Qué lástima que al interior de quienes tomaron la legítima decisión de ejercer control político a la Administración Distrital, se hayan colado personajes mezquinos y fanáticos de la pantalla que, dándole rienda suelta a sus ganas de figurar en los grandes medios del periodismo colombiano, estén bloqueando a Bogotá con base en cuanta demanda judicial se les ocurre.
Una cosa es realizar control y elevar advertencias pidiéndoles a organismos como la Procuraduría, Contraloría y Personería, realizar el debido seguimiento y acompañamiento a las grandes obras civiles y de infraestructura vial que se planean en la capital para descongestionar el tráfico y garantizar una buena movilidad, y otra es pretender bloquear a la Administración Distrital, porque las cosas no se hicieron al gusto de determinado sector político.
Todos en Bogotá son conscientes de que los barrios ubicados sobre la carrera séptima, más allá de la calle 150, no tienen garantizada una rápida conexión con el centro de la ciudad y es esta la idea de construir la troncal de TransMilenio por esta vía. Sin embargo, como es de esperarse, no faltó quienes se opusieron y valiéndose de una demanda ante el Juez 49 administrativo de oralidad, pararon la licitación de la obra. No puedo asegurar tácitamente que aquí está el petrismo, pero no me extrañaría su presencia en esta demanda.
Pues bien, mientras la justica decide, los bogotanos que deben transportarse por la carrera séptima desde la calle 200 hasta el centro, padecen enormes trancones, sin que nadie se compadezca.
Así mismo ocurre con el Metro que tanto ha anhelado la ciudad y que hoy se encuentra en una fase a la que jamás había llegado en los 50 años que lleva Bogotá pidiendo este sistema de transporte. En momentos en que la Administración se prepara para llevar a cabo el proceso de licitación, la intervención de otro juez de la república, amenaza con evitar que se dé inicio a la construcción de las obras de infraestructura en el corto plazo. Como era de esperarse el petrismo nuevamente hace de las suyas, esta vez, gracias al concejal Hollman Morris.
Este cabildante que en su afán de ganarse el corazón de Gustavo Petro se dio a la tarea de defender la construcción del metro subterráneo, valiéndose de leguleyadas para demandar el proceso de adjudicación, asegurando además en su cuenta de twitter que el metro elevado es sinónimo de corrupción, olvida que mientras él y su sector político fueron Administración, la licitación del TransMicable la iban a llevar a cabo de manera irregular, hecho que fue denunciado por este medio.
Hollman Morris es una persona que responde más a las pasiones que a las razones, y es por esto que estoy seguro que no ha caído en cuenta de que en caso de que el juez que tiene a su cargo la decisión de parar o dar vía libre a la licitación de la primera línea del metro, falle en contra de la ciudad, el culpable será Hollman Morris. Los bogotanos que tanto han esperado esta obra, le van a ver como el responsable, ¿estará dispuesto a cargar con este INRI por toda la vida?
Hay un refrán que dice -Tú te metiste, tú te sales- , de esta manera el concejal Morris deberá pensar de qué manera le va a explicar a la ciudadanía bogotana -que gracias a su astucia- será necesario sumar mínimo dos o tres años más, a la larga espera de estar deseando la construcción de un metro, porque el capricho de no aceptar la modalidad de elevado y querer imponer uno subterráneo, y así ganarse el favor y el amor de Gustavo Petro, implicará para el nuevo Alcalde de Bogotá, la búsqueda de nuevos recursos que garanticen su construcción, y para esto será necesario regresar a la discusión del proyecto.
Entre más pase el tiempo, más altos serán sus costos, no importa bajo que modalidad se construya (elevado o subterráneo). Claramente los recursos saldrán del bolsillo de los bogotanos, que además se verán perjudicados por la demora en el inicio de la obra, hecho que, de darse, tendrá un solo responsable, y se llama Hollman Morris.
Nos guste o no el modelo de metro elevado, ya empieza a hacerse realidad. Si la justicia decide detener el proceso de licitación, el concejal Morris responsable de la demanda, deberá darle la cara a Bogotá. Repito mi querido concejal: “tú te metiste, tú te sales”.