Datos y hechos para no perder la esperanza

Alfonso Castro Cid

En medio de tanto ruido, estuve buscando algo que me devolviera la esperanza y recordé una conversación que sostuvimos en días pasados con Rosario Córdoba, Presidenta del Consejo Privado de Competitividad (CPC), en donde decía que no podíamos quedarnos con las acciones de unos pocos días, claramente graves, pero no exclusivas de nuestro país, y que debíamos mirar cómo se encuentra Colombia frente a otros países del mundo y de la región. Recomiendo el ejercicio a todos esos que opinamos del país con mucho desconocimiento, porque sí que puede ponernos en perspectiva y darle más argumentos a nuestro defectuoso discurso.

Me puse en la tarea de revisar el Informe de Competitividad que año a año presenta el CPC, y que, reitero, valdría la pena que más de uno de esos que salen a lanzar piedras (no solamente en la calle sino en sus redes sociales), le den una buena leída para que vean que el país, aunque tiene muchos problemas, podría avanzar rápidamente si remáramos para el mismo lado. En el 2019 Colombia volvió a subir en el Índice Global de Competitividad (IGC), ocupando el puesto 57 entre 141 naciones. También mejoramos en la mayoría de los pilares de dicho índice, 10 de 12, así como en Doing Business.

El informe recuerda que Colombia mantiene una importante estabilidad macroeconómica, siendo el único país que desde 1980 ha tenido un solo año de crecimiento económico negativo, uno solo. Tengamos presente que en promedio Latinoamérica ha tenido, en ese mismo lapso, 6 años de crecimiento económico negativo. Además de lo anterior, a diferencia de otros países como Argentina, Bolivia, Brasil o Perú, nuestro tricolor nunca ha entrado en hiperinflación, de hecho, ha logrado reducir la inflación a un dígito, lo que se traduce en una estabilidad para nuestro poder adquisitivo.

En sectores específicos se han dado avances significativos, como por ejemplo en salud, donde se ha ampliado la cobertura en 66 puntos porcentuales desde el año 1995 y para el 2018, un 95% de los ciudadanos tenía una afiliación al sistema. En educación también se ha incrementado la cobertura y en el sector energético se aumentó la confiabilidad en el sistema. Por su parte la ocupación laboral en el 2016 dio un giro importante en donde los trabajadores formalizados superaron por primera vez a los informales (tengamos presente que aquí no estamos mirando los efectos que dejará este 2020).

Por su parte el ingreso per cápita se ha incrementado un 59% desde el año 2000, esto es bastante superior al promedio del 27% que tiene la región en el mismo periodo. Nuestra clase media en el 2014 superó a la población pobre y el país sigue en la banda alta de América Latina. Es claro que en muchos de estos indicadores puede que estuviéramos muy lejos del promedio y el avance aún nos deje con grandes tareas por hacer, pero lo rescatable de todo es que sin duda hay avances importantes que indican el camino que debemos seguir como sociedad.

Las cifras demuestran un positivo recorrido, que muchos no vemos por estar atentos a las micropeleas y las discusiones orgullosas que llenan los titulares de los medios y las redes sociales, muchas discusiones superfluas que no enriquecen a nuestro país, sino que nos llenan de dudas y dolor. Esas constantes conversaciones las llevamos a casa, a nuestros amigos y conocidos, hablamos sin revisar cuáles otros datos podríamos tener para conocer la otra mitad del vaso que nos quieren pintar.

En medio de un caótico y apocalíptico 2020, es momento de mirar estos indicadores y llenarnos de esa confianza, sin perder la perspectiva que también marca el informe del CPC, en donde plantea los grandes retos en los que aún debemos trabajar y los tilda de “intolerables”. Es indudable que debemos exigir que nuestros gobernantes cumplan, nuestras instituciones se modernicen y sean más eficientes, y trabajemos sin descanso para conectar al país tanto física como digitalmente. Pero necesitamos revisar de dónde venimos y cómo estamos hoy.

La confianza y la desconfianza son dos caras de la misma moneda y ambas funcionan igual, son contagiosas y se propagan fácilmente, contagiémonos de lo positivo e incluyamos estos buenos datos en nuestra conversación del día a día, seguro cambiamos nuestro cuento y lo llenaremos de esperanza, para poder enfrentar con mayor coraje los retos que se están profundizando gracias a este extraño año.

@AlfonsoCastrCid
Managing Partner
KREAB Colombia