En el primer mes de la cuarentena en Colombia las remesas en dólares cayeron un 51,2%; solo se recibieron US$341 millones. Ya en mayo de 2020, el Banco Mundial predecía que las remesas a nivel global caerían 20%. El cierre de fronteras y mayor desempleo en el exterior las debió frenar, pero los giros extranjeros crecieron 2,5% en 2020 para alcanzar US$6,902 millones, una cifra record. El dato del 13 agosto de 2021 mostró mayor dinamismo con crecimiento del 32,2% frente al mismo periodo del año anterior. Pero con la devaluación de 15,27% del peso su impacto en la demanda fue aún mayor, cada dólar de remesas rindió mucho más. Sin este estímulo económico nuestra preciada reactivación estaría fundida.
El impacto de las remesas ya es trascendental, la inversión extranjera directa durante el mismo periodo cayó 12,6%, solo US$4,262 millones. La dependencia a giros extranjeros viene incrementando: en 2010 representaban 1,41% del PIB, pero en 2020 alcanzaron 2,53% del PIB. Para algunas regiones las remesas ofrecen un piso social, Valle del Cauca recibe más que Antioquia y Bogotá, y Risaralda más que Atlántico y Santander. Un estudio de Aarón Levy Garavito, muestra cómo por lo menos 350 mil familias se benefician. Si no fuera por estos flujos, la tasa de cambio estaría mucho más devaluada, lo social aún más deteriorado.
El relativo desbalance del apoyo social de EEUU frente a América Latina, creó un desbalance de liquidez sin antecedentes. Según el CFO de Western Union “los montos de envío han aumentado entendiendo que en EEUU se puede y en los países destino hay mayor necesidad.” Los cheques de apoyo para los que ganan menos de US$65,000 al año en EEUU son en promedio de US$3,450. La pronta reapertura de la economía, en conjunto con un incremento en la demanda laboral en construcción y servicios, incrementaron los recursos disponibles.
La economía digital también ha facilitado el envío de remesas. La meta de los ODS es lograr que el costo de todas las remesas sea menor al 3%. Un análisis de Visa sobre el impacto digital muestra que ya se bajaron los costos por debajo de la meta en 21 de los 28 principales destinos de envió desde EEUU, incluyendo Colombia. Pero no solo es un tema de costo, el giro digital también se recibe inmediato.
Es fundamental aumentar el número de servicios de giros, simplificando barreras regulatorias. Los procesos relacionados con cuentas maestras que distribuyen hacia cuentas individuales son dispendiosos. Los controles estadísticos del BanRep muchas veces son obstáculos en la era digital. Perfeccionar acuerdos internacionales de giros bancarios como el de México-EEUU debe ser una prioridad para Min Hacienda. Mejorar la calidad de los datos también haría posible ofrecer crédito a los receptores de remesas.
Al ritmo actual, las remesas de este año podrían acariciar por primera vez los US$10.000 millones; si fuera industria, las remesas serían la principal exportación. Un impacto equivalente al del presupuesto de inversión del gobierno nacional. Pero el esfuerzo de la carga regulatoria está orientado a optimizar estos últimos flujos mientras las remesas son cenicientas. No solo económicamente han incrementando su relevancia, desde el punto de vista social, su capilaridad ofrece un dividendo incalculable.