Como niño estrenando niñera, vuelve y juega este gobierno a hacer de las suyas, esta vez, en cabeza de la Prosperidad Social de los colombianos desde donde esperamos no aplique el polígrafo para fijar políticas, planes y proyectos, en beneficio de la asistencia y atención de quienes son víctimas, entre otros, de la exclusión social.
Un desacierto más, designar a una persona quien, según medios de comunicación, no cumplía con el pago de la seguridad social a una madre cabeza de familia, a quien confiaban más que el cuidado de un niño, para que formule, coordine e implemente la justicia social y económica de la población en situación de vulnerabilidad.
Es decir, alrededor de 9 billones de pesos, equivalente al presupuesto de tres ministerios, quedan al libre albedrío de quien, con escasos tres años de experiencia en el sector público, es sin lugar a dudas, otra de las nefastas decisiones de Gustavo Petro.
No obstante, la voluntad del primer mandatario de los colombianos “representa” el clamor popular de quienes “mayoritariamente” confiaron en él cuando depositaron en las urnas su voto de confianza, la misma, que hoy se ve traicionada con esta decisión política que, para la mayoría, votantes y no votantes, es totalmente errada dada la ética y el tacto que hay que tener para dirigir una entidad como el DPS.
Si bien los cargos de confianza no tienen doctorado, resulta muy cuestionable que, con tan poca preparación y experiencia en lo social, una persona como Laura Sarabia, resulte de la noche a la mañana, a cargo de un programa que tiene como objetivo promover y apoyar a las mujeres más vulnerables, cuando ella, claramente no las respeta, como se evidenció en el caso de su exniñera, Marelbys Meza.
Coincido con quienes se refieren a este nombramiento como una “bofetada” por parte de este gobierno, para quienes creemos en la mujer como símbolo de dedicación, esmero y orgullo.
El entramado jurídico de esta “jugadita” del presidente, además de ser un nombramiento “sin vergüenza”, que le trae beneficios a quien no los merece, del mismo modo, se traduce en que la “niña consentida” del presidente, termine ahora siendo aforada y, bajo esta figura, su caso pase de la Fiscalía a la Corte Suprema.
Así las cosas, con este regalo burocrático que en su tarjeta dice “para Laura del presidente”, entre ella y él, todo queda en “Paz y Salvo” y solo falta esperar, la recompensa para Armando Benedetti, quien hace parte de esta novela, también está investigado por la Corte Suprema y, quien, de seguro, está esperando por volver, volver, volver.
¿Será que los beneficios en este gobierno son solo para quienes van en contra de la ley?