de centros especializados la cifra de crecimiento rondaría el 10%.
Aunque la cifra es buena, para algunos no es momento de bajar la guardia porque la pandemia aún continúa, y aunque la vacunación se ha convertido en un escudo de protección temporal, las nuevas variantes del virus como delta en 2021 y ómicron en 2022 podrían amenazar los intentos de reactivación.