El mundo del café vive un pequeño gran terremoto, en lo que se podría llamar la rebelión de los modestos. La semana pasada se hizo efectivo el portazo de Guatemala a la Organización Internacional del Café (OIC), a la que acusa sin reservas y públicamente de “no valer para nada”. Denuncian que la OIC no ayuda a paliar la crisis de precios que enfrentan los países productores de café. Crisis de precios agravada por el coronavirus en los últimos meses.
“Los precios pagados al productor no han sido congruentes con el valor real del producto. En muchos casos, no cubren los costos de producción, generando pérdidas que han afectado severamente las condiciones de vida de las familias productoras de café en todos los países productores”, subrayó el comunicado del país centroamericano, que es el décimo mayor productor del mundo.
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Confidencial Colombia contactó con Ricardo Arenas, Embajador de Guatemala ante la OIC y uno de los líderes cafeteros más respetados de América. Arenas destacó la Importancia del café como “motor de desarrollo social, ambiental y económico. Es parte del estilo de vida y no podemos seguir trabajando a pérdidas. 500.000 personas dependen en mi país del café y cada día sus condiciones económicas son más precarias. No es honesto, mientras en Londres, los directivos de la OIC cobran salarios multimillonarios para no hacer nada”, afirman.
Esa puede ser la gota que colma el vaso. En las últimas semanas, varios representantes de países productores como Bolivia, Uganda, Vietnam o la propia Guatemala, mandaron cartas al director, el brasileño José Sette, para reducir al 50% las contribuciones de los miembros de la OIC. Propuesta que no ha sido estudiada.
Problema estructural y lobby en la Unión Europea
La Unión Europea es el mayor consumidor de café del mundo con cerca del 40% del total mundial. El precio medio de una taza de café en los países de Europa se encuentra en un rango de entre 1,80 – 4 dólares, mientras que el beneficio para el agricultor productor queda en 3 centavos por esa taza, aproximadamente. Eso es lo que llevan denunciando años los pequeños productores, mientras que el grueso de la torta se queda en impuestos y en la cadena de valor agregado de estos países.
“Los precios actuales están por debajo de los precios de hace 30 años. Básicamente un productor recibe la cuarta parte del precio que recibía antes del convenio internacional del Café de 1983”, critica Arenas lamenta la situación: “Hay mucha hipocresía en este sentido. Las grandes multinacionales nos exigen todos los protocolos de cuidado del Medio Ambiente, auditorias sociales para la calidad de vida de los productores, pero luego nos pagan miserias por el valor del café calidad como puede ser el centroamericano o el colombiano”.
Colombia: subsidios y devaluación
“La OIC no es una alternativa, no sirve para nada. NO es un órgano técnico que nos ayude a producir. La única actividad de la OIC desde los años 90 es llevar estadísticas. Muchos gobiernos como el colombiano devalúan su moneda para ser competitivos, o bien recurren a subvenciones públicas, lo cual genera condiciones de desigualad con los estados más pobres que no pueden subvencionar a sus campesinos”, afirma Arenas.
Por su lado, el director de la OIC, José Sette, en declaraciones a la agencia de noticias Reuters, lamentó la decisión de Guatemala, pero dijo que entendía la frustración de los cafetaleros de la región “por los enormes retos que enfrentan por la pandemia de coronavirus”, pero sin querer entrar en detalles del pequeño motín al interior de los productores de países modestos.
La OIC fue fundada en Londres en la década de los 60´s. Administra el Acuerdo Internacional del Café (ACI), un instrumento para la cooperación de casi medio centenar de países productores del grano, pero al que también pertenecen importadores como la Unión Europea. Y ahí radica una de las quejas de los países productores, que denuncian que el organismo defiende únicamente a los países consumidores por encima de los productores.
Confidencial Colombia se puso en contacto con la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia, que amablemente declinaron pronunciarse sobre la crisis en la OIC y negaron que Colombia esté pensando salirse de la Asociación, así como lo han hecho Guatemala y como lo hizo Estados Unidos, quien dio el portazo hace tres años.
Cifras de la polémica
- 25 millones de familias viven en el mudo del cultivo de café. Alrededor del 95% se consideran pobres, la mayoría de ellos en pobreza extrema.
- El costo de producción de una libra de café está en torno a 1,75-2 dólares por libra, muy por encima del costo del mercado.
- El campesino recibe menos del 1% de lo que genera la industria del café en el mundo.
- Entre los cinco máximos ejecutivos de la OIC, en Londres, ganan 1,5 millones dólares al año. El director tiene un salario superior al Secretario General de las Naciones Unidas.
- La OIC se financia por medio de las contribuciones de los países, bien vía impuestos de los estados, o bien por contribuciones de las federaciones nacionales de cafeteros. Contribuciones que salen de los aportes de los asociados.