Termina el año, con dos Ministerios de Salud antagónicos entre sí. El primero, enfocado en la evidencia, terminó de sortear exitosamente el reto de salud pública más grande que haya tenido el mundo y el país en el último siglo, así muchos estén obsesionados por hacer creer lo contrario —con base en chismes y especulaciones—. El segundo, con un alto sentido social, pero carente de método, estructura y capacidad técnica.
De la actual administración, solo hemos visto anuncios sin contenido: una reforma a la salud, cuyo texto nunca llegó, al menos en este año; un Modelo Preventivo Predictivo que a última hora resultó ser un “programa” sin lineamientos para su implementación; un ajuste al Plan Decenal de Salud Pública 2022-2031 que no se ha dado; unas vacunas contra la viruela símica donadas que nunca llegaron; un cierre financiero del sistema de salud, que no se dio, basado en un promedio que nadie nunca entendió; un Plan de Salud Rural y un Plan de Enfermedades Huérfanas que nunca se expidieron, aún estando listos para ello; una Pandemia que no ha concluido y ni hablar de la vacunación Covid-19 que no aumentó su ritmo y cobertura; la lista continúa.
De lo más significativo, es el mencionado programa Preventivo Predictivo, que con bombos y platillos se lanzó en Aracataca en un evento multicolor lleno de simbolismos inconexos, y con el propio Presidente, que sin duda, no sabía que lo llevarían a anunciar algo que no tiene ni pies ni cabeza. Un programa sin lineamientos técnicos, sea por Resolución —lo más idóneo— o por documento guía, para que los múltiples agentes entiendan sus responsabilidades y líneas de acción al respecto, y por tanto, se pueda implementar mínimamente bien en los distintos territorios. Más aún, los mismos son condición sine qua non para hacerle un adecuado seguimiento al uso de los recursos públicos de todos los colombianos —a todas éstas ¿y dónde está la Contraloría? —. Lo más triste es que, cuando se le preguntó a la Ministra Corcho por esto, con tono de burla exclamó que estaba preocupada por la realidad, no por documentos ¡Cuánto menosprecio por la función pública, la transparencia y la rendición de cuentas ciudadanas!
En cuanto a la Pandemia y la vacunación Covid, parece que el Ministerio de Salud “no tiene velas en ese entierro,” y sí, parece el entierro de la rectoría sobre el sistema de salud. Lo único que vimos fueron tímidas declaraciones sobre el papel de las EPS para vacunar, asumiendo que un problema de salud pública como éste no es de competencia de esa Cartera. Irónicamente, en el empalme, las personas que luego formarían la administración, pedían extender la emergencia sanitaria —incrédulos del enorme costo fiscal que eso representaba para el sistema, el mismo hueco financiero que no han podido subsanar, aun sin esa extensión— y argumentaron que “era necesario aumentar el ritmo de vacunación;” bueno, no solo no lo lograron, sino que tampoco expidieron ningún instrumento de política para ello.
Y, por último —solo para dejar de atiborrar de desaciertos esta columna—, queda el sinsabor de una reforma a la salud que pareciera anticiparse con medidas de facto como “provocar una crisis” —palabras textuales de la Ministra— financiera en el sector, pero que de fondo nadie conoce. Este año nos deja solo unos mensajes incoherentes como que las EPS no se acabarán, pero se convertirán en redes de prestadores, o que los gremios participarán de formular la reforma, pero en una mesa de transición —es decir, en la implementación de la reforma, no su construcción—, esto último celebrado por el aseguramiento, posiblemente con algo de vergüenza sobre el pobre desempeño histórico de varias EPS.
En fin, es mejor terminar el año con los famosos rituales, creo que comeré 12 uvas por el sistema de salud y para que el Presidente se percate y enderece este sector tan importante para sus propósitos sociales.
Germán Escobar Morales.