Pero como dice la canción, todo tiene un final, todo termina. Y llegó el momento del punto cúlmine del suizo en el tenis. Fue el cierre de una etapa. Una de las más gloriosas del tenis y del deporte en general: Federer jugó su último partido como profesional. Y no fue cualquier encuentro, dado que lo vivió en una ciudad en la que empezó su historia grande. En el Arena O2 de Londres, donde ganó dos de sus seis ATP Finals, saltó a la cancha junto a su amigo y gran rival Rafael Nadal, quien viajó a la capital británica especialmente para formar parte de un evento único e irrepetible como es la Laver Cup. (Diario Olé, 23 de septiembre, 2022)
Si en siglos pasados teníamos historias de caballeros, guerreros y reyes, quienes encarnaban valores, honor y nobleza (aunque no del todo cierto) e inspiraban sociedades enteras, hoy tenemos a los deportistas. Son quienes han tomado el rol de motivación, admiración, de modelos de integridad y profesionalismo (no en todos los casos). Cualidades que todos buscamos en nuestro día a día.
Dentro de ese universo deportivo se encuentra Roger Federer. No sé si es el más grande de todos los tiempos, pero él materializa no solo el tenis mismo, sino los valores que antes personajes como El Cid Campeador encarnaban. Su sencillez, su sensibilidad, su entrega, su disciplina, el manejo personal, y/o la importancia de la familia.
Supongo que tendrá cosas que no conocemos y que no deben ser del todo buenas. Como todos los seres humanos, Federer tendrá claros y oscuros. Lo que confirmará que es como todos nosotros, que sufre, piensa, y siente como los demás. Eso esta bien, todos somos humanos, y nadie es perfecto.
Sin embargo, lo que podemos ver como seguidores del deporte, es todo lo que él le entregó al tenis. No solo su magia, donde hacia ver el tenis tan simple, que nos hacía creer que todos podíamos jugar a ese nivel. No solo su talento e ingenio para hacer de lo imposible, algo posible. No solo la manera en que fusionaba el arte con lo atlético, donde la cuasi- perfección en su revés era evidente. El Maestro suizo jugaba el tenis con una elegancia que ni el más refinado/a pudiera atisbar. Él flotaba sobre la cancha.
Sus 31 títulos individuales, donde destacan 20 títulos de Grand Slam, 6 ATP World Finals, 28 ATP Masters 100 y 24 ATP Tour 500, se quedan cortos cuando revisamos partidos épicos como cuando se jugaron 5 sets en la final de Wimbledon de 2008 entre Roger Federer y Rafael Nadal. Otros memorables, como cuando tomó la posta de Pete Sampras como el más grande, en Wimbledon de 2001, u otros absolutamente emocionales, como la Semifinal contra Novak Djokovic en el US Open de 2011.
Pero Roger Federer no es solo sus títulos. John McEnroe decía que sus récords, se quedan cortos ante la calidad de persona que es. Su grandeza crece exponencialmente lejos de las canchas. El hecho de que estas palabras salieran de otro monstruo del deporte y con una personalidad tan conflictiva, resaltan lo enorme que es el suizo.
Por otro lado, para hablar de Roger Federer se tiene que hablar de la edad de oro que ha vivido el tenis, que junto a Novak Djiokovic y Rafael Nadal, han llevado a este deporte al siguiente nivel. Entre ellos tres, se han llevado al límite, se han llenado de tristezas, de alegrías, y exigido para ser cada día mejores.
Aquí tengo que hacer un reconocimiento especial y totalmente sincero a la nobleza de la rivalidad entre Rafael Nadal y Roger Federer. A partir de su primer encuentro en la ronda de 32 en el Master de Miami en 2004, se han enfrentado 40 veces, donde el español lleva la delantera con 24 victorias, y 16 para el suizo. También la ventaja en finales de Grand Slam (14-10) es para el mallorquín. Sin embargo, no importa quien ha ganado mas partidos entre ellos dos. Lo realmente valioso es la evolución de su relación a través de los años. Pasaron de ser el Némesis el uno del otro, a ser compañeros, a ser maestros el uno del otro, llevándose al máximo nivel, y finalmente en esta ultima etapa, a ser amigos.
Ha sido un viaje increíble, rompiendo la imagen de rivalidades deportivas como Sampras y Agassi quienes en ocasiones llevaron su rivalidad a los micrófonos, o Muhamad Ali contra George Foreman, donde el lenguaraz de Muhamad se autoproclamaba como el más grande del mundo. Al contrario, Federer y Nadal aprovecharon su enfrentamiento para hacerse mejores deportistas, mejores personas y acercarse como amigos. Algo realmente sublime, y muy necesario en estos días.
Personalmente, creo que Federer no solo ha roto paradigmas deportivos, sino sociales. La masculinidad siempre se ha presentado como aquel macho que no llora, que no es sensible, que no puede admirar o incluso querer a otro hombre porque se cuestiona su hombría. Sin embargo, Roger ha destacado las virtudes de su rival y amigo Rafael Nadal cada vez que puede, dejando claro que eso no lo hace ni más ni menos hombre.
El ultimo esquema que rompió, fue el pasado viernes en su despedida, en donde su sensibilidad y amistad con Rafa se hicieron evidentes. En un momento de absoluta emocionalidad, en plena ovación del público y viendo el video de su despedida, no aguantó las lagrimas y tomó la mano de su amigo, para sentir ese apoyo que era tan necesario en ese momento.
Ambos saben que sus carreras están terminando, y conocen lo crucial de ese momento. Así como lo hicieron en las canchas, ahora en su retiro del tour ATP, necesitan el uno del otro para pasar este momento. Los dos saben el reto que será adquirir una rutina fuera de las canchas.
Roger con el gesto de tomar la mano de su amigo, sumado a su sensibilidad en las derrotas y las victorias, demuestra que la masculinidad de siglos pasados esta cambiando. La hombría da espacio para momentos de debilidad emocional y para admiración de congéneres. Es aceptado, respetado e incluso admirado.
Roger Federer deliberadamente ha cambiado la historia del tenis, pero sin intención, hizo evidente el cambio que esta sufriendo nuestra sociedad.