El 2020 fue un año más que difícil. La llegada del virus a todas las regiones del mundo fue al mismo tiempo la pausa obligada que significó un cambio drástico en nuestras vidas; y así hoy, a unos días de despedir una vuelta más alrededor del astro rey, anhelamos una solución que no tenga distinciones de género, etnia o clase social.

El año nuevo nos recibía con las sorprendentes imágenes de animales recorriendo las grandes capitales del mundo ya confinadas a causa de brotes de coronavirus y sin un encargado de la salud en el país.

La ausencia de una cara visible y responsable del manejo de la salud pública en Colombia duró más de 3 meses, pues el Gobierno sometió a un proceso politiquero el nombramiento en esta entidad. Pese a ser una casualidad desafortunada no deja de ser cierto que el ministro Fernando Ruiz y el Coronavirus llegaron al mismo tiempo a la cotidianidad de la ciudadanía. El 2020 que ya vivían en otras latitudes llegó a nosotros en marzo.

El respectivo confinamiento no se hizo esperar y con él nos tuvimos que ir acostumbrando aún más a las pantallas, el teletrabajo fue la nueva normalidad para los millones de colombianos/as conectados a la internet. Todo un reto para un país que aún lucha con una amplísima brecha digital.

Así mismo empezó el tire y afloje entre el Gobierno Nacional y los Gobiernos locales que por momentos parecían entender mejor la grave situación a la que nos enfrentaríamos en el futuro.

Entre tanto, el personal de salud que desde el primer momento demostró su vocación y compromiso exigía a todo pulmón el abastecimiento de elementos de bioseguridad. Algunos lugares del país siguen esperando insumos 10 meses después del primer episodio de esta tragedia llamada coronavirus.

Las decisiones del Gobierno para dar manejo a la crisis sanitaria en el país dieron como resultado la pérdida de decenas de miles de vidas y emprendimientos, y además permitió el recrudecimiento de las desigualdades que antes del coronavirus ya eran problemáticas.

Para inicios de mayo, ya con el miedo, la zozobra y las deudas ocasionales del confinamiento empezamos hablar de apertura parcial y reactivación. El Gobierno Nacional apostó con los ojos vendados a una reactivación gradual en la que las estrategias masivas de detección del virus brillaron por su ausencia.

Insistí hasta el cansancio en la distribución masiva de tapabocas y en políticas de prevención que ralentizaran el avance del virus. En lugar de atender mi llamado y el de muchísimos colombianos/as, el presidente Duque y su gabinete se convirtieron en una máquina de decretos que difícilmente salían del papel.

El congreso, luego de una discusión de nunca acabar, se mudó a la no presencialidad y con un ritmo vacilante emprendió en la tarea de ejercer el control político. Este año sí que ha hecho falta.

Entre tanto, el coronavirus continúo esparciéndose, el presidente Duque le fue cogiendo el ritmo a su programa y seguía sacándole el cuerpo a la puesta en marcha de la Renta Básica o la inclusión de los elementos de bioseguridad en la canasta básica familiar que impulsamos desde la Alianza Verde.

Para junio y hasta septiembre la ciudadanía del común protagonizaría un nuevo un nuevo estallido social. A lo largo de estos meses el país atestiguó una serie lamentable de abusos de autoridad con los nombres de Anderson Arboleda y Javier Ordóñez como principal referencia.

La segunda mitad del 2020 y los estragos en la economía hicieron que el gobierno Duque ‘no se quedara de brazos cruzados’ y pusiera en marcha los planes que orientan el gran plan de reactivación.

Por un lado, la estrategia “Concluir, concluir y concluir” con la que se les ha notado el afán por orquestar eventos de inauguración y entrega del mayor número de obras posible a lo largo y ancho del país -así tengan que volver a cerrar o retractarse de los eventos- con el argumento de poner trabajar a toda máquina al sector de la construcción.

Por el otro, está el plan “Compromiso por Colombia” que prevé la creación de 700.000 empleos que apuntan especialmente a los sectores minero-energético e hidrocarburos.

Así las cosas, Duque nos dejó claro que echó en saco roto las cifras que indicaron que los sectores mayormente afectados por la crisis son los mismos que emplean más mujeres: Alojamiento y Servicios Gastronómicos 68%, Artes 62%, Comercio 61%; y optó por la reactivación de una economía varonil.

Según el DANE, el 40,7% de los hogares colombianos es sostenido por mujeres, más exactamente madres cabeza de hogar. En 2005 el porcentaje era de 29,9%.

Por su parte el Ingreso solidario según la fuente oficial le llegó a 2.616.744 hogares con un promedio de 3,1 personas por hogar, así, le habría llegado a 8.111.906 personas. De igual manera insuficiente para atender la pobreza monetaria que hoy aqueja al país.

¿Qué hizo el Gobierno de Iván Duque para evitar que más colombianos cayeran en pobreza? Con planes que desconocen la equidad de género de cara a la reactivación y con auxilios de cobertura deficiente la respuesta obvia es que no hizo lo suficiente.

Para noviembre el país sufriría un contratiempo más a causa de la emergencia climática en el Caribe. El paso del huracán IOTA hizo que nuevamente el Estado desplegará toda su capacidad para atender a la ciudadanía que quedó desprovista de bienes y servicios públicos a causa de esta emergencia.

Sé que es osado pensar que una tragedia sea lo que hace falta para activar la acción de las instituciones en el territorio, sin embargo, todo parece indicar que ni siquiera un escenario de tal envergadura es motivo suficiente. Las comunidades isleñas aún esperan por la reconstrucción de sus viviendas y la garantía de sus derechos como colombianos/as.

Sería totalmente inadmisible este balance que hago del año si dejo de lado que paralelamente a toda la crisis sanitaria y económica el país fue acumulando de manera incesante masacres y asesinatos de líderes sociales. Las cifras para el cierre del año según INDEPAZ dejan un saldo de 88 masacres y 367 personas asesinadas en Colombia con corte al pasado 23 de diciembre.

Estas cifras indican que al menos 7 personas fueron asesinadas en cada semana que transcurrió a lo largo del 2020

Así llegamos a diciembre, enfrentando los afanes que trajeron estos largos meses. Por mi parte sigo y seguiré trabajando por defender la vida y la salud de toda la ciudadanía. Encontrar, proponer y tratar de poner en marcha soluciones que mejoren la vida de los colombianos y las colombianas seguirá siendo la consigna con la recibiré el 2021.

Sin lugar a dudas el país enfrenta retos complejos, tal vez los más difíciles de su historia republicana. La salud, la economía y la seguridad necesitan propuestas de largo aliento que reconstruyan la confianza del país instituciones y sobre todo que defiendan la vida de todos los que habitamos este territorio.

Acompaño en la distancia el duelo de miles de colombianos/as que, como yo, han perdido a un ser querido. Veo el 2021 con esperanza, si bien puede que no solucione por completo los problemas que por estos días enfrentamos será el año en el que haremos de la crisis una oportunidad para empezar a corregir enmendar los problemas del pasado amplificados por el coronavirus.

Desde esta columna les reitero mi compromiso por transformar la salud en el país, les deseo un feliz año nuevo y un próspero 2021.

@JuanLuisCasCo