Si los colombianos nos hubiésemos imaginado que íbamos a tener a un presidente de la república preocupado por diseñar programas de televisión, estoy seguro que algo se nos hubiera ocurrido para cancelar la jornada electoral de primera y segunda vuela en 2018 y dejarle el trabajo de elegir al primer mandatario a Amparito Grisales a través de un reality show.
Vale la preguntarse qué tanto deja de hacer el presidente Iván Duque y que asuntos de vital importancia deja de atender para dedicarse a presentar un programa de televisión que más que transmitir información está diseñado para divulgar propaganda política a favor de su administración.
Colombia no quiere ver a su presidente sentado frente a una cámara de televisión todos los días. La gente lo que quiere es ver a su primer mandatario en los territorios conociendo de primera mano sus necesidades para implementar soluciones de la mano de alcaldes y gobernadores, pero Duque parece no entenderlo y si lo entiende parece no aceptarlo.
No entiendo a quién o a quienes se les ocurrió la idea de diseñar a un presidente para la televisión y no para los colombianos. Supongo que a los mismos que se les ocurrió la idea de crear un contrato con RTVC por $6,382,267,525 para la producción y emisión de seis productos televisivos en los que el protagonista no es la solución que puede implementarse en esa Colombia Profunda, sino Iván Duque, como si los problemas de este país giraran en torno a su imagen, ¿exceso de egolatría?
Ese dinero que pensaban invertir en eso que bien se puede considerar como “vanidad presidencial”, bien sirve para remediar miles de males en los territorios que Duque no visita, seguramente porque no huelen igual a como huele el Palacio de Nariño. Por fortuna lo reversaron.
Quienes conocieron a Iván Duque en su primer trabajo, es decir, cuando trabajaba como asesor de Horacio Serpa en el Partido Liberal, aseguran que era una persona distante que poco hablaba con la gente que visitaba la sede de la 36 con Avenida Caracas para hablar con el entonces jefe de la oposición al gobierno de Andrés Pastrana y que su círculo social, era muy exclusivo.
A juzgar por los hechos y por la imagen que deja el primer mandatario, me atrevería decir que esto es cierto. Lo que veo es que no alcanzaron a dimensionar su vanidad.