En muchas democracias la contienda por la Presidencia de la República comienza con un amplio abanico de precandidatos. En Colombia también. Sin embargo, para las elecciones del 2022 se ha visto una desbordada oferta de aspirantes que se multiplican como se multiplican los dineros del narcotráfico y de la corrupción.
Cualquier político ambicioso se cree con derecho a ser precandidato, sin considerar qué representa ser gobernante de una nación. De esa cosecha de manzanas buenas, otras verdes y la mayoría malas, los grandes medios son los culpables, porque de manera irresponsable han agitado antes de tiempo el ambiente electoral con un portafolio de preguntas que todos repiten porque hacen las mismas sin ahondar en los problemas ni llevar a discusión los grandes desafíos de la nación, degradando el debate, distanciando a la gente y profundizando su apatía por la política y las elecciones. Tal vez es lo que quiere la “gente bien” porque siempre le ha interesado una “democracia” de pocos. Cuando ven que surge una de muchos, ordenan el exterminio.
Los grandes medios han degrado a tal dimensión la campaña electoral, que son víctimas de su propio invento puesto que no pueden hacer un debate con una fila tan larga de aspirantes, porque se sabría el día y la hora que comenzaría, pero no el día y la hora que terminaría.
Al ver los nombres de algunos precandidatos, hombres y mujeres, uno va de la burla a la furia y de la furia a la burla. Burla porque se sabe que ni las familias votarían por ellos o ellas, y furia porque no tienen condición ética, intelectual, jerarquía política, talante humano y espíritu democrático para tal aspiración. Aunque ya venía menguado el respeto que se debe tener para aspirar a la presidencia, Uribe lo destruyó con la elección de Duque.
Por otro lado, la Registraduría trata al ciudadano como un idiota que juega a la democracia, porque el software decide a quien le resta y a quien le suma votos, entonces, no es la voluntad de los ciudadanos y de los campesinos la que decide.
No tiene sentido hacer el listado de qué precandidatos no deberían estar en la puja por la presidencia. Es mejor pensar en quienes se ven como candidatos en las cuatro vueltas que habrá: dos iniciales donde la opinión depurará la lista antes de terminar el año y la reducirá aún más en las elecciones para el Congreso en el mes de marzo; y dos de escrutinio en las urnas: la primera vuelta en mayo y la segunda en junio.
Diciembre de 2021: antes de vacaciones
Por orden alfabético, el siguiente es el abanico de aspirantes que creo seguirá en la contienda: Sergio Fajardo, Juan Manuel Galán, Francia Márquez, Iván Marulanda, Gustavo Petro y Jorge Enrique Robledo. El bloque de los cuatro confesos neoliberales de la línea Carrasquilla: Mauricio Cárdenas, Juan Carlos Echeverry, Alejandro Gaviria y Oscar Iván Zuluaga. Y por último Federico Gutiérrez que aún no se sabe qué diablos es.
Marzo de 2022: antes de las elecciones para el Congreso
La lista se reduce a nueve precandidatos: Fajardo, Galán y Robledo por la Coalición de la Esperanza. Francia Márquez y Petro del Pacto Histórico por un capitalismo humano y sostenible. Los de la línea Carrasquilla: Echeverry, Gaviria y Zuluaga en representación de los conservadores, del liberalismo de César Gaviria, y del uribismo: todos ultra neoliberales, todos donde nace la mala política, y todos de la herencia que gestó en 1991 el radical capitalismo de mercado que tiene a Colombia patas arriba. Finalmente, Gutiérrez sin identidad política.
Mayo de 2022. Primera vuelta
Llegan cuatro como candidatos: Fajardo por el centro social demócrata; Petro por la izquierda social y sostenible; Gaviria, por el neoliberalismo “humanista” (contradicción epistemológica o deformación epistémica); y por la ultraderecha uribista, Federico Gutiérrez que para entonces lo llamarán Fico.
Junio de 2022: Segunda vuelta
Llegan dos de los tres siguientes candidatos: Fajardo, del centro; Petro, de la izquierda; y Fico, de la ultraderecha neoliberal de Uribe.
Si pasan a la segunda vuelta Fajardo y Petro, gana el primero si no comete errores coqueteando a la derecha y distanciándose de la centro izquierda. Si pasan Fajardo o Petro contra Fico, gana alguno de aquellos. Ahora bien, en caso de que avance Gaviria, el que queda por fuera es Fico, aunque Gaviria no le ganaría a Fajardo o a Petro.
Si al imputado Uribe lo llevan a juicio por los falsos positivos, fraude procesal y masacres en Antioquia, la ultraderecha no llegará a segunda vuelta, y todo se decidirá entre Petro, Fajardo y Gaviria. El proceso de Uribe definirá en gran medida cómo serán las elecciones del 2022. Si sale absuelto, su candidato podría pasar a segunda vuelta, pero no ganaría porque la mayoría ciudadana ya no lo quiere más.
¿Qué dice la Registraduría?
Hay que preguntarle al Registrador como podría “equivocarse” el software – por eso debe haber una rigurosa veeduría ciudadana, de la oposición e internacional -, porque en unas elecciones transparentes debe ganar quien acierte en el discurso para atender de fondo el malestar social, proponga cambios estructurales al modelo económico, adelante un mínimo de reformas para ajustar las instituciones y las finanzas públicas de largo plazo, y una nueva agenda de inserción en una cambiante globalización que tiene como primer objetivo una sociedad sostenible, antes que el capitalismo neoliberal que arrasa con el medio ambiente y se opone a cualquier tipo de equidad, y que es el capitalismo que profesa el uribismo.
La gente está cansada de tanta mentira, trampa, manipulación, corrupción, violencia, de abusos inconmensurables en el manejo del estado, y votará en contra de cualquiera que sea elegido o aprobado por ÉL. Desgraciadamente en los últimos diez meses de Duque aumentará la violencia de estado, porque el uribismo no tienen condiciones para una victoria nítida, por eso hay tanta desesperaciónen el Centro Democrático y en otros partidos de parecida condición. Por eso quieren un articulito para darle vía libre a la contratación pública que es de donde sale la plata para las elecciones al Congreso.
Será un proceso electoral en medio de la protesta social porque no hay soluciones de fondo, porque el congreso no avanza en cumplir con las leyes propuestas por los jóvenes y por el comité nacional del paro, porque otras reformas no son transparentes ni sirven para solucionar los severos desarreglos sociales, económicos e institucionales, porque la paz está acorralada, porque la violencia está desatada y hay total impunidad para quienes asesinaron y desaparecieron a los jóvenes de la justa protesta, y porque está por los suelos la confianza internacional que tenía Colombia.
Si llega a ganar alguien donde detrás está Uribe, será una catástrofe porque la comunidad internacional le daría la espalda al país pues entendería que lo que viene es la destrucción del estado, de la economía, de la situación social, y de la paz. Sería un perfecto ultra narco paraestado, como ningún otro existe en el hemisferio occidental.
Los jóvenes y la gente que piden el cambio que se necesita, superarán el miedo a la violencia y se inventarán formas masivas de actuación y de comunicación para enfrentar el vandalismo y el terrorismo de estado y de la corrupción, y así abrir el camino al cambio que se necesita.