Hazte la dura
Recuerdo que cuando era jovencita con mi grupo de amigas hicimos una web para divertirnos en la que nos dábamos consejos para “atrapar” al que nos gustaba. La web no tenía ningún otro fin que divertirnos y recordarnos que hay pequeñas cosas, simples, que podemos hacer para no caer en el victimismo sentimental, la primera de ellas, tal vez la más importante, era saber reírnos de nosotras mismas, la vida con humor se lleva mejor y si además sabes reírte de ti, eres invencible.
Mentiría si les dijera que recuerdo a la perfección los consejos que nos dábamos, no lo recuerdo, pero la web se llamaba “hazteladura.com” – no intenten buscarla, no existe- y esa era la base de todo nuestro planteamiento: a los hombres, varones, por su propia naturaleza masculina, les atrae más un no sostenido que un sí inmediato; pues todo lo que parece inalcanzable aumenta el deseo de alcanzarse. Esta premisa encierra una gran verdad humana, lo fácil de conseguir no causa emoción ninguna y a la larga acaba aburriendo. Uno cuida más lo que le es más difícil de lograr.
Recuerdo que hicimos un decálogo y que en él hablaríamos de la importancia que tienen sus amigos, los de él, pues son reflejo de una parte, la más lúdica y tal vez la más sincera. Estoy segura de que usaríamos el tópico de “mira como trata a su madre, pues así te tratará a ti” y no nos faltaría razón pues los tópicos guardan más verdad que muchos tratados de noviazgo. Daríamos importancia a cómo come, cómo viste, cómo te habla y cuánto tarda en responderte un sms, en aquel momento no había mensajería instantánea, ni era gratis. Hablaríamos de la importancia de ser amigos, de hablar, de pasear y de hacer planes en grupo y solos, los domingos que para nosotras puntuaban más.
En algún momento hablaríamos de la elegancia que supone dejarse invitar, tan necesario para fomentar la generosidad, y de saber corresponder a la invitación con otra, con un plan, con un libro o con un café otro día. De dejarse tratar bien, acudiendo a las costumbres de nuestros padres, porque lo que funciona tal vez no haya que cambiarlo: que te abran la puerta, que te dejen elegir primero, que te dejen caminar por el interior de la calle… detalles para nosotras importantes, porque eran señal de respeto, educación y delicadeza, y de hacerse respetar, clave en toda relación de pareja.
Seguro que escribimos sobre la prudencia; tan necesaria ante las ganas de continuar la fiesta con un desconocido en mitad de la noche o acudir a una cita que apetece, pero no convence, siempre mejor acompañadas. Y en algún momento hablaríamos de sexo y, apelando a la libertad de cada una, concluiríamos que siempre compensaba hacerse la dura- pues ese era el tema de la web.
Alguna cláusula escribiríamos sobre no abandonar al grupo de amigas y tenerlo siempre abierto para acudir en su ayuda y buscar consuelo en caso de ruptura o desengaño y eso… no ha cambiado.
Era una web graciosa, sencilla, con fotos de mis amigas y de la que se desprendía un gran sentido común, hoy probablemente lo tacharían de mojigatería, pero lo cierto es que visto lo visto y tras los escándalos sexuales del panorama político de la izquierda más extrema de mi país, me dan ganas de volver a activarla y pasársela a las feministas de la izquierda histérica que al parecer han sido baboseadas, manoseadas y humilladas por los machos alfa de su grupo. Parece que pocos se salvan.
Las feministas del hermana yo si te creo, a veces, denotan una falta de amor propio, brutal. Un total vacío de respeto a sí mismas. Van tan de sobradas que han obviado la responsabilidad y la prudencia que conlleva ejercer la libertad. Y pasa, que después de un desengaño en lugar de entonar un mea culpa, cuando se han sentido sucias, utilizadas y menospreciadas interponen una demanda al sobón de turno. Queridas hermanas de la izquierda, el respeto de los demás se gana a base de respeto a una misma, de prudencia en el obrar y de verdad en la intención. Si alguna premisa falla, el resultado sólo te afecta a ti, que eres libre de actuar.
Empiezo a pensar que esa ley chapuza del solo sí es si es más una vendetta de un grupo de ninis contra su grupo de universitarios trasnochados. Ya lo avisé en su día y a la luz de los hechos me reafirmo; quieren despojar de toda responsabilidad a la mujer libre, infantilizándola, y a la que verdaderamente sufre ningunearla- de hecho, las políticas de igualdad y contra la violencia de género no sirven de nada y los números aumentan cada año-, y penar siempre al hombre, que da igual que sobe, viole, ultraje y manosee en contra de la voluntad de la mujer o no. Él ha de pagar la mala cabeza de la que se fue una noche de fiesta y se acostó con un sobón.