Sería bueno que tanto la militancia política del Centro Democrático, como su bancada en Cámara y Senado, entendieran y asumieran de una vez que el Gobierno Santos, hoy, es cosa del pasado y que el presente y futuro de Colombia en los próximos tres años se encuentra en sus manos.
No creo que sea difícil entenderlo, como tampoco creo que sea difícil entender que para que al presidente Iván Duque le vaya bien en su mandato, se requiere de una paz política y de un entendimiento con las demás fuerzas políticas, hecho que ha sido difícil de lograr por la actitud bastante hostil e incendiaria de los integrantes de la bancada del Centro Democrático en cámara y senado, quienes se han encargado de complicarle el camino al primer mandatario en el legislativo.
El Gobierno Nacional requiere iniciar el trámite de proyectos importantes para el país como la reforma a la justicia y la reforma política, y para esto es necesario llegar a acuerdos con los otros partidos y movimientos, para lo cual se requiere calma, paciencia y mucho diálogo, que será difícil mantener si senadores como Carlos Felipe Mejía y representantes como Álvaro Hernán Prada, por ejemplo, siguen hablando en Do mayor con frases ofensivas.
Las ganas de lograr pantalla y de ser titulares de prensa de parte de algunos congresistas del Centro Democrático, con base en la ofensa y la hostilidad a sus colegas de las otras bancadas, no importa si son de oposición o de los que se declararon en independencia, al único que golpean es al presidente Iván Duque, porque estas se sacan el clavo bloqueando los proyectos que son de iniciativa del Gobierno.
Si en realidad quienes hacen parte del grupo político al que pertenece Duque, desean ayudarle, lo lógico sería que se dedicaran a apoyarlo y no a dañarle el caminado, actuando como si fueran oposición y no Gobierno, entendiendo además que Juan Manuel Santos hoy es un expresidente más, y que su mandato terminó en agosto de 2018.
Me da la impresión de que el Centro Democrático no estaba preparado para manejar el destino de Colombia, por lo menos no el de la Colombia de hoy. La demostración que ha dado el partido de Gobierno, es que esperaban manejar la Colombia que encontró Álvaro Uribe en 2002. Es decir, un país secuestrado por dos guerrillas Farc y ELN y lleno de pánico por una escalada paramilitar, donde era necesario retomar el orden imponiendo la palabra del Estado.
Hoy el país hace tránsito a la implementación de unos acuerdos de paz firmados con un grupo armado que controlaba y dominaba territorios enteros. Trabajar en esta realidad no es tarea fácil y para esto se requiere de mucho diálogo político, cosa que el partido de Gobierno parece no entender, quizás por el afán de algunos de miembros de querer parecerse a Álvaro Uribe.
El país que gobernó Uribe entre los años 2002 y 2010, ya no existe a pesar de que pueden persistir algunos problemas. Ojalá que el Centro Democrático lo entienda, porque de lo contrario, este segundo año de presidencia de Iván Duque será mucho peor de lo que fue el primero.