El 22 será un año de cambios para el país. No me refiero al remezón que estamos viviendo como humanidad por cuenta de la pandemia y que establece un antes y un después del Covid19. Tampoco al ritual democrático de elegir cada cuatro años Senadores, Representantes y presidente de la República. Esta vez es muy probable que ocurra un cambio de largo alcance en nuestro sistema político.
Varios analistas coinciden en afirmar que esta elección consolida de manera irreversible un escenario de coaliciones políticas en nuestros contextos. Y tienen razón. A la sepultura del bipartidismo liberal conservador que caracterizó nuestra historia republicana durante el siglo 19 y buena parte del 20 y que tuvo su expresión mas perversa en el pacto del Frente Nacional, le sigue una reconfiguración de los actores políticos y de los proyectos de Estado y Sociedad alrededor de tres grandes convergencias o coaliciones políticas.
Por un lado, el establecimiento político tradicional y la derecha dura se agrupan en la denominada Coalición de la Experiencia o Equipo Colombia. Es inocultable la mano de Uribe en este agrupamiento continuista. Todos sus precandidatos: Peñalosa, Alex Char, Fico Gutiérrez, David Barguil y Juan Carlos Echeverry, tienen representación en el Gobierno Nacional y defienden las tesis de Uribe y las pobres realizaciones del Presidente Duque. Para nadie es un secreto que el mismísimo Patrón del Ubérrimo metió la mano en la encuesta del Centro Democrático evitando que su candidatura presidencial quedara en manos de una incorregible y fácilmente derrotable por extremista María Fernanda Cabal, para ungir a un dócil y prescindible Oscar Iván Zuluaga quien tiene la misión de llevar las huestes uribistas a las manos de Fico Gutierrez.
En el otro extremo se ha configurado el denominado Pacto Histórico liderado por Gustavo Petro. Todas las fuerzas caracterizadamente de izquierdas en Colombia, desde las que provienen del Partido Comunista y su entorno hasta las expresiones mas contemporáneas de esta corriente ideológica, se encuentran agrupadas en esta potente convergencia. Realmente la llegada de expresiones de la política tradicional a este agrupamiento es relativamente marginal. Hay en su propuesta política una aspiración de ruptura abrupta en aspectos del modelo económico, la transición energética o la política social. El Pacto Histórico ha hecho una ambiciosa apuesta parlamentaria con listas a Senado y Cámaras, aunque a su interior Fuerza Ciudadana busca construir su propio espacio político congresional. Con razón se dice que la consulta presidencial de los “históricos” entre Gustavo Petro, Camilo Romero, Francia Márquez y el exótico cristiano Alfredo Saade es para elegir el segundo, que no es seguro formula vicepresidencial de un indiscutible Petro.
Mas hacia el Centro y la Centroizquierda se sitúa la conocida Coalición Verde Centro Esperanza que recoge una agenda reformista y un conjunto de fuerzas políticas de la socialdemocracia y el ambientalismo contemporáneo. También hace una arriesgada apuesta parlamentaria con una lista única al Senado y unas listas de coalición a Cámaras y busca seleccionar un candidato Presidencial en una consulta popular entre un ramillete de figuras independientes como Sergio Fajardo, Jorge Robledo, Juan Manuel Galán, Juan Fernando Cristo, Alejandro Gaviria y el Verde Carlos Amaya, con cuyo ganador pretenden meterse a la segunda vuelta y derrotar la opción continuista de Uribe.
Esta reconfiguración política del país parece tener vocación de mediano y largo plazo. Significa también una repolitización de la contienda electoral que subordina el pragmatismo y la transacción al posicionamiento de los grandes paradigmas sociales contemporáneos. Saludable escenario que puede ser un dique de contención al mesianismo autoritario y una buena forma de agrupar el fragmentado mundo de los 20 partidos políticos existentes.
Junto con el muy probable triunfo de una de las dos opciones de cambio, el pacto histórico o la coalición Verde Centro Esperanza, en el 22 experimentaremos un ajuste estructural de la política colombiana.