Esta semana el expresidente Uribe recibió críticas, incluso de corporados y militantes del Centro Democrático por escribir en su twitter: “No estoy de acuerdo con los textos de La Habana pero saludo elección de la Senadora Griselda Lobo como 2a VicePte del Senado, discute con argumentos y es coherente a diferencia de quienes contrastan entre apariencia democrática y vocación Castro-Chavista. Voté en blanco por disciplina”.
Sorprenden las declaraciones de quienes se extrañaron por su afirmación. Dan cuenta del desconocimiento que tienen de las tesis y principios que motivaron la creación del Centro Democrático y que están plasmadas en la declaración política del 20 de enero de 2013, en la que se lee: “Hacemos una invitación especial al Partido Conservador, al Partido de la U, a sectores liberales y de la izquierda democrática, a otros movimientos políticos y a ciudadanos sin partido. Esta debe ser la base de una verdadera unidad por el avance de Colombia y no sólo por la gobernabilidad de un mandatario (…)”.
Desconocen el contenido mismo del trino del expresidente en el que, luego de reiterar su desacuerdo con los textos de La Habana, saluda el nombramiento de la Senadora Lobo porque debate con ideas y coherencia en contraposición a otros senadores que esconden su propensión castro-chavista, bajo apariencias democráticas. Termina su mensaje resaltando que votó en blanco por disciplina; principio del que él es ejemplo dentro del Partido que preside.
Desconocen que el expresidente es un demócrata que antepone los argumentos y las ideas a los ataques personales. Un demócrata que lideró la creación del Centro Democrático, un partido político con un gran sentido social que como su nombre lo indica, tiene una línea de pensamiento de centro, incluyente y participativa en la que confluyen diversos matices y que agrupa o representa a trabajadores, maestros, empresarios, personas que militaron en expresiones asociadas a la organización sindical o incluso en grupos rebeldes y que compaginan con Oficiales de las Fuerzas Militares de Colombia en uso de su retiro.
Desconocen que la línea de pensamiento de Uribe no es de extrema derecha. Ese calificativo es ideado por quienes, como él bien describió en su trino, “contrastan apariencia democrática y vocación Castro-Chavista”. A ellos les conviene que en el imaginario colectivo se repita esa mentira una y otra vez para convertirse en una “verdad imaginaria” que valide su existencia.
No es de extrema derecha una Colombia con menos impuestos y mejores salarios ni la propuesta de una Colombia con el programa de Ingreso Solidario, del Presidente Iván Duque, como política de Estado. No es de extrema derecha la propuesta de reducir la jornada laboral sin afectar los salarios ni lo es defender a Colombia del socialismo fracasado que extermina las libertades. Estas, entre muchas otras tesis y propuestas, sirven como ejemplo para sustentar mi afirmación; el espacio de mi columna no me permite referenciarlas a todas.
Los invito a que estudien las políticas y resultados del Gobierno del expresidente Uribe y las tesis del Partido Centro Democrático para que no hagan juicios carentes de argumentos. No vaya a ser que sus omisiones y opiniones simplistas se conviertan en el mejor aliado de la llegada del castro-chavismo a Colombia.