Nos recuerda Michel Foucault que la parresía es “el coraje de la verdad en quien habla y asume el riesgo de decir, a pesar de todo, toda la verdad, pero es también el coraje del interlocutor que acepta recibir como cierta la verdad ofensiva que escucha “.
Estas afirmaciones de Foucault cobran especial vigencia a propósito del reciente informe entregado por la Comisión del Esclarecimiento de la Verdad en Colombia , instancia que fue creada en el marco de la negociación del Acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y las Farc , hoy partido de los Comunes, en el cual para darle cumplimiento a la premisa de considerar los derechos humanos de las víctimas de la guerra , cerca de 10 millones de personas , puso en el centro , en corazón del proceso de paz, las víctimas del conflicto armado .
Para cumplir este compromiso se creó el Sistema de Verdad, Justicia, Reparación y condiciones de No Repetición, sistema del cual hace parte la Comisión de la Verdad. Durante todos estos años el Padre Francisco de Roux, su presidente y los comisionadas y comisionados se consagraron a viajar por Colombia entera y a visitar a cerca de 12 país para escuchar en el sentido fuerte de la palabra, para escuchar los testimonios de miles de personas víctimas de esta guerra cruel que a veces parecería perpetua.
En el Informe se confirma que en esta guerra no sólo los actores armados estuvieron involucrados, sino que muchos políticos, funcionarios y empresarios participaron para lograr mantenernos por décadas bajo fuego, en especial en los territorios de la Colombia profunda. En el tomo llamado “No matarás “se afirma que esta guerra ha sido una permanente disputa por el poder, la representación y el cambio social y que a pesar de todo lo vivido “no existen leyes que de manera inexorable nos condenen a la guerra “
El Informe acoge el inconmensurable dolor de las, víctimas, pero también reconoce su fuerza y resistencias para seguir adelante, porque han sido las campesinas y campesinos, las poblaciones empobrecidas, las mujeres y los niños, los grupos étnicos y la población LGTBIQ+ donde se ensaño la crueldad, pero también han sido ellas y ellos quienes se convirtieron en la reserva ética para transitar de la guerra a la paz. Han sido las víctimas quienes han exigido verdad, justicia y reparación, pero al mismo tiempo han expresado estar dispuestas a perdonar y a explorar la búsqueda de la reconciliación.
L a publicación del Informe ha despertado múltiples reacciones en nuestro país. La verdad y la memora en un país tan fragmentado y lleno de dolor como el nuestro, son campos de disputa para las explicaciones y comprensiones sobre lo ocurrido. Las expresiones de rechazo y descalificaciones, como era de esperarse, han venido en especial del Centro Democrático. Nunca han reconocido la legitimidad de la Comisión y han acusados a quienes la conformaron de mentirosos, de comunistas, de presentarle al país una versión sesgada del conflicto y de lo que ha significado la macabra operación de esta máquina de guerra arrasadora de proyectos de vida y de esperanza.
Pero los Comisionados y en especial el Padre Francisco De Roux, su presidente, han asumido una valerosa actitud de mantenerse en el lugar de su mandato ético: contarle a nuestro país el horror de lo vivido. Con este arduo y doloroso trabajo buscan acercarse a las incesantes y dolorosas preguntas sobre lo que nos ha ocurrido como país.
¿Dónde estábamos, nos interpela el Padre De Roux, cuando se vulneraron las vaginas en Tierra Alta, las cabezas cortadas en el Salado, los hombros despedazados en el Urabá, el estómago reventado en Tumaco, el cuello degollado en el Catatumbo, el rostro quemado en Machuca, los pulmones perforados en las montañas de Antioquía, el alma indígena en el Vaupés? Esto no puede volver a pasarnos, lo repite una y otra vez, haciendo eco a los miles de testimonios que fueron escuchados a lo largo y ancho de nuestro territorio.
Por ello corren tiempos para la parresia, para decir la verdad. Para que emerja una actitud cercana a la virtud, que se encarna y se expresa en una voz clara que habla por otras voces, que en ocasiones puede traer peligros, y a pesar de ello se dice la verdad. Pero también son tiempos para aquellos que se verán concernidos, interpelados de manera incesante , por esa verdad que duele y que ha sido expresada desde muchas voces . Escuchar esa dura verdad y acogerla también será una actitud cercana a la virtud.