En el mundo laboral hay una cosa que siempre me ha llamado poderosamente la atención y son las personas que a pesar del cargo que ostentan, siguen siendo tan humildes como cuando empezaron. Por ello me inquieta ver a tanto personaje que jura que, por ocupar un cargo, representar a una organización o manejar un equipo, la humanidad les tiene que rendir pleitesía.
Tan detestable como puede parecer, es una realidad de a puño en el mundo, y suele pasar más en los famosos cargos corporativos. Triste porque es justo ahí en donde el totazo es más duro y como se dice coloquialmente: “sube como palma y caerás como coco”. Los que son amigos de sus amigos, personas que no se dejan apabullar por un título o un cero de más en su cheque, son los que deberían estar llamados a ocupar las grandes sillas corporativas, porque las empresas son pequeñas muestras del tipo de sociedad que tenemos y en los cargos de liderazgo cada vez más necesitamos gestores con la humanidad a flor de piel.
Que triunfen no solamente los que son capaces de leer un estado de pérdidas y ganancias, sino también los que están en capacidad de hacer esfuerzos para que su equipo tenga el reconocimiento correcto. Que suban no solamente los que trabajan de sol a sol, sino esos que hacen de su trabajo un juego conjunto con otros y crean alianzas basadas en la honestidad y la transparencia. Que crezcan los que saben empujar y pedir resultados constantemente, pero que para ello no pisotean o favorecen a quienes todo el tiempo les hacen la venia y los ensalzan en un falso comité de aplausos.
Es entendible la presión a la que son sometidos estos altos perfiles que van escalando posiciones y que van viendo, cómo a medida que suben el espacio es más pequeño, la competencia es intensa, el aire se hace cada vez más denso y las envidias son mayores. Pero es claro que lidian mejor con estos toros quienes se aferran a su naturalidad, a los valores y enseñanzas de casa, a la idea de entender que hoy estás arriba y en cualquier momento la perspectiva puede cambiar.
Ser corporativo o tener un cargo “importante” les tiene sin cuidado al 99,9% del resto de personas. En cambio, sembrar relaciones de confianza y estructurar amistadas desinteresadas, es de las cosas que más se valoran en un mundo en el que mucho se hace de manera transaccional. Dar y recibir hoy no es suficiente, se requieren habilidades que fortalezcan la colaboración y que tengan en cuenta la toma de decisiones en función de los distintos impactos que generamos al desarrollar nuestros negocios.
He tenido la suerte de conocer, tanto a los extraños hipnotizados por la sensación de su cargo, como a los que pareciera que se encuentran la lotería todos los días por el hecho de tener un trabajo. Sé exactamente con cuales me gusta más estar y a cuales admiro por el valor que le dan a las personas, a la oportunidad que tienen de generar un impacto o de ayudar a otros a que mejoren su calidad de vida.
Aplaudamos a quienes aún nos llaman por nuestros nombres y tienen tiempo para vernos en medio de un día ocupado, rodeemos a los que saben cuándo hay que mirar el número y cuándo hay que ir por un café para saber si alguien está bien o mal.
Los nuevos líderes están por encima del cargo y siento que esta es una gran transformación silenciosa de la cual no podemos ser espectadores.
Alfonso Castro Cid
Managing Partener
KREAB Colombia