Esta semana comprobé una hipótesis que traía hacía años en mi cabeza: “en algún punto se nos traspapeló la responsabilidad de la educación de nuestros hijos”. El detonante que me sirvió para comprobar que no era el único pensando en esto, fue una carta que escribió la directora del colegio de mis hijas haciendo un llamado a que los padres tengamos una conversación “inaplazable” con los estudiantes.
El mensaje era directo y en pocas palabras dejaba ver una enorme preocupación por la falta de responsabilidad de nosotros como educadores frente a la formación básica que tenemos que dar a nuestras hijas e hijos en casa. Aterrador que, a pocas semanas de haber iniciado el año escolar, la dirección del colegio tenga que recordarnos que los pequeños y jóvenes deben formarse en las tareas más elementales (y de mayor relevancia) en su hogar. Vergonzoso pensar lo que habrán visto en estos días para que la carta hable de cosas que para muchos podrían parecer básicas como, por ejemplo, comer bien en la mesa, ser cordiales con otros incluyendo el personal de atención del colegio y, por último, seguir las mínimas normas que trae el regreso a la escuela en medio de la superación de una pandemia.
Es evidente que la educación en casa se ha modificado de generación en generación, y que algunas reglas se han flexibilizado no solamente por las dinámicas de vida, sino también por las mismas conformaciones de los hogares, la constante interacción de pantallas y el ilimitado acceso a todo tipo de contenidos de forma permanente, tan solo por mencionar algunas y lejos de hacer un análisis social o sicológico, ambos muy distantes de mi área de experiencia.
La vida es otra y esa será siempre su característica de constante cambio, pero es el momento de hacer un alto en el camino para darnos cuenta de que, en algunos casos, los padres nos hemos vuelto perezosos, no enseñamos, no ajustamos, no corregimos….
Eso de educar es muy difícil, es agotador porque es una tarea diaria, pero entonces ¿para qué trajimos personas al mundo? ¿para que se levanten como bien les parezca? ¿para que tomen la guía de las redes sociales o de los dibujos animados? Los padres, independientemente de su condición, orientación e ideales, estamos avocados a ejercer una influencia sobre nuestros hijos y lo mínimo esperado debería ser prepararlos para que puedan interactuar con otros con las más básicas normas de cordialidad, corresponsabilidad y respeto.
Concuerdo en que no estamos en la época de los castigos con golpes o los gritos alocados, el maltrato a los niños, o la casi inexistente cercanía paternal, que era tan evidente para cualquiera de nuestras familias hasta hace un par de queridos ancestros. Pero tenemos hoy más información que nunca para entender cómo podemos ayudar a que contemos con mejores personas en nuestras sociedades, seres humanos con capacidades para reconocerse como activos sociales importantes y transformadores.
La carta de la directora es un llamado que todo colegio debería hacer a sus padres si queremos realmente acertar en cambios que construyan una sociedad distinta. Es que es muy fácil criticar a la distancia y soltar frases como “en Colombia lo que falta es educación”, “acá la gente no tiene respeto por el otro”, “nos hace falta mucha cultura”, etc, etc, etc. Tristemente esto seguirá así para siempre si no tomamos acciones concretas en los hogares, y no asumimos que somos unos padres flojos con nuestro modelo de educación, que nos importa poco lo que hagan nuestros hijos mientras tengamos unos pesos para enviarlos a “un buen colegio”. La tarea esta vez no es responsabilidad de un profesor, una persona de apoyo, el personal de aseo o los vigilantes, mucho ojo que estamos bien perdidos.
Así que a todos los padres que aún podemos hacer algo, empecemos hoy mismo hablando de esto y entendiendo que tenemos un trabajo de tiempo completo y con unos pocos años para formar sólidas bases. Porque no estamos lejos de que en en el mediano plazo nos continuemos quejando de esos ciudadanos irrespetuosos, intolerantes y poco incluyentes, que no estamos viendo hoy en los tiernos berrinches de nuestros chiquitines.
Alfonso Castro Cid
Managing Partner
KREAB Colombia