Se respira un aire de “unanimidad” (se notó en la instalación del Congreso) y esto puede ser tan bueno, como malo.
Lo bueno: El país va a contar con las mayorías para tomar las decisiones que para otros gobiernos pudo haber sido muy difícil. Esa es la buena noticia de la que puede ser una noticia no tan buena. Lo bueno, entonces, es la gobernabilidad.
El nuevo gobierno, seguramente, sentirá una responsabilidad política con las personas que se han unido a su proyecto, y eso hará que procure el diálogo y busque acuerdos.
En un momento de revolución económica mundial, estar unidos puede ser la mejor forma de encontrar salidas para los retos que traen la devaluación, la recesión, la inflación, entre otras. Mientras haya diálogo, se podrán buscar las mejores salidas.
Mensaje de confianza al resto del mundo
Lo malo de lo bueno: Lo obvio: no tener oposición puede llevar a que el virtual “unanimismo” lleve a destruir a las minorías y, con eso, a aminorar la democracia. En un país tan diverso – en todo sentido – como Colombia, el diálogo de las regiones, de las personas que lo habitan, de las distintas regiones, debe ser una costumbre y no una obligación.
“El poder ciega, y el poder absoluto ciega absolutamente” (Esta frase se le atribuye a un historiador inglés, o a un importante filósofo francés). Mantener la diversidad dentro del gobierno – inclusive con una oposición mínima – lleva a que se busquen acuerdos y no imposiciones.
Este será un gobierno popular, y esto, sin duda, implica un alto gasto público que, aunque es bienvenido, debe ser responsable fiscalmente, y, aquí una apreciación personal, promover la empresa y el emprendimiento. Por lo mismo, la economía, que está “reclamando afecto”, debe ser una prioridad.
No todo se trata de la economía, pero todo pasa por la economía. Los derechos, los deberes, todo ello, está estrechamente ligado a la economía y por eso cuidarla es un deber imperante para el nuevo gobierno. En tal sentido, es un buen mensaje el ministro de hacienda designado, y ojalá se pudiera mantener durante todo el gobierno, dando estabilidad a una de las carteras más relevantes.
La familia es el eje de la sociedad, y las familias empresarias, el eje de la economía (y las familias empresarias son muchas, de distintas capacidades, con diferentes impactos). Colombia tiene un altísimo índice de empresas familiares y, por ello, cuidar a las empresas es cuidar a las familias, generando prosperidad, empleo, educación, entre otros. Ojalá este gobierno tenga dentro de sus planes fortalecer las empresas.
Sistema progresivo
El sistema tributario debe ser una prioridad del nuevo gobierno, y el discurso de “gravar a los ricos” simplemente por gravarlos, parece ser más un discurso que una política equitativa propiamente dicha.
La verdadera forma de buscar una reforma tributaria equitativa es hacer cada vez más el sistema más progresivo donde, obviamente, el que más tiene o gana, más aporta, y mientras más simple pueda ser un sistema tributario, mejor. La alta complejidad del sistema tributario es otra forma de generar barreras de progresividad.
Un comentario impopular: mucho se ha avanzado con la devolución del IVA a las personas de menores ingresos. Esa es una forma muy equitativa de reorganizar el sistema tributario.
El mensaje se resume, entonces, en esto: No todo lo hecho por gobiernos anteriores es malo, ni todas las ideas del programa de gobierno son las mejores. Humildad en el diálogo, serenidad en la diferencia, y discernimiento en las decisiones.
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Diego Márquez Arango es abogado especialista en Derecho Corporativo y uno de los expertos que nos acompañaran en el Especial GEB: Perspectivas Económicas 2022 – 2, la visión de los economistas y expertos, al cual se podrá conectar en vivo a través de www.confidencialcolombia.com el 28 de julio a partir de las 8:00 am.