Todos los países desarrollados y emergentes avanzados han hecho ciencia “rebelde” según su dotación de factores, pues es la manera de desarrollar capacidades científicas y tecnológicas propias, y tener un sistema productivo avanzado. De la investigación “rebelde” han resultado innovaciones que se han convertido en grandes empresas
Un sistema tecno científico y productivo rezagado como el de Colombia, es el culpable de que la pandemia del covid sea tan devastadora para la economía y la sociedad, pues no había capacidad de respuesta para satisfacer las necesidades del sistema de salud. Si Colombia hubiera tenido un 20, 30 o 40% de condiciones para enfrentar al covid, el confinamiento no hubiera hecho tanto daño. Un magnífico artículo de Moisés Wasermann en El Tiempo explica las razones por las cuales Colombia no produce vacunas, cuando hasta finales del siglo XX lo hacía. De eso nada dicen la directora del Instituto Nacional de Salud y el Minsalud, para retornar a ese camino.
La Misión de Sabios 2019, antes del covid, alude a la importancia de un sistema de salud más autónomo soportado en una industria de salud que ahora no existe en la política de desarrollo productivo ni está en la cabeza de los ministros de salud y de comercio.
La Cienciatón del Minciencias contra el covid
El ministerio respondió de manera inmediata para encontrar soluciones contra el covid. Fue de los primeros países del mundo en hacer ejercicios similares, porque la investigación debía dar respuestas rápidas, anotando que estas innovaciones para que tengan efecto en el tiempo y en la construcción de capacidades y generar nuevas economías, necesita crear condiciones duraderas a partir de las innovaciones derivadas en la Cienciatón, para generar más innovaciones, nuevos emprendimientos y la reconversión de empresas, a partir de un trabajo coordinado entre MinCiencias, MinCIT, MinHacienda e Innpulsa, proyectado al 2030. En la convocatoria que acaba de cerrar el MinCiencias con recursos de las regalías de CyT seguramente habrán más iniciativas y más innovaciones en la línea de soluciones postcovid. La investigación y las industrias de salud deben ser una Misión en la nueva política de CyT.
La menor velocidad de Colombia para que el Invima apruebe los ventiladores y otros desarrollos es culpa de la pequeña ciencia que han dispuesto los gobiernos en los últimos treinta años. Los ventiladores requieren de electrónica y de materiales que el país no produce. A diferencia de otros países que pudieron acortar caminos en la emergencia del covid, Colombia no lo pudo hacer, porque no tenía el respaldo de desarrollos previos. El Invima se aculilló y recién ahora los ventiladores están en fase tres.
El MinCiencias ha hecho lo mejor con las capacidades disponibles, las ha potenciado, y se han abierto nichos que se deben proyectar a grandes nichos productivos y tecnológicos en el futuro. El gobierno, las empresas, las universidades y los políticos, deben hacer una profunda reflexión de esta triste experiencia, y derivar en una estrategia para que esto no vuelva a ocurrir, y llevar al país a un nivel más alto de desarrollo. El 50% de la caída del PIB y del empleo es por culpa de un sistema de salud que no tenía ni tapabocas para protegerse. Sólo la CyT y el cambio estructural puede recuperar el tiempo y la economía perdida.
En salud, el país tenía mejores capacidades en construcción antes de la apertura. Se desnaturalizaron varios proyectos estratégicos muy bien pensados desde los años 1930, como se puede leer en el informe de la Misión de Sabios 2019.
La misión de la ciencia al 2030
Cuando un país se estanca en su inversión en CyT, el proceso se ralentiza, entonces hay que reiniciar el camino trazando nuevos caminos.
Sin embargo, Colombia tienen cuatro condiciones excepcionales para redirigir la senda: los resultados de la Misión de Sabios, la creación del Minciencias que conduce a la política de CyT al 2030 en discusión, una nueva gobernanza del sistema de investigación, y las lecciones que deja el covid.
La Misión de Sabios estableció estrategias para la financiación de la CyT, mejorar el modelo educativo y el desarrollo regional basado en la generación y uso de conocimiento. Así mismo, identificó ocho temas principales: i) tecnologías convergentes Industrias 4.0, ii) biotecnología, bioeconomía y medio ambiente, iii) ciencias básicas y del espacio, iv) ciencias de la vida y la salud, v) ciencias sociales y desarrollo humano con equidad, vi) energía sostenible, vii) industrias creativas y culturales, y viii) océanos y recursos hidrobiológicos.
De estos, seis están relacionados con un desarrollo productivo de industrias avanzadas y de recursos naturales para lograr el objetivo de duplicar en 2030 el PIB agrícola e industrial a los niveles que tenían en 1991: 12% y 24% de participación en el producto, respectivamente. Estos dos indicadores deben ser el objetivo para reestructurar la economía del postcovid. Para lograr los objetivos se necesita que en los siguientes diez años la inversión en investigación vaya del 0.30% al 1.5% del PIB, de la mano de una política de mediano plazo como la que se está discutiendo.
Gran cantidad de documentos de política se han elaborado desde hace décadas. Los resultados han sido parciales porque no ha logrado superar la baja cota de inversión en I+D+i puesto que la investigación no se ha considerado un factor determinante en el crecimiento, en la productividad y en la competitividad, debido a la ausencia de cambio estructural en el sistema productivo, frenando la generación de capacidades inteligentes, innovadoras, prometedoras y disruptivas.
Pero tampoco se han desarrollado capacidades disruptivas en ciencias sociales que contribuyan a construir una nueva narrativa científica, del estado y de la sociedad, que permita entender mejor y superar las anomalías de esta sociedad de eternos y terribles conflictos, y de tanta destrucción institucional, como lo estamos viendo con el expediente Uribe, la corrupción que se lleva billones con absoluta impunidad, y el narcotráfico como parte integral y macabra de la economía y de la política.
Entonces, los documentos de política de CyT han sido buenos, pero han sido efímeros porque Colombia no ha logrado superar su condición de economía 1.0 y de ciencia 0.30.
A pesar de las bondades que tiene la propuesta de política, una inquietud genera el texto en discusión, y se refiere a la preeminencia del enfoque de transversalidad – este alude a beneficios y apoyo a todos los sectores por igual -, el primero de sus principios, que se intenta corregir después con un principio de direccionalidad, para darle espacio a una Política Orientada por Misiones (POM), la cual reemplaza la especialización estratégica o los focos estratégicos, lo cual es válido en sistemas productivos y de innovación más avanzados que ya han recorrido esos enfoques, y donde ahora calza muy bien el modelo de las POM de Mazzucato.
En Colombia hay que adaptarlo, porque las políticas de desarrollo productivo y de CyT han adoptado desde hace tiempos un enfoque transversal, produciendo una especie de tara cognitiva, esto es como si en una enorme llanura están todos los sectores productivos y todas la áreas de ciencia y tecnología, con la misma camisa, mezclados, confundidos, sin encontrarse, sin rumbo de salida, y por más que haya un animador tratando de que se encuentren productores e investigadores, no lo logra. Al final del ejercicio, aparecerán unos pocos integrados, y la inmensa mayoría dispersa, exausta y desintegrada. Esto se llama falla del mercado y del estado en el diseño de las políticas. Y la buena idea que subyace en la conceptualización de la política de enfocarse en misiones, y reivindicar la importancia y necesidad de un estado emprendedor, queda neutralizada por la política productiva de corte transversal.
Entonces, las dos políticas de espíritu transversal difícilmente se van a encontrar. Y la coordinación de la que tanto alude la teoría, muchas dificultades tendrá.
Para construir las misiones se debe hacer primero un ejercicio interno de selección estratégica de sectores productivos y de áreas científicas y tecnológicas, trabajar conjuntamente, integrarlos, y luego estructurar las misiones donde convergen investigación y producción.
Si Colombia ha fracasado con las políticas transversales, y no ha podido concebir buenas políticas combinando estrategias verticales con transversales, más dificultades podría tener para construir misiones que son de una complejidad conceptual superior porque son sistémicas, de envergadura y sofisticación.
Y por otro lado va la misión de ciencias básicas, que debe tener gran relevancia porque es la base de la I+D+i.
La salida: misiones de producción y ciencia “rebeldes”
Misiones de producción – investigación, sería el gran legado que podría dejar Duque para superar el descalabro producido por el covid. La “rebeldía” productiva solo se puede hacer de manera gradual y de la mano con la “rebeldía” de la CyT. Entonces, la política en su versión final, deberá enfocarse en muy pocas misiones de aquí al 2026 y definir otras del 2026 al 2030.
De otra parte hay en el borrador una cantidad de programas muy bien definidos detrás de los cuales se busca la mejor articulación institucional. Ahí todavía se constata que el MinCiencias aun le falta acoplarse en la estructura del Estado, pues está recién nacido. Hay programas claves que están más en cabeza de otros ministerios y del DNP y eso generará conflictos, ineficiencias, dispersiones. Por ejemplo, por qué el programa de industrias 4.0 está en cabeza del DNP y no del Ministerio. Y no aparece por ningún lado el MinHacienda.
El nombramiento de la ministra fue un acierto. Por eso los ataques de que ha sido objeto es porque otros se creían el primer Minciencias, y porque los políticos quieren capturarlo para saciar su voracidad burocrática, con clientelismo y no sabemos si también con corrupción.