“No estoy de acuerdo con ningún tipo de violencia que se ejerza en contra de los animales”
En el año 2020 en el Concejo de Bogotá fue aprobada una iniciativa normativa que busca desincentivar las corridas de toros en la ciudad, por medio de la implementación de medidas como la eliminación de todos los instrumentos que laceren, corten, mutilen hieran, quemen o lastimen en cualquier forma a los animales (banderillas, pica, estoque), así como la muerte del toro en la plaza. Claramente, la eliminación de los instrumentos de tortura es un primer paso para empezar a desestimular la tauromaquia. Desde la aprobación del acuerdo, la tauromaquia dejó de practicarse en la Plaza de Toros la Santamaría.
En los últimos días ha generado gran revuelo entre los animalistas y en la opinión pública la decisión de la Corte Constitucional de revocar esta medida y devolver la tauromaquia a la plaza, de tal manera que el gobierno distrital está obligado a restablecer la práctica taurina de forma inmediata.
Es claro que la Corte Constitucional ha reservado al Congreso de la República la facultad de prohibir las ferias taurinas en Colombia. Cabe señalar que el pasado diciembre, la Plenaria del Senado aprobó el Proyecto de Ley 085 de 2022, por el cual se prohíben progresivamente las prácticas de entretenimiento cruel con animales, señalando directamente a las corridas de toros.
El proyecto de Ley señalado anteriormente, que por cierto fue una iniciativa de la Bancada del Partido Liberal, se sustentó en la necesidad de avanzar en el reconocimiento de los animales como seres sintientes y la obligación de que sean sujetos de una protección constitucional y legal especial.
Alrededor de la tauromaquia se han generado unos mitos que personalmente me generan dudas y un gran rechazo[1]:
El primero de estos es que “el toro no sufre”, frente a lo cual es preciso señalar que el toro sí sufre como cualquier individuo con sistema nervioso central, de modo que sufre física y psicológicamente.
El segundo mito es que “las corridas de toros deben ser preservadas porque son arte y tradición”, pero el hecho que algo sea una tradición no necesariamente implica que deba continuar teniendo lugar. Algo puede ser tradicional en una cultura y ser injusto. Al considerar una práctica como la tauromaquia, se deben tener en cuenta no sólo los intereses de los seres humanos sino también los de los animales afectados por ella (toros y caballos). El interés en no ser víctima de graves sufrimientos y de su posteriori muerte es más importante que el interés de disfrutar de un espectáculo o una tradición. El interés de los animales sometidos a sufrimiento en las actividades taurinas debe tener más peso que el de los aficionados a esta práctica. Las tradiciones de algunos seres humanos a costa de hacer daño a animales de otras especies pueden considerarse un ejemplo de especismo (discriminación de los que no pertenecen a cierta especie).
Por supuesto que la implementación de la decisión de prohibir la tauromaquia debe incluir programas efectivos de reconversión económica para las personas que demuestren que sus ingresos y sustento económico principal se derivan de las corridas de toros.
[1] Diario El Salto (2018). “¿El toro no sufre?” Ocho mitos de la tauromaquia, desmontados. Recuperado de https://www.elsaltodiario.com/tauromaquia/el-toro-no-sufre-desmontamos-los-mitos-mas-extendidos-de-la-tauromaquia-