La cadena de televisión ITV ha tenido acceso al correo electrónico del secretario privado del primer ministro, Martin Reynolds, en el que invitaba a cerca de 100 personas a una fiesta privada en los jardines de Downing Street: “Hola a todos, después de lo que ha supuesto un periodo de mucho trabajo, he pensado que estaría bien sacar partido de este tiempo tan maravilloso y tomar unas copas, con la distancia social debida, en el jardín del Número 10 [de Downing Street] esta tarde. Sumaos a partir de las seis de la tarde, y ¡traed vuestro propio alcohol!”, escribía el alto funcionario. (El País, 11 de enero, 2022)
“Los ricos se creen ingleses, la clase media se cree gringa, los intelectuales se creen franceses y los pobres se creen mexicanos”, bromeaba acerca de sus compatriotas el humorista colombiano Jaime Garzón, en una muestra más de nuestro arribismo e idea de lo colombiano como algo ordinario y no apetecido.
Pero hablando de los cachacos específicamente, a comienzos del S. XX, estos se creían ingleses, o al menos querían parecerse a ellos. Una muestra, es el origen de esa palabra, cachaco. La palabra original es cachet, que significa de estilo propio, personalidad, calidad superior de alguna cosa. Y se terminó uniendo a la palabra inglesa ‘coat’ (abrigo) creando la expresión ‘cachet coat’ (abrigo de marca), que terminó evolucionando en la palabra cachaco (Yuly Gonzalez, Coordinadora del Cuarto Festival Cachaco de Chapinero).
Sin embargo, recientemente los bogotanos (y el resto de los colombianos), nos hemos sentido más cerca que nunca de Londres, debido a que la “justicia solo aplica para los de ruana”. Recientemente, se han encontrado evidencias de fiestas organizadas en la residencia del primer ministro, en pleno confinamiento por el COVID, y aún peor, se ha comprobado que se celebró una fiesta de despedida de un funcionario de la administración de Boris Johnson, el mismo día de la muerte del Príncipe Felipe (Esposo de la Reina Isabel), en pleno duelo nacional.
En Colombia, no estamos muy lejos. El escándalo nació tras una investigación de Blu Radio, en la que se dio a conocer una lista de millonarios contratos con 17 entidades estatales, que obtuvo la esposa de Mayorquín, Karen Liseth Vaquiro, desde que él empezó a trabajar como asesor presidencial, en octubre de 2019. De acuerdo con la revelación, en enero de 2020, tres meses después de que Mayorquín aterrizó en la Casa de Nariño, Vaquiro obtuvo un contrato por $88 millones con el Departamento para la Prosperidad Social (DPS).
Sin embargo, no solo estamos más cerca de Londres. En 2017, los delitos de cuello blanco se disparaban en Suecia. El uso de información privilegiada detectada por las autoridades aumentó un 53% en 2016 hasta una cifra récord de 388 casos. Mientras los sobornos crecieron un 47% elevándose a niveles máximos de siete años, según cifras del propio Gobierno. Esto estuvo a punto de romper el mito de Suecia, como modelo económico y social. Tres grandes escándalos financieros estallaron en ese año, en los que estaban implicados multimillonarios, un ex ministro de Finanzas y una gran compañía tecnológica como Tesla. Y los tres tienen los mismos ingredientes: uso de información privilegiada y sobornos. El país nórdico suele encabezar los informes de tasas de corrupción más baja del mundo. The Reputation Institute, una consultora especializada estadounidense, califica al país como el más limpio y transparente.
En Alemania, en 2021, a comienzos del inicio de la maratón electoral en Alemania, a los conservadores del país les explotaron en la cara dos escándalos de corrupción. Se trata de dos diputados que supuestamente cobraron jugosas comisiones —cerca de un millón de euros en total— por recomendar mascarillas de ciertos productores ante distintas administraciones durante la escasez del comienzo de la pandemia. La Fiscalía ha abierto sendas investigaciones y los dos parlamentarios han dimitido, pero el daño ya parece estar hecho.
Y en la gélida Ottawa (Canadá) durante 2019, según el diario El país de España, a SNC-Lavalin (una empresa importante del sector infraestructura en Canadá), le habían notificado en septiembre que debería ir a juicio. Según las fuentes del diario, Trudeau y sus allegados presionaron a Wilson-Raybould, para que frenara el proceso y permitiera a la compañía salir más o menos airosa a cambio de un acuerdo extrajudicial. Pero la ministra no cedió. SNC-Lavalin ya había presentado un recurso de apelación. El fallo está pendiente. El primer ministro negó todas las acusaciones.
Colombia, no solo con la administración Duque, sino con todas las anteriores, tiene un estrecho vínculo con las grandes capitales del mundo. Lastimosamente, no es por sus fuertes lazos políticos, comerciales, o de cooperación. Somos unidos por la corrupción que permea a todos los países.
Esto demuestra que todas las administraciones públicas, sean locales o nacionales, son muy susceptibles y frágiles ante este mal. Es una muestra que ninguna sociedad en el mundo esta libre de esto. Por eso, la ciudadanía de todo el planeta debe estar consciente, que somos nosotros quienes ejercemos ese control anti-corrupción, y los Estados son absolutamente débiles frente a esto. Tenemos que ayudar a evitarlo por medio del voto y la constante veeduría.
Por otro lado, los políticos deberán entender que la corrupción es una de las razones por las cuales sus acciones y administraciones tienen 0 credibilidad. La población les es útil solo para hacerse elegir, pero en los restantes 3 años y 10 meses (en el caso colombiano), solo les aplica la ley, que ellos rompen tranquilamente y sin ninguna consecuencia. Esto produce crisis democrática y personajes como Castillo en Perú o Bolsonaro en Brasil.
¿Corrupción, un mal mundial? O ¿Indiferencia, la causa de corrupción?