El 4 de enero le entregaron al expresidente Uribe la “primicia” de los gastos de la Comisión de la Verdad para que él la trinara de primero, para que después la revista Semana, RCN y demás medios de su cuerda le dieran la dimensión de escándalo. Como si fuera una verdadera primicia que solo Uribe era capaz de ventilar. Pero correspondía a un informe de la misma Comisión para solicitar el presupuesto de los últimos 7 meses que le restan. No era primicia alguna. Lo gastado en el último año es similar en monto a la cifra promedio anual de los tres años de su existencia.
Pero lograron poner a hablar a la gente de semejante gasto, de que así cómo se podía tener “austeridad” según el quejoso Uribe. Lo que nunca estuvo claro era ¿en qué se basaban para protestar de que era demasiado alto, o siquiera alto? Ese tipo de pregunta normalmente no tiene respuesta, porque la crítica airada seguramente se lanzó para otra cosa. Tal vez evidente, en campaña hay que figurar y poner a hablar a tanto incauto como se pueda.
El trabajo de la Comisión de la Verdad consiste en “Escuchar a víctimas, responsables y testigos del conflicto armado de todos los sectores, regiones y condiciones sociales en el país para lograr un relato amplio y comprensivo de los hechos y contextos que explican medio siglo de guerra. mecanismos ampliamente utilizados en todos los procesos de construcción de paz resultado de un acuerdo. Estos organismos recuperan los relatos de la violencia, no para ensalzarla, sino para presentar una memoria de los hechos que garantice la no repetición”. Es decir, es un trabajo para la paz.
Es posible que sea en extremo difícil cuantificar el valor que genera la verdad, aunque intuitivamente todos lo presentimos. Paradójicamente, aquellos que no quieren que se ventile la verdad saben muy bien su valor y su impacto contrario a sus intereses, claro. Pero el valor de la paz sí se ha cuantificado ya.
Y lo han hecho muchos economistas con resultados desde 0.3% hasta 4.4% del PIB anual. “Varios estudios realizados entre 2003 y 2015 por entidades como el DNP, Cerac, Fedesarrollo, CID-Universidad Nacional, CEDE-Universidad de los Andes y Bank of America, se propusieron estimar las magnitudes de este dividendo para Colombia. … Teniendo en cuenta los resultados que se concentran en los efectos sobre el crecimiento del PIB y haciendo un análisis estadístico de los mismos, encontramos que en promedio, cabe esperar un dividendo de paz equivalente a 0,7% del PIB por año”. (Portafolio, Cuál es la magnitud del dividendo de la paz, 2016).
En un cálculo rápido, para el PIB de 2020, y tomando 0.7% la contribución de la paz al PIB anual, en una serie de 10 años (descontada con 7% de la rentabilidad de los TES), todo el costo de la Comisión de la Verdad hasta hoy, dividido por el valor presente del beneficio de la paz, sería de tan solo del 2.4%. Como es una inversión en la paz, y aunque hay que tener en cuenta que hay más costos para lograrla, es fácil prever que es un muy buen negocio. Además de que el sentimiento de bienestar, esperanza y prosperidad que genera vivir en paz, no tiene precio.
También aportaron respuestas los mismos funcionarios de la Comisión que explicaron que la logística de su proceso de escucha en todos los rincones del país resulta costoso (El Espectador, 2020). Por otra parte, es posible que los testigos que presentaron a nombre de las víctimas para reforzar la crítica del expresidente, los que tildaron a la Comisión de “derrochona” por comparación con lo entregado por las FARC hasta ahora (falacia de falsa argumentación), no sean tan genuinos; faltaría que un periodista acucioso se pusiera a develar su validez, ya que por obvias razones debe estar en duda. En todo caso no hay forma de tener un comparativo válido como para decir que la Comisión ha gastado poco o mucho, y por lo tanto es una mera opinión de los que no les ha gustado desde el principio que la verdad salga al aire.
Quienes se dejaron incitar por la “noticia” y se indignaron, y actuaron indignados, deben estudiar su comportamiento. Pueden estar enfermos de polarización, sectarismo, caudillismo, y han perdido del todo su sentido crítico. Hubieran podido hacer una referencia rápida y reciente: los 1208 cargos de la Procuradora Cabello, sacados en época electoral y a todas luces muy sospechosos de corrupción electorera, que trataron de pasar como una respuesta a los requerimientos de la CIDH y que prestantes abogados columnistas han demostrado que en nada tiene que ver, tiene un costo que supera el de la Comisión de la Verdad, con la diferencia que el de la Comisión sí está bien invertido con una misión clara y específica. Solo hay que hacer la cuenta: el costo anual de los 1208 cargos que acaba de crear la Procuraduría será de 143 mil millones de pesos anuales (Infobae, 2021) bastante más que los 117 mil millones de la Comisión. El truco consistió en que los medios publicaron la cifra mensual y no la anual, para que no pareciera tan grande: 11.930 millones al mes. Es posible también que la queja contra la Comisión de la Verdad hubiera sido planeada para desviar la atención a la, esa sí, anti-austeridad que representan los 1208 cargos de la Procuradora, aprobados por el MinHacienda, o sea, por el Gobierno Duque.
Para aquellos que tienen una relación directa o indirecta con las atrocidades que se han cometido en las masacres y los desplazamientos de campesinos, con el fin de despojarlos de sus tierras y apropiarse de ellas (un ejemplo duro “Cartografías de la vergüenza y de la verdad pendiente”), resulta apenas lógico que no quieran el trabajo de la Comisión de la Verdad. De esa gente de mal, disfrazada de empresarios, ganaderos o políticos y de quienes ejecutaron las barbaridades bajo su mando, no podemos esperar ninguna otra reacción sino la de sabotear y tratar de que no termine su trabajo la Comisión.
Aquellos que sintieron indignación por el “polémico” (según El Colombiano, RCN, entre otros) gasto de la Comisión sin haber siquiera dudado de la manipulación de la que podían estar siendo objeto, hacen recordar la frase de George Orwell: “Cuanto más se aleja una sociedad de la verdad, más odia a quienes hablan de ella”. No podremos alcanzar nunca la paz que necesitamos para construir un buen país para vivir, si no partimos de nuestra dura realidad. Es preciso saber la verdad de los actos atroces (que aún suceden), y así alejar la posibilidad de que se repitan.
Twitter: @refonsecaz – Ingeniero, Consultor en Competitividad.