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Etiqueta: Juan Camilo Clavijo

La guerra es la paz; la libertad es la esclavitud; la ignorancia es la fuerza

Harvard es una institución antisemita de extrema izquierda, como muchas otras, con estudiantes de todo el mundo que quieren destrozar nuestro país. El lugar es un desastre liberal, que permite que un grupo de lunáticos desquiciados entren y salgan del aula y profieran falsa ira y odio. ¡Es realmente horrible! Ahora, desde que comenzaron nuestras denuncias, se comportan como si fueran todos unos simples pasteles de manzana americanos (‘American pies’)”, escribió Trump en una publicación en Truth Social el jueves. (Político, 24 de abril de 2025).

Así como ha atacado todo lo relacionado con la sostenibilidad —mezclándolo con temas como la izquierda radical, el movimiento woke y el ahorro del erario público, el presidente Trump continúa su cruzada contra todo lo que no esté alineado con lo que él piensa, siguiendo la misma estrategia que ha utilizado contra las causas verdes.

 

Tomemos como ejemplo su mensaje en la red social Truth Social. En ese mensaje mezcla:

  • Ataque frontal contra el antisemitismo.
  • Acusación a la Universidad de Harvard de ser parte de la izquierda radical.
  • Ataque al liberalismo (¿reflejo de la muerte de la democracia liberal?).
  • Descalificación de los estudiantes que protestan.
  • Reiteración de que la inmigración es una amenaza para Estados Unidos.
  • Reafirmación de la idea que el resto del mundo abusa del país.

Si analizamos ese corto mensaje, contiene una cantidad de afirmaciones aparentemente inconexas, pero presentadas de forma astuta para justificar su ataque a la universidad. Todo se articula desde su plataforma ideológica, una mezcla de posturas, conceptos y lecturas sin un norte claro, pero con una lógica comunicativa poderosa.

Y es que, si observamos las herramientas históricamente utilizadas por caudillos y dictadores, este tipo de mensajes siguen una lógica argumentativa muy efectiva. Es la combinación perfecta para generar titulares, justificar acciones, derrotar adversarios e invisibilizar debilidades. Lo vemos a diario en las noticias.

¿Cuál es la estrategia y con qué objetivo?

  • Superposición de narrativas

Usa múltiples hilos temáticos al mismo tiempo (seguridad, soberanía, moralidad, economía), logrando que el discurso parezca coherente y justificado desde diferentes frentes.

Objetivo: Control del pensamiento y las emociones. Al generar miedo, odio o confusión, es más fácil manipular la percepción de la realidad. El miedo, en particular, lleva a aceptar medidas represivas “por seguridad” o “por el bien común”.

  • Creación de un enemigo común (real o imaginario)

Se identifica o fabrica una amenaza clara —ya sea un grupo interno (inmigrantes, minorías, oposición política, medios) o externo (ONGs, gobiernos extranjeros, élites globales)— y se asocia con problemas tangibles como el desempleo, la criminalidad o, en este caso, las universidades.

 Objetivo: Deslegitimar y deshumanizar a los oponentes. Las críticas legítimas se convierten en amenazas existenciales. Los opositores no solo se critican, se convierten en traidores o enemigos de la nación.

  • Lenguaje emocional y sensacionalista

Se recurre a expresiones cargadas emocionalmente como “abuso de nuestro país”, “decadencia”, “pureza”, “resistencia”, que apelan tanto al orgullo como al temor.

Objetivo: Crear una narrativa única y dominante. Se construye una historia simple y polarizada: todo lo bueno viene del líder, todo lo malo de “los otros”.

  • Confusión estratégica

Se mezclan verdades parciales con mentiras flagrantes, lo cual dificulta la verificación y alimenta la incertidumbre. Así se promueven fake news y se niegan hechos reales.

Objetivo: Desgastar la verdad. Esta desorientación —lo que algunos llaman “gaslighting colectivo”— mina la capacidad de resistencia cívica.

  • Apelación al caos controlado

Se presenta una narrativa donde, sin el liderazgo del emisor, el país caería en el caos. Se exageran o fabrican crisis para justificar su protagonismo.

Objetivo: Justificar el autoritarismo. Se normaliza el uso de medidas excepcionales (censura, represión, militarización) como “patriotismo” o “protección”.

  • Apropiación del lenguaje del adversario

Se utilizan términos como derechos humanos, justicia o democracia, pero redefinidos desde su lógica ideológica, vaciándolos de contenido real.

Objetivo: Fidelizar una base fanática. Los discursos polarizantes generan identidades rígidas. La base no solo lo sigue: se siente parte de una cruzada.

Por ende, estos mensajes aparentemente erráticos o salidos de tono tienen todo el sentido dentro de una administración que busca anular libertades (como en el caso de Harvard), eliminar frenos y contrapesos propios de una democracia, debilitar a sus oponentes y conducir a Estados Unidos hacia un régimen basado en la ilusión de la eficiencia tecnológica y la austeridad extrema, como lo evidencia la agencia DOGE liderada por Elon Musk.

Por eso, es crucial diseccionar el discurso de Trump y de otros líderes contemporáneos para no caer en la reactividad, la hipersensibilidad, ni en el miedo. Está más que demostrado que nos corresponde a los ciudadanos informarnos, formarnos y filtrar críticamente las noticias que recibimos a diario, si realmente aspiramos a una sociedad más justa y una vida más tranquila.

“La guerra es la paz. La libertad es la esclavitud. La ignorancia es la fuerza.”

— George Orwell, 1984

Juan Camilo Clavijo Martín

Los aranceles van mas lejos

Donald Trump impuso el miércoles aranceles globales a las importaciones de bienes hacia Estados Unidos, desatando una histórica guerra comercial.

Aunque todos los países del mundo se verán afectados por un gravamen base del 10 % a los productos, más de 60 Estados o bloques comerciales enfrentarán aranceles aún más altos.

 

Estos afectan a todos, desde aliados históricos de EE. UU.—como la Unión Europea (20 %), Corea del Sur (26 %) y Japón (24 %)—hasta algunas de las naciones más pobres y vulnerables del mundo, como Camboya (49 %) y Laos (48 %). (CNN en Español, 3 de abril)

La conmoción mundial provocada por los aranceles masivos impuestos por el presidente Trump no ha terminado, pero el mundo respiró con alivio cuando, este miércoles, anunció que serían finalmente menores de lo anunciado, y que otorgaba una pausa de 90 días a los países más afectados para que pudieran negociar nuevos acuerdos con su gobierno. (BBC, 10 de abril)

Los aranceles anunciados por la administración estadounidense, y su posterior pausa, no solo afectan los mercados o elevan los precios para el consumidor estadounidense, o provocan únicamente represalias similares en otros países. También debilitan de forma clara a las industrias verdes y a la innovación tecnológica, impactando directamente la sostenibilidad.

Desde una perspectiva ideológica, estas medidas están alineadas con la intención del expresidente de eliminar todas aquellas políticas y regulaciones que, según su visión, bloquean la explotación minero-energética. Esto va en consonancia con una base política que niega el cambio climático y con sectores radicales del Partido Republicano que perciben la sostenibilidad como una causa «woke». Así, los aranceles anunciados (y ahora en pausa) afectan una parte significativa de la economía verde.

Por ejemplo, la Asociación de la Industria del Plástico de EE. UU. (PLASTICS) ha expresado su profunda preocupación por los aranceles aplicados a países clave como Canadá, México y China. Estas medidas han interrumpido el flujo de maquinaria, productos y materiales esenciales, impactando sectores estratégicos como la atención médica, los bienes de consumo y la industria automotriz.

En 2023, las exportaciones de plásticos de EE. UU. alcanzaron los 74,200 millones de dólares, superando las importaciones y generando un superávit comercial de 958 millones de dólares. Sin embargo, los nuevos aranceles amenazan con erosionar esta ventaja al incrementar los costos y poner en riesgo las cadenas de suministro.

En el sector de energías alternativas, en 2018 se impusieron aranceles del 30 % a los paneles solares importados, lo que encareció los proyectos solares y provocó la pérdida estimada de 23,000 empleos en EE. UU., especialmente en instalación y mantenimiento. Según la Solar Energy Industries Association (SEIA), estos aranceles llevaron a la cancelación de proyectos equivalentes a 10.5 gigavatios de capacidad solar, lo que representó una pérdida aproximada de 62,000 empleos entre 2018 y 2021.

Actualmente, la mayor parte de la cadena de suministro mundial de paneles solares se origina en China, país que enfrenta aranceles del 50 % sobre la importación de células y módulos solares. A esto se suma una tasa arancelaria recíproca adicional del 125 %. Como respuesta, los proveedores chinos han trasladado sus cadenas de suministro a Vietnam, Tailandia, Malasia y Camboya, que ahora abastecen más del 80 % de los módulos solares utilizados en EE. UU. Esto significa que, aunque estos países enfrentan aranceles “moderados” del 10 %, el costo de la energía solar en EE. UU. igualmente aumentará.

En el caso de la energía eólica, los aranceles del 25 % sobre componentes importados desde México y Canadá incrementaron en un 7 % los costos de las turbinas terrestres y en un 5 % los costos generales de los proyectos, lo cual podría frenar el crecimiento de esta industria.

Por otro lado, para las fábricas y propietarios de vehículos eléctricos, los aranceles son una pésima noticia. Aproximadamente el 75 % de las baterías de iones de litio del mundo se fabrican en China. Estas medidas han encarecido componentes esenciales, ralentizando el desarrollo de sectores estratégicos.

Estos impactos evidencian que, aunque el presidente Trump subestime la importancia de estas industrias y su aporte a la economía estadounidense, son fundamentales para los consumidores, para empresas como Tesla (del amigo Elon Musk, en el caso de las baterías eléctricas) y, sobre todo, para los trabajadores.

Más preocupante aún, los aranceles están golpeando a una industria considerada «woke», lo que refuerza su alineación ideológica. Todo lo que incluya términos como sostenibilidad, ESG o “verde” es cancelado de inmediato, ignorando su aporte en innovación, su capacidad para responder a la demanda de una parte importante de la población, su rol en la creación de empleos y su contribución al desarrollo de nuevas tecnologías y empresas.

«La defensa es más importante que la opulencia. Pero proteger industrias ineficientes solo porque existen, es un lujo costoso.»

— Adam Smith, «La riqueza de las naciones» (1776)

Juan Camilo Clavijo

¿Y ahora quién podrá salvarnos?

WASHINGTON (AP) — Marc Rosenberg, fundador y director general de The Edge Desk en Deerfield, Illinois, se prepara para presentar una elegante silla ergonómica diseñada para reducir el dolor de espalda de los clientes y aumentar su productividad. Calcula que la más cara se venderá por más de 1.000 dólares. Sin embargo, no ha logrado fijar un precio y está reduciendo a regañadientes el envío que trae a Estados Unidos desde China.

Hay una razón para su cautela: la guerra arancelaria del presidente Donald Trump, siempre cambiante, con idas y venidas, que afecta a los tres mayores socios comerciales de Estados Unidos: México, Canadá y China. (AP, marzo 6, 2025).

 

La confusa guerra comercial de Donald Trump está afectando el normal desarrollo de los negocios. No solo con Canadá y México, sino también con China. A pesar de la constante confrontación, este país es clave para los empresarios de Estados Unidos. Las empresas, sean grandes o pequeñas, no pueden planear o tener horizontes de compras, inversiones o expansiones con un panorama tan confuso e incierto como el que lidera el actual presidente de Estados Unidos.

Según The Hill, una revista política de Estados Unidos:

«La caída de los mercados tras los nuevos aranceles de Trump, los despidos masivos de trabajadores federales, el estancamiento de la inflación y la ralentización del crecimiento económico aumentan la incertidumbre y el interés antes de la publicación del informe por parte del Departamento de Trabajo.

El Promedio Industrial Dow Jones cerró el jueves con una pérdida de 400 puntos, cayendo un 1 por ciento en el día. El índice compuesto Nasdaq cayó un 2,6% en la jornada, hundiéndose un 10% desde su máximo más reciente y entrando en territorio de corrección. El índice S&P 500 bajó un 1,8%.

«Hoy ha sido el día en que el miedo al crecimiento se ha hecho realidad», dijo Callie Cox, estratega jefe de mercado de Ritholtz Wealth Management, en una entrevista el jueves.

Cox explicó que las ventas del jueves se debieron en gran medida a un desalentador repunte de los despidos corporativos, según informó la empresa de empleo Challenger, Gray and Christmas.”

Este estilo de negociar podría entenderse como una puesta en práctica de las lecciones del libro The Art of the Deal, escrito por el propio presidente de Estados Unidos. Para algunos, podría ser un acierto y casi una necesidad para un sistema político que requiere tantas reformas.

Sin embargo, la incertidumbre causada por su estilo de negociar, que afecta la estabilidad para hacer negocios (lo cual él defiende con fuerza), demuestra que este enfoque de «negociar con fuerza» o «responder más fuerte» no funciona en el entorno público. Esto se debe a que existen muchas variables a considerar, numerosos grupos de interés con los cuales negociar, y muchas más personas a las que se afecta con las decisiones.

En su libro, Trump también afirma que se debe «conocer el mercado» en el que un negocio está incursionando. Si esto es cierto, entonces muestra una clara falta de comprensión sobre cómo funciona la economía en el contexto de una guerra comercial. Más aún, revela un desconocimiento total de la historia y las consecuencias nefastas de una guerra comercial, al ignorar las trágicas repercusiones del Smoot-Hawley Tariff Act de 1930.

Por otro lado, ¿qué queda por hacer en esta cambiante guerra comercial? Se pueden crear incentivos y regulaciones que prioricen sectores estratégicos, como el sector ambiental o verde. Un ejemplo de esto es el Inflation Reduction Act en EE.UU., que otorga subsidios a las energías limpias o incentivos a la producción nacional de tecnologías verdes.

Además, se pueden diseñar vehículos innovadores de financiación para sectores sostenibles. Los bonos e infraestructura verde, así como la tecnología que aporte a la sostenibilidad, pueden ser herramientas para mitigar las terribles consecuencias de la guerra comercial. Igualmente, se puede relocalizar cadenas de suministro y proveedores para hacer frente a los aranceles, a través de la producción local y la economía circular.

Ante esta nueva realidad, se deben buscar formas de adaptación a las nuevas realidades económicas y empresariales. Los emprendedores tendrán que ser creativos, porque las perspectivas de que esta situación mejore, o siquiera cambie, en el mediano plazo son muy bajas.

Joseph Schumpeter (economista) dice: «El capitalismo es, por naturaleza, un proceso de cambio continuo y disruptivo.»

Paul Romer (Premio Nobel de Economía) responde: «Una crisis es una cosa terrible para desperdiciar.»

Juan Camilo Clavijo

Este cuento no es woke

El expresidente Donald Trump, en su primer lunes de regreso a la Casa Blanca, emitió una serie de órdenes ejecutivas que revierten las políticas climáticas de la administración Biden y ordenan a las agencias federales acelerar la concesión de permisos energéticos. Entre ellas, una disposición clave instruye a las agencias a eliminar los cálculos del “costo social del carbono” en todas las decisiones regulatorias y de permisos federales.

“El cálculo del ‘costo social del carbono’ está marcado por deficiencias lógicas, una base científica empírica pobre, politización y la ausencia de un fundamento en la legislación”, establece la orden. “Su abuso retrasa arbitrariamente decisiones regulatorias y, al hacer que la economía de los Estados Unidos no sea competitiva a nivel internacional, fomenta un mayor impacto humano sobre el medio ambiente al otorgar a los productores extranjeros de energía menos eficientes una mayor participación en el mercado global de energía y recursos naturales”. (AIP, 23 de enero de 2025)

 

Durante su campaña, Trump atacó con vehemencia las políticas climáticas, vinculándolas con el movimiento woke, un término cuyo origen se encuentra en las comunidades negras de EE.UU. Originalmente, woke (de wake up, «despertar») describía a personas conscientes de las injusticias sociales y raciales. Por su parte, el Oxford English Dictionary incorporó el término en 2016 con la definición:

Alerta ante la injusticia en la sociedad, especialmente el racismo.

Sin embargo, en la actualidad, la palabra se ha politizado y en muchos contextos es utilizada con connotaciones negativas. Según el mismo diccionario:

Esta palabra a menudo se usa con desaprobación por parte de personas que consideran que otros se ofenden con demasiada facilidad por estos temas o los discuten en exceso sin lograr cambios significativos.

En EE.UU., donde la polarización en torno al término es más marcada, sectores conservadores culpan al woke de la corrección política (la tendencia a evitar expresiones consideradas ofensivas o excluyentes) y de la cultura de la cancelación, en la que figuras públicas pierden oportunidades tras controversias políticas o acusaciones de conducta indebida.

¿Qué relación existe entre el woke y el cambio climático?

Omitir u olvidar los objetivos ecológicos y éticos puede ya no ser bien visto. Adoptar metas de sostenibilidad, comprometerse con la descarbonización y electrificación del transporte se ha convertido en parte del ideario woke. Sin embargo, este fenómeno va más allá de una supuesta “corrección política”.

¿Los activistas han llevado demasiado lejos el debate sobre la sostenibilidad? ¿O la crítica ambiental y ética a las corporaciones es legítima y necesaria?

Según Micha Narberhaus (Medium), en el libro Diversifying Power, la experta en energía Jennie Stephens sostiene que la clave para abordar eficazmente la crisis climática es diversificar el liderazgo para que las prioridades antirracistas y feministas sean centrales.

En este sentido, organizaciones ambientales como Friends of the Earth han adoptado este mensaje. Por ejemplo, la cuenta en X (antes Twitter) de Friends of the Earth International expresó su apoyo a Black Lives Matter, incluyendo el hashtag #DefundPolice. Esto refleja el vínculo entre movimientos antirracistas y la lucha contra el cambio climático.

La intención detrás de esto parece ser construir un movimiento más amplio y poderoso, integrando múltiples causas en una lucha común. Pero ¿ha sido efectiva esta estrategia? ¿Se ha consolidado un movimiento internacional?

El cambio climático como parte de la reacción anti-woke

Si el cambio climático se volvió parte de la agenda woke, la respuesta anti-woke no tardó en llegar.

Es hora de despertar y tomar conciencia del woke, un movimiento fanático que se apodera del mundo gritando ‘somos mejores que ustedes’, de la misma manera que los nazis decían a los judíos ‘somos superiores a ustedes’. (Ravi Shankar, 16 de noviembre de 2024, The Indian Express)

Shankar continúa señalando que woke es una amalgama de justicia racial, derechos LGBTQ+, islamofobia, política de identidad y cultura de cancelación izquierdista. En su opinión, la palabra más “bacteriana” del día es “sostenibilidad”, un concepto noble en esencia, pero lleno de contradicciones en su aplicación.

Este rechazo ha impactado directamente en la inversión ESG (Environmental, Social, and Governance). Un ejemplo es la decisión del fondo de inversión Texas Schools de retirar más de 8.000 millones de dólares de BlackRock, en respuesta a una ley estatal “anti-woke” de 2022 contra la inversión ESG.

Hasta hace unos años, el acrónimo ESG era una etiqueta técnica. Hoy, en ciertos sectores, se ha convertido en un símbolo de la guerra cultural. Para algunos conservadores, la desinversión en combustibles fósiles impulsada por gestores como BlackRock no es una estrategia ambiental, sino un ataque ideológico contra la industria energética tradicional.

¿Woke vs. Anti-Woke es realmente el debate?

Vivimos en una era donde los datos lo son todo (Infocracia, Byung-Chul Han). Sin embargo, lejos de generar un debate informado, la polarización en redes sociales ha convertido la interacción entre personas, en cámaras de eco donde el disenso se cancela. En este sentido, el cambio climático no ha escapado a esta dinámica. En lugar de discusiones fundamentadas, el tema se ha reducido a un enfrentamiento pasional y vacío donde, claramente, el perdedor es el planeta y las acciones necesarias para protegerlo.

¿Cuál es la solución?

Más que debatir si la lucha contra el cambio climático pertenece a la agenda woke o no, es fundamental tomar distancia y analizar cómo llegamos a este punto de confrontación estéril, donde el otro es automáticamente invalidado sin importar la solidez de sus argumentos.

En los últimos años, incluso verdades científicas ampliamente aceptadas han sido cuestionadas, como si la Tierra es plana o redonda. ¿Por qué hemos llegado a dudar de lo evidente? ¿Es una elección propia o el resultado de la manipulación mediática y algorítmica?

Antes de entrar en una guerra ideológica, es crucial reflexionar: ¿vale la pena destruir un argumento solo porque proviene del lado opuesto del espectro político? ¿O debemos evaluar su validez en función de la evidencia científica e histórica?

En un mundo amenazado por el cambio climático, la prioridad debería ser la acción basada en hechos, no la retórica partidista.

La civilización no tiene necesidad de nobleza ni de heroísmo. Estas cosas son síntomas de ineficiencia política. En una sociedad adecuadamente organizada como la nuestra, nadie tiene oportunidades de comportarse noble o heroicamente. Un mundo feliz,  Aldous Huxley.

Juan Camilo Clavijo

Durante la administración Trump, seamos ruiseñores

LRQA, respaldada por Goldman Sachs, adquiere RESET Carbon, una empresa de gestión de carbono en la cadena de suministro

Crecimiento estratégico: Esta es la tercera adquisición de LRQA en tres meses, lo que fortalece sus capacidades en aseguramiento ESG y gestión de riesgos.

 

Enfoque en gestión de carbono: La adquisición responde a la creciente demanda de soluciones para la gestión de carbono en la cadena de suministro, en un contexto de mayor presión regulatoria e inversora.

Expansión global: La experiencia de RESET Carbon se ampliará más allá de Asia, aprovechando el alcance global de LRQA.

LRQA ha adquirido RESET Carbon, una firma líder en gestión de carbono corporativo y en la cadena de suministro, lo que refuerza su compromiso con el aseguramiento ESG, la sostenibilidad y la gestión de riesgos (ESG NEWS, enero 29, 2025).

Esta adquisición fortalece la capacidad de LRQA para ayudar a sus clientes a adaptarse a la evolución de las regulaciones ESG, especialmente en lo que respecta a la gestión de carbono en la cadena de suministro. Esto es clave para cumplir con los requisitos de reporte de emisiones de Scope 3, los objetivos voluntarios como los de SBTi y las futuras normativas que afectarán a industrias clave.

Según declaraciones del liderazgo de LRQA:

“Estamos encantados de dar la bienvenida a RESET Carbon a LRQA y a su solución única de gestión del carbono en la cadena de suministro. Juntos, ofreceremos una garantía ESG potente y basada en datos para clientes corporativos globales y cadenas de suministro.»

“Aprovechando la experiencia y el alcance mundial de LRQA, la asociación perfeccionará y ampliará nuestra exclusiva ‘solución de gestión del carbono en la cadena de suministro’ más allá de Asia, ofreciendo mejores conocimientos y capacidades de entrega a mayor escala, lo cual es esencial para el éxito.”

Sin embargo, lo realmente relevante de esta acción no es la adquisición en sí misma, sino lo que demuestra sobre el mercado. Esta transacción resalta que existen empresas que siguen apostando por la sostenibilidad y los principios ESG como un medio para cumplir con sus metas, gestionar riesgos, asegurar sus operaciones, así como, responder a las demandas del mercado y de sus clientes.

Esto también pone de manifiesto que actores clave del mercado, como Goldman Sachs, siguen creyendo en la sostenibilidad como un motor de crecimiento para las empresas. Esta postura contrasta con el discurso de la actual administración de Estados Unidos, que presenta los criterios ESG y la sostenibilidad como restricciones que impiden el crecimiento empresarial —de hecho, ha sido durante sus dos mandatos cuando se retiró al país de los Acuerdos de París.

Este fenómeno demuestra que la teoría accionista de Milton Friedman (1970) sigue vigente, en la que se priorizan las ganancias de los inversionistas. En este caso, si los inversionistas, los consumidores y otros actores del mercado (al menos una parte significativa de ellos) están a favor de la sostenibilidad, esta no desaparecerá, como espera el presidente republicano.

En la actualidad, los inversionistas enfrentan incertidumbre sobre la trayectoria de los fondos centrados en ESG en los próximos cuatro años. Según la Universidad de Michigan, aunque estos fondos han crecido a nivel internacional, alcanzando más de 40 billones de dólares en activos bajo gestión, las políticas federales de Estados Unidos podrían ralentizar su crecimiento en el país. No obstante, las tendencias internacionales y la demanda de los consumidores por inversiones sostenibles podrían continuar impulsando el crecimiento de ESG, incluso en un entorno regulatorio menos favorable.

A pesar de todo, las corporaciones deben equilibrar la presión de los cambios regulatorios con las expectativas de los consumidores, como ya lo han hecho en el pasado. Por ejemplo, muchas empresas aumentaron voluntariamente la divulgación de información sobre sostenibilidad durante la primera presidencia de Trump para atraer a inversores interesados en ESG, a pesar de la disminución de los mandatos federales. Amazon, por ejemplo, amplió sus informes de sostenibilidad durante ese período, demostrando la influencia de los consumidores y del mercado (The Guardian, 2016). Un fenómeno similar podría ocurrir durante una segunda presidencia de Trump, con empresas buscando alinearse tanto con las políticas gubernamentales como con las prioridades de sus grupos de interés. Por ejemplo:

Standard Chartered espera generar cerca de $1.000 millones en ingresos en 2025 a partir de servicios diseñados para ayudar a sus clientes a alcanzar sus objetivos de sostenibilidad (Reuters)

NextEra Energy reitera sus expectativas financieras a largo plazo, incluyendo planes para añadir cerca de 5.4 GW de nuevas instalaciones solares y alrededor de 3.4 GW de almacenamiento en baterías entre 2026 y 2029.

Igualmente, según el US SIF (Sustainable Investment Forum), el 50% de los inversores orientados a ESG en el largo plazo, incluidos los gestores de activos, fondos y propietarios que emplean estrategias de financiamiento sostenible, afirmaron que planean mantener su nivel actual de actividad ESG en 2025. Mientras tanto, el 29% planea aumentarlo moderadamente y el 10% planea una expansión significativa.

Lo anterior muestra que, a pesar de las declaraciones grandilocuentes de la administración actual de Estados Unidos, el apoyo general que recibe su mandato y lo alineadas que parecen estar las empresas con su discurso, existe una porción significativa de la economía que sigue apostando por la sostenibilidad y los principios ESG.

Es en esa porción del mercado es donde los expertos en estos temas deben apoyarse para seguir demostrando que estos temas son tanto económicos como medioambientales, sin formar parte del discurso «woke», desmarcándose de unos de los chivos expiatorios Trumpistas, sino que puede ser un vehículo de crecimiento económico, así como de preservación del planeta.  Ahí está la clave para mantener estos temas vigentes durante los próximos 4 años.

La paciencia, de alguna manera, es la clave para comprender cómo el tiempo puede cambiarlo todo. Matar a un ruiseñor de Harper Lee.

Juan Camilo Clavijo

La IA vs el planeta

Las emisiones de carbono de Google aumentaron un 48% en cinco años debido al auge de la inteligencia artificial (IA), evidenciando uno de los principales problemas del rápido desarrollo de esta tecnología: su alto consumo de energía.

Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), los centros de datos emplean, en promedio, el 40% de su electricidad para alimentar los servidores y otro 40% para enfriarlos.

 

Al sumar la IA y el sector de las criptomonedas, los centros de datos consumieron casi 460 TWh de electricidad en 2022, lo que representa el 2% de la producción mundial total, según la AIE. Esta cifra podría duplicarse en 2026, alcanzando los 1.000 TWh, equivalentes al consumo eléctrico de Japón, advierte la institución en un informe.

Por otra parte, si las estimaciones de ventas de Nvidia para 2023 son correctas, y si todos los servidores operaran al máximo de su capacidad, podrían consumir entre 85,4 y 134 TWh al año, una cifra similar al consumo de un país como Argentina (Ojo al Clima, julio 2024).

La IA, cuyo concepto se remonta a varias décadas, tiene raíces en los orígenes de la informática moderna. Sin embargo, su representación en la cultura popular, como en “Blade Runner” y “2001: Odisea del espacio”, tiende a simplificar y distorsionar su impacto, al enfocarse en narrativas donde robots con apariencia humana se rebelan contra sus creadores. La realidad es que la IA moderna se define como sistemas informáticos capaces de simular el pensamiento humano y capacidades como el aprendizaje.

El consumo de energía asociado a la IA es un tema crítico debido al crecimiento acelerado de tecnologías avanzadas. Tanto el entrenamiento como la operación de modelos de IA demandan recursos computacionales intensivos, lo que incrementa significativamente el consumo energético.

Entrenamiento de modelos

El proceso de entrenamiento de modelos de IA es extremadamente intensivo en energía. Durante esta fase, los modelos analizan grandes volúmenes de datos mediante operaciones matemáticas complejas realizadas en unidades de procesamiento gráfico (GPU) o unidades de procesamiento tensorial (TPU). Por ejemplo:

Entrenar un modelo de lenguaje grande, como GPT-3, puede consumir miles de kilovatios-hora (kWh), lo que equivale al consumo anual de decenas de hogares promedio.

Estudios estiman que el entrenamiento de un modelo avanzado puede generar emisiones de carbono comparables a las de un vuelo transatlántico.

Inferencia y uso diario

Después del entrenamiento, el uso cotidiano de la IA, conocido como inferencia, también consume energía, aunque en menor medida. Aplicaciones como asistentes virtuales, traducción automática o motores de recomendación procesan millones de solicitudes por segundo, lo que, en conjunto, genera un impacto energético considerable.

Infraestructura y centros de datos

El despliegue de modelos de IA depende de centros de datos masivos, que requieren energía constante tanto para alimentar los servidores como para mantener su temperatura óptima. Si estos centros dependen de redes eléctricas tradicionales, la huella de carbono se incrementa si no se utilizan fuentes renovables.

Según el informe más reciente de Goldman Sachs Research (2024), la demanda energética de los centros de datos, impulsada principalmente por la IA, crecerá un 160% para el año 2030. Este aumento se atribuye al entrenamiento y operación de modelos avanzados, que requieren recursos computacionales cada vez más significativos. Además, se estima que los sistemas de IA consumen 33 veces más energía para realizar una tarea que un software específico diseñado para la misma función (UNIR, Ernesto del Valle, noviembre 2024).

Ante este desafío, las empresas líderes buscan soluciones sostenibles. Por ejemplo, Google ha firmado un acuerdo con Kairos Power para desarrollar pequeños reactores nucleares modulares (SMR) y alimentar sus centros de datos con energía limpia. “Hoy firmamos el primer acuerdo corporativo del mundo para adquirir energía nuclear de múltiples reactores modulares pequeños (SMR) que desarrollará Kairos Power”, declaró Google en un comunicado (BBC, octubre 2024).

Aquellos que abogan por el uso masivo de la IA deben ser conscientes de su alto consumo energético y priorizar la eficiencia tecnológica mediante iniciativas como:

Optimización de algoritmos: Desarrollar modelos más eficientes que requieran menos datos y energía.

Hardware especializado: Implementar chips energéticamente eficientes, como las TPUs.

Energía renovable: Alimentar centros de datos con fuentes de energía limpia.

Desde una perspectiva ambiental, la tecnología no solo debe enfocarse en hacer más poderosa la IA, sino en hacerla más eficiente. Este es un reto que científicos, ingenieros y científicos de datos deben priorizar si desean alcanzar sus ambiciosas metas. No es solo cuestión de profundizar la tecnología, sino de hacerla sostenible, evitando que se una al coro de destrucción del planeta.

Juan Camilo Clavijo

La lucha contra la crisis climática es cosa de ricos

Donald Trump
 «El concepto de calentamiento global fue creado por y para los chinos para hacer que la manufactura estadounidense no sea competitiva.» — (Tweet de 2012)
«El aire y el agua de Estados Unidos son los más limpios que jamás hemos tenido. No permitiremos que unos ambientalistas radicales destruyan nuestra economía con sus exageraciones sobre el cambio climático.» — (Declaraciones durante su presidencia, 2019)

Jair Bolsonaro
«Es una falacia decir que la Amazonía es el pulmón del mundo. La deforestación no existe como la están pintando. Es todo un juego para limitar nuestro desarrollo.»— (Discurso de 2019 en la Asamblea General de la ONU)
«No podemos dejar que el ambientalismo interfiera con nuestro derecho a utilizar nuestros recursos naturales para el progreso.»
— (Declaraciones en entrevistas públicas, 2020)

 

Rupert Murdoch
«El movimiento climático está impulsado por una élite urbana que quiere imponer restricciones costosas a la gente común mientras sigue disfrutando de sus privilegios.»— (Declaraciones en reuniones internas de News Corp, 2014)

Estos son algunos ejemplos donde se refuerza la idea de vincular la lucha contra el cambio climático con un discurso elitista, o de una élite en específico. Pero a diario vemos manifestaciones de estas ideas en Fox News, con el gobierno de Milei, con Putin, o con el Heartland Institute. No me sorprendería que este discurso llegue a las próximas elecciones colombianas en 2026.

Sin embargo, la idea de que la lucha contra la crisis climática es elitista no es nueva. Según la revista Shado, el elitismo ambiental ha existido desde el surgimiento del movimiento ambiental moderno a finales de la década de 1960. En 1986, los sociólogos Denton Morrison y Riley Dunlap identificaron tres tipos de elitismo que se critican a los movimientos ambientalistas:

Elitismo composicional: Los seguidores del ambientalismo provienen principalmente de clases socioeconómicas privilegiadas o altas, y la preocupación ambiental es más alta en estos sectores.


Elitismo ideológico: Las reformas ambientales tienen el propósito subyacente de distribuir beneficios exclusivamente a los ambientalistas, dejando de lado a los no ambientalistas y a las personas menos privilegiadas.


Elitismo de impacto: Ya sea de manera intencional o no, las reformas ambientales pueden «crear, exacerbar o mantener inequidades sociales».

En el mismo artículo, los sociólogos afirman que el elitismo composicional es una exageración, ya que, aunque los ambientalistas suelen tener un estatus socioeconómico por encima del promedio (al igual que la mayoría de los activistas sociopolíticos), pocos pertenecen a la clase alta. El elitismo ideológico puede ser válido en algunos casos, pero los ambientalistas han mostrado una creciente sensibilidad hacia las preocupaciones de equidad y hay pocas evidencias de una búsqueda consistente de intereses propios.

Finalmente, el elitismo de impacto es el problema más importante y también el más difícil de evaluar. Parece que ha existido una tendencia general a que las reformas ambientales tengan impactos regresivos. Sin embargo, se reconoce cada vez más que problemas como la contaminación laboral y la contaminación por desechos tóxicos afectan de manera desproporcionada a los estratos socioeconómicos más bajos, por lo que las reformas dirigidas a tales problemas probablemente tendrán impactos más progresivos.

Los pecados del movimiento ambiental y la lucha contra la crisis climática

Con la sostenibilidad ahora respaldada con los «sellos sostenibles» por el capitalismo, las marcas de lujo, la élite económica e incluso grandes empresas que se comercializan como sostenibles y éticas han utilizado cada vez más a los activistas climáticos e influencers de sostenibilidad como una forma de acumular y justificar sus crecientes ganancias. A través de la asociación con los activistas climáticos, los poderes que promueven productos obtienen la licencia social para seguir operando dentro de estructuras capitalistas defectuosas, lo que constituye un tipo de «greenwashing» insidioso, o «social-washing».

En el último año, un número creciente de empresas de lujo sostenibles y marcas de moda sostenible han vestido a activistas climáticos e influencers con sus prendas en diversos premios. Marcas como Stella McCartney, Gabriela Hearst y Coach (a través de su ramificación sostenible, Coachtopia) han vestido a activistas con sus prendas, cuyos precios oscilan entre los $300 USD y los $18,000 USD por pieza.

Otro ejemplo de captura por parte de las élites es la creciente inclusión de activistas climáticos en ocasiones sociales que históricamente solo reunían a la élite social, económica y política en la misma sala. Eventos como la Gala TIME100, la Cumbre Forbes 30/50, la fiesta Vogue Forces for Change y los Green Carpet Fashion Awards han premiado a los activistas climáticos y les han dado tiempo de palabra en nombre de distribuir atención al movimiento climático, utilizando a los activistas como representantes del movimiento.

Estas empresas utilizan la idealización de individuos, activistas y estilos de vida aspiracionales incentivados por nuestro sistema roto en beneficio material de la élite económica, las grandes empresas y las celebridades. Al mejor estilo de las tesis de Toni Negri o el neo-operaísmo.

Además, no olvidemos que los multimillonarios y sus inversiones son responsables de 3.1 millones de toneladas de emisiones de carbono por multimillonario anualmente, más de un millón de veces superior al promedio de un individuo en el 90% inferior del mundo (2.76 toneladas de CO2 equivalente).

No es de la élite, todo lo contrario

Según la OMS, el cambio climático ya está contribuyendo a 150,000 muertes anuales por causas relacionadas con el clima, como el aumento de enfermedades respiratorias, enfermedades transmitidas por el agua y desnutrición, afectando de manera desproporcionada a las poblaciones más pobres. Igualmente, se espera que los cambios en los patrones climáticos, como las inundaciones y las sequías, aumenten las enfermedades transmitidas por el agua, afectando principalmente a las comunidades más pobres que carecen de acceso a infraestructura sanitaria.

Las personas que viven en la pobreza son hasta 10 veces más propensas a morir como consecuencia de desastres naturales (como huracanes, inundaciones y sequías) que las personas en países ricos, según la ONU. Se estima que el cambio climático podría desplazar a 200 millones de personas para 2050, principalmente de las regiones más pobres y vulnerables del mundo, como el sudeste asiático, África subsahariana y América Latina.

La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) alerta que 1.7 mil millones de personas que dependen de la agricultura de subsistencia corren el riesgo de ver sus medios de vida gravemente afectados por el cambio climático, debido a sequías, inundaciones y otros fenómenos climáticos extremos. Se estima que con el cambio climático podría reducirse la producción global de alimentos en un 2.6% para 2050, afectando particularmente a las poblaciones rurales y de bajos ingresos que dependen directamente de la agricultura.

El Banco Mundial estima que 700 millones de personas podrían vivir por debajo de la línea de pobreza debido a los efectos del cambio climático para 2030, si no se toman medidas urgentes de adaptación y mitigación. El 80% de las víctimas de desastres naturales son personas que viven en situaciones de pobreza, según el PNUD. Las comunidades más vulnerables tienen menos capacidad para adaptarse a los desastres climáticos.

Incluso The Guardian afirma que «Mientras que los ricos se pueden proteger de los desastres naturales mediante seguros y medidas de adaptación, los pobres no tienen acceso a esas herramientas y son los que sufren las peores consecuencias.»

¿Entonces los empresarios que favorecen políticas verdes son de la élite manipuladora?

A pesar de que las políticas ESG (por sus siglas en inglés) pueden ser percibidas como elitistas, la discusión debe ir mucho más allá. Existen medidas que los pequeños y grandes empresarios pueden tomar para escapar de esas falsas acusaciones:

Integración de la justicia social en la sostenibilidad: Pueden financiar proyectos que ayuden a mejorar la infraestructura en comunidades vulnerables.
Acceso equitativo a soluciones sostenibles: Podrían implementar tarifas progresivas de energía renovable o crear modelos de negocio que permitan a las personas de bajos recursos acceder a energías limpias a precios asequibles, como paneles solares comunitarios.
 Colaboraciones con comunidades vulnerables: Un fabricante de productos agrícolas podría colaborar con comunidades agrícolas de bajos ingresos para ayudarles a adaptarse a la sequía y las temperaturas extremas mediante prácticas agrícolas sostenibles.
Transparencia y rendición de cuentas: Las empresas pueden crear informes anuales que muestren cómo las iniciativas sostenibles han tenido un impacto positivo en la reducción de la pobreza, el acceso a recursos básicos y la creación de empleo en comunidades de bajos recursos.
Proponer políticas públicas inclusivas: Las empresas pueden abogar por subsidios o incentivos fiscales para las energías renovables en zonas de bajos ingresos o en países en desarrollo, para que el acceso a soluciones climáticas no dependa del poder adquisitivo

Apuesta por la creación de empleo verde inclusivo: Las empresas de energías renovables pueden invertir en la formación y contratación de personas de comunidades desfavorecidas para trabajar en la instalación y mantenimiento de paneles solares o en la gestión de residuos.
Promover el consumo responsable y la economía circular: Implementar programas de reciclaje y reparación de productos en los que las personas de bajos ingresos puedan participar y beneficiarse económicamente.

Actualmente, como en muchos otros ámbitos, en estos tiempos de desinformación, noticias falsas y basura virtual, debemos ser capaces de identificar cuándo influenciadores, políticos o cualquier persona con acceso a una cámara afirman que la lucha contra la crisis climática es exclusiva de las élites. Está más que demostrado que estos actores carecen de la capacidad, la decencia y, en muchos casos, el interés por realizar una investigación rigurosa que les permita entender lo que exponen en redes sociales.

Es responsabilidad de la ciudadanía ejercer un filtro ante este tipo de informaciones. Debemos leer, comprender y apropiarnos cada día más del conocimiento necesario para establecer nuestros propios criterios y aplicar filtros ante la gran cantidad de información errónea que circula.

La batalla contra las noticias falsas no la ganan las plataformas de tecnología ni los políticos. La ganan las personas que deciden pensar críticamente, informarse y no dejarse arrastrar por la marea de desinformación.” — Sundar Pichai, CEO de Google.

Juan Camilo Clavijo

¿Por qué sigo haciendo esto?

¿Por qué sigo empeñado en luchar contra la crisis climática? Esa es la pregunta que me hago después de hablar de este tema con varios de mis amigos. Entiendo de dónde vienen, considerando los sesgos de negatividad y confirmación (como mencioné la semana pasada), pero estas preguntas me llevan a un lugar incómodo: reflexionar sobre por qué hago lo que hago, sin perder el sentido de mis acciones. Aquí van algunas razones:

Es científico y probado, no es una mentira de la agenda 2030

 

El cambio climático está demostrado por el aumento sostenido de la temperatura global (1.2 °C desde finales del siglo XIX), el deshielo de glaciares y polos, y cambios en los patrones de precipitación. Los modelos climáticos muestran que, sin el aumento de gases de efecto invernadero producido por el hombre, estas variaciones extremas no ocurrirían con la misma magnitud.

Los efectos incluyen el calentamiento de los océanos, lo que altera las corrientes marinas y provoca la pérdida de biodiversidad; cambios en el ciclo del agua que causan sequías e inundaciones extremas; y la acidificación de los océanos, que perjudica a los corales y a las especies marinas que dependen del calcio.

Estos son algunos impactos específicos:

Olas de calor más frecuentes e intensas: En 2023, gran parte de Europa sufrió una ola de calor sin precedentes, con temperaturas superiores a los 40 °C en muchas áreas, lo que puso en peligro la salud de millones de personas y afectó la infraestructura (El País).

Huracanes y tifones más intensos: Un ejemplo reciente es el huracán Ian (2022), que devastó partes de Florida y el Caribe, causando daños masivos e inundaciones costeras severas. Estos fenómenos también están aumentando en frecuencia en el Pacífico (El País).

Inundaciones y precipitaciones extremas: En países como Alemania y Bélgica, las lluvias torrenciales de 2021 provocaron inundaciones históricas, con pérdidas humanas y daños en infraestructura por miles de millones de euros. Este tipo de eventos se intensifica por la mayor capacidad de la atmósfera para retener humedad debido al calentamiento global (Expansión).

Sequías prolongadas: En América del Sur, la sequía ha afectado la cuenca del río Paraná en Brasil, Paraguay y Argentina, impactando tanto la agricultura como la generación de energía hidroeléctrica. Esto también ocurre en zonas de África y América del Norte, donde las sequías se prolongan y agravan por el aumento de temperaturas y la reducción de lluvia (Expansión).

No es ideal, es costoso

Aunque en mis conversaciones casi siempre me hacen parecer un idealista, “hippie” o incluso comunista (a lo cual hago caso omiso para evitar herir susceptibilidades), creo que soy más pragmático que muchos de los que me estigmatizan. Aquí van algunos costos de la crisis climática:

En Argentina, la sequía y las temperaturas extremas han comprometido la producción de cultivos clave como la soja y el maíz, reduciendo las expectativas de cosechas y generando una posible pérdida de más de 20 mil millones de dólares para la economía agrícola. (El País)

Ecuador está enfrentando la peor sequía en seis décadas, con impactos económicos significativos y graves desafíos energéticos debido a la escasez de agua. Esta crisis ha obligado al país a implementar cortes eléctricos de hasta 14 horas en algunas áreas, afectando la industria, las pequeñas empresas y el bienestar general de la población. Además, se proyecta que la economía de Ecuador crezca solo un 0.3 % en 2024 y un 1.2 % en 2025, una previsión que el FMI califica como optimista dado el contexto actual de sequía y crisis energética. (Expansión)

La temporada de lluvias torrenciales y tormentas DANA en 2024 ha dejado daños significativos en varias regiones de España, especialmente en la Comunidad Valenciana y el sureste del país. Las primeras estimaciones sugieren que las pérdidas totales podrían superar los 10,000 millones de euros debido a los daños a infraestructuras, viviendas, comercios y tierras agrícolas, afectando especialmente los cultivos de cítricos y otros sectores como el transporte y la logística. Además, alrededor de 4,500 comercios en Valencia se han visto perjudicados por las inundaciones, y se espera que el costo final sea elevado para el sector asegurador. (El País)

El cambio climático podría reducir el PIB mundial hasta en un 18 % para 2050 si las temperaturas siguen aumentando, afectando sectores como la agricultura, el turismo y la infraestructura. Las pérdidas económicas derivadas de desastres naturales y la adaptación a nuevas condiciones climáticas serán enormes. (El País)

Costos domésticos

Siguiendo con mi enfoque económico, no solo son costos para los países. Si algunos de ustedes creen que lo que paga el Estado no afecta el bolsillo de cada uno, les aseguro que sí. En Estados Unidos, el impacto económico del cambio climático en una familia promedio puede ser significativo, aumentando los costos en diversas áreas esenciales del hogar. Estos aumentos se manifiestan tanto como gastos directos como en costos indirectos debido a interrupciones en infraestructura, vivienda y sistemas energéticos:

Costos de propiedad y seguros: Los desastres climáticos como inundaciones, huracanes e incendios forestales pueden dañar propiedades, lo cual eleva las primas de seguros para el hogar en un 10-20 % anual. Las familias también afrontan gastos de reparación o reconstrucción tras eventos extremos (CFR Education).

Gastos de energía y servicios públicos: La mayor demanda de calefacción y refrigeración, sumada a la inestabilidad de las redes eléctricas por olas de calor o tormentas, incrementa los costos energéticos. En EE.UU., la interrupción de la red durante eventos extremos, como la congelación de Texas en 2021, generó pérdidas multimillonarias, aumentando las tarifas de servicios públicos debido a la presión sobre la infraestructura (CFR Education).

Alimentos y agua: Las interrupciones agrícolas debido a eventos extremos incrementan los precios de los alimentos; las pérdidas globales de cultivos por olas de calor provocan un aumento del 5-10 % en el costo de los comestibles. Además, las sequías reducen la disponibilidad de agua, obligando a muchas familias a gastar más en agua embotellada o en sistemas de conservación (CFR Education).

Salud y seguridad: Las altas temperaturas y la contaminación aumentan problemas de salud, generando gastos médicos adicionales. Las familias en zonas con riesgos climáticos frecuentes suelen enfrentar costos relacionados con problemas respiratorios, deshidratación o golpes de calor, especialmente en niños y adultos mayores (CFR Education).

Pérdidas laborales y de productividad: Los trabajadores al aire libre y las empresas dependientes de cadenas de suministro sensibles al clima enfrentan interrupciones, lo que reduce los ingresos del hogar. Por ejemplo, el calor extremo cuesta a la economía mundial miles de millones anuales en productividad laboral perdida (CFR Education).

Estos son los costos en el país del Tío Sam. En nuestra América Latina, la proporción y el monto cambian, pero los rubros se mantendrán.

Las consecuencias de la crisis climática están siendo devastadoras

No es necesario esperar al 2100 para vivir las consecuencias, ya las estamos viviendo.

Aquí algunos ejemplos:

Fenómenos climáticos extremos más frecuentes e intensos: El calentamiento exacerbado aumenta la frecuencia de olas de calor, sequías, tormentas e inundaciones. Estos eventos afectan la agricultura, destruyen infraestructuras y ponen en riesgo la vida humana. Por ejemplo, las olas de calor más intensas ya están causando muertes y problemas de salud en todo el mundo (El País).

Subida del nivel del mar y pérdida de territorios costeros: El deshielo de glaciares y polos contribuye a un aumento del nivel del mar que podría llegar a más de un metro en las próximas décadas si no se controla. Esto amenazaría ciudades costeras como Miami y Bangkok y desplazaría a millones de personas (El País).

Escasez de agua y alimentos: Cambios en los patrones de lluvia y mayores temperaturas afectarían el suministro de agua y la producción de alimentos, sobre todo en regiones vulnerables. Esto podría desencadenar crisis alimentarias y conflictos por los recursos naturales en zonas como África subsahariana y Asia Central (Expansión).

Pérdida de biodiversidad: La alteración de los ecosistemas lleva a la extinción de especies. Los arrecifes de coral, los bosques tropicales y otros hábitats están en riesgo por el calentamiento y la acidificación de los océanos, lo que afecta a millones de especies que dependen de estos ecosistemas (El País).

Problemas de salud pública: El aumento de enfermedades relacionadas con el clima, como infecciones transmitidas por mosquitos (dengue, malaria) y problemas respiratorios agravados por incendios forestales y contaminación, se verán amplificados. Además, las olas de calor extremo pueden provocar golpes de calor y exacerbar problemas cardíacos y respiratorios.

En el futuro, serán aún peores.

Lo anterior, sumado a mi aversión al cinismo de expresiones como: «es lo que hay», «ya no hay nada que hacer» o «así funciona el mundo», hace que todos los días me levante a luchar, ya sea desde este artículo, desde mi trabajo o separando los residuos en casa.

Obviamente, no soy un ingenuo, y reconozco que mi impacto es absolutamente ínfimo en comparación con la responsabilidad que los gobiernos y las empresas deben asumir si realmente queremos cambiar el rumbo del planeta. Es crucial que los grandes tomadores de decisiones comprendan que, si seguimos así, no habrá un planeta para ellos, ni para nosotros, ni para las generaciones futuras.

John Stuart Mill:

«El hombre no está dispuesto a cambiar, a pesar de ver que el mundo se está desmoronando

Juan Camilo Clavijo

Siempre hemos hecho las cosas así

Un ejemplo de un líder empresarial escéptico sobre la capacidad de enfrentar plenamente el cambio climático es Larry Fink, CEO de BlackRock. En 2020 y años posteriores, destacó la transición hacia la inversión sostenible, pero reconoció que el cambio climático es un desafío complejo. Aunque no afirmó directamente que «no se puede hacer nada», sugirió que la transición hacia una economía de cero emisiones netas es difícil y requeriría tiempo y un cambio sistémico. (World Economic Forum, mayo 2024).

Es un error creer que el sector privado o las empresas son entes alejados de errores, sentimientos o reacciones humanas. Estas organizaciones, al final, son gestionadas por personas, lo que implica que pueden adoptar posiciones similares a las de cualquier individuo en la vida cotidiana, a pesar del avance de la IA.

 

No solo me refiero a las empresas, sino que los indicadores, encuestas o análisis pueden contener esos mismos sesgos que se evidencian en la posición de Larry Fink al insinuar que “no se puede hacer nada” ante la crisis climática, a pesar de que hay evidencia de lo contrario (por ejemplo, los avances tecnológicos que capturan CO2 de la atmósfera).

Esta percepción puede originarse en el sesgo de negatividad, que se refiere a la tendencia de la información y experiencias negativas a prevalecer sobre las positivas. Desde 1967, la psicóloga Marjorie Richey y sus coautores concluyeron que los estudiantes universitarios, al recibir párrafos que describían la personalidad de un desconocido, se veían más influenciados por descripciones negativas que por positivas. En 1982, Teresa Amabile y Ann Glazebrook propusieron que podría existir un “sesgo general hacia la negatividad en las evaluaciones de personas o su trabajo”, señalando que ya para ese momento, varios otros estudios habían encontrado lo mismo. (Vox, marzo 22, 2023).

Esto significa que actitudes como la del Sr. Fink pueden tener origen en la cantidad de noticias negativas y pesimistas sobre el cambio climático. Aún peor, si consideramos la innumerable cantidad de noticias que vemos todos los días, presentando cifras de emisiones, cambios en geografías, lluvias torrenciales, incendios forestales, temperaturas por encima del promedio, etc., estos refuerzan este sesgo.

Sin embargo, el sesgo de negatividad no es el único factor; también interviene el sesgo de confirmación. Este sesgo cognitivo lleva a las personas a buscar, interpretar y recordar información que confirma sus creencias preexistentes, mientras ignoran o descartan evidencia que las contradice.

El sesgo de confirmación suele manifestarse de varias maneras:

Atención selectiva: Las personas se enfocan más en la información que respalda sus puntos de vista y prestan menos atención a los datos que los contradicen.

Interpretación selectiva: Cuando se enfrentan a información ambigua, las personas tienden a interpretarla de manera que se alinee con sus creencias.

Memoria selectiva: Las personas tienen más probabilidades de recordar hechos o experiencias que refuercen sus creencias y de olvidar aquellos que las desafíen.

Este sesgo puede afectar la toma de decisiones, perpetuar estereotipos y contribuir a opiniones polarizadas, especialmente en áreas como la política, temas sociales y valores personales. Juega un papel importante en la reafirmación de ideologías y contribuye a la dificultad de cambiar de opinión cuando se presentan nuevas evidencias.

Por lo tanto, si el origen de la creencia de que «ya es muy tarde, no hay nada que hacer contra la crisis climática» radica en el sesgo de negatividad, y este se refuerza con el sesgo de confirmación, entonces ningún estudio, análisis ESG, ni evaluación de impacto será suficiente para cambiar dicha percepción.

Sin embargo, esta coyuntura exige que los líderes empresariales desarrollen una visión amplia y libre de sesgos para reconocer el potencial de las soluciones necesarias ante la crisis climática. Esto no solo involucra a CEOs, sino también a miembros de juntas, vicepresidentes y directores.

Una empresa puede tener el mejor marco, la mejor estrategia y la mejor táctica de ESG, pero si carece de líderes que luchen contra los sesgos y puedan ver las opciones realmente por lo que son, como potenciales soluciones a la crisis planetaria, la actitud de que “no se puede hacer nada” prevalecerá y, efectivamente, “será demasiado tarde”.

¿Seran los CEOs y gerente lo suficientemente humildes para dejar sus sesgos?

No repitamos las Pablo Vicaro, personaje en Crónica de una muerte anunciada: Siempre hemos hecho las cosas así

Juan Camilo Clavijo

Hay una gran diferencia entre hacer el bien y hacerlo bien

El presupuesto del Pentágono aumentó más del 10 por ciento en el primer año después de los ataques del 11 de septiembre y el comienzo de la guerra en Afganistán. El presupuesto del Pentágono finalmente aumentó año tras año durante 10 años consecutivos, un hecho sin precedentes en la historia de Estados Unidos. El gasto del Pentágono alcanzó su punto máximo en 2010, el nivel más alto desde la Segunda Guerra Mundial: más de 800 mil millones de dólares en dólares de 2021.6 Esta cifra fue sustancialmente mayor que la que Estados Unidos gastó en su ejército en el apogeo de las guerras de Corea o Vietnam o la expansión militar de Reagan en la década de 1980. (William      D.              Hartung.;           Ben       Freeman.           (2020) “Sustainable              Defense:            A            Pentagon            Spending            Plan       for              2021  and           Beyond,”            Center  for         International     Policy,              https://3ba8a190-62da-4c98-86d2893079d87083.usrfiles.com/ugd/3ba8a1_84180a1b3cdf478f8023d8ca96cb682a.pdf. )

 ¿Y dónde creen que fueron todos esos dólares que el Pentágono consiguió en esa década? Pues a contratistas de la guerra. Actualmente, existen miles de contratistas de defensa en los Estados Unidos, aunque el número exacto puede variar dependiendo de cómo se defina el término. El Departamento de Defensa cuenta con miles de proveedores, y según la Administración de Servicios Generales de EE.UU., hay más de 100,000 empresas registradas como contratistas federales, muchas de las cuales prestan servicios al sector militar. Sin embargo, el mercado está dominado por un grupo más pequeño de grandes compañías, aproximadamente entre 5 y 10 de ellas.

 

Entre los principales contratistas de defensa en EE.UU. se encuentran Lockheed Martin, Boeing, Northrop Grumman, Raytheon Technologies y General Dynamics. Estas empresas producen una gran variedad de productos y servicios militares, desde aviones y misiles hasta soluciones de ciberseguridad.

Su impacto económico es enorme:

Ingresos: En 2023, el gasto total en contratos de defensa del gobierno de EE.UU. fue de aproximadamente 800 mil millones de dólares, y una gran parte de este presupuesto fue destinada a contratistas privados. Solo Lockheed Martin generó 65 mil millones de dólares en ingresos relacionados con defensa en 2023.

Contribución al PIB: Se estima que las actividades militares y de defensa representan alrededor del 3.7% del PIB de EE.UU. Los contratistas de defensa son clave en esta cifra debido a sus grandes operaciones y la alta demanda de tecnología militar avanzada.

Empleos: Los contratistas de defensa sostienen millones de empleos en EE.UU. En 2022, la base industrial de defensa empleó a más de 2.5 millones de estadounidenses en sectores que van desde la manufactura hasta la investigación y el desarrollo.

Estas empresas son fundamentales tanto en la economía nacional como en los mercados globales de defensa, representando una parte significativa del gasto gubernamental y contribuyendo al desarrollo tecnológico e industrial.

Si examinamos a quiénes se benefician de las guerras (cuyo negocio no sea eso…la guerra), como en el caso del conflicto en Siria, que comenzó en la Primavera Árabe con el objetivo de derrocar a Bashar al-Ásad, pero que se ha convertido en un conflicto de desgaste que lleva 13 años, y ha involucrado grupos rebeldes, el gobierno sirio, fuerzas kurdas, yihadistas como el Estado Islámico, así como potencias extranjeras como Rusia, Irán, Turquía y Estados Unidos. Compañías y gobiernos se han beneficiado del sector petrolero. Estas son:

Gobierno sirio y compañías rusas:

Stroytransgaz: Esta empresa rusa de ingeniería y construcción, vinculada al oligarca Gennady Timchenko, recibió contratos del régimen de Assad para gestionar y operar los campos petroleros y de gas en Siria.

Tatneft: Otra compañía rusa, Tatneft, firmó acuerdos con el gobierno sirio para rehabilitar los campos petroleros que estaban bajo control de fuerzas opositoras.

Compañías estadounidenses y presencia militar:

Delta Crescent Energy: Una firma estadounidense que en 2020 obtuvo un controvertido contrato del gobierno de EE.UU. para extraer y vender petróleo del noreste de Siria.

ConocoPhillips: Aunque no está directamente involucrada en el conflicto, ConocoPhillips operaba anteriormente campos petroleros en el noreste de Siria. EE.UU. ha mantenido una presencia militar en estas áreas, citando la necesidad de proteger los recursos petroleros.

Estado Islámico (ISIS):

Aunque no es una «compañía» tradicional, el Estado Islámico controló varios campos petroleros clave en su apogeo entre 2014 y 2016.

Administración Kurda:

La Administración Autónoma Kurda en el norte de Siria ha controlado importantes reservas de petróleo desde que recuperó territorio del ISIS.

¿Con nuestra visión “soñadora” de los ESG se puede hacer algo en favor de la paz, a pesar de que empresas se beneficien de un contexto de guerra? Es importante recordar que ESG se refiere a los criterios ambientales, sociales y de gobernanza que las empresas utilizan para medir su desempeño en áreas que van más allá de los indicadores financieros tradicionales.

Estos criterios ayudan a los inversores a evaluar el impacto sostenible y ético de una empresa, considerando factores como el cambio climático, los derechos humanos y la estructura de gobierno corporativo. La implementación de prácticas ESG se ha vuelto esencial para atraer inversiones y fomentar la responsabilidad corporativa.

Por lo tanto, los ESG podrían trabajar en:

Condiciones sociales y de derechos humanos: Fomentar prácticas empresariales que respetan los derechos humanos y laborales. Las empresas que adoptan estos principios pueden ayudar a mitigar los efectos de los conflictos armados al garantizar que sus cadenas de suministro no contribuyan a violaciones de derechos humanos.

Inversión ética para la paz: Los inversores pueden dirigir capital hacia sectores o empresas que promuevan la reconstrucción y el desarrollo en zonas afectadas por la guerra.

Gobernanza y transparencia: Promover una mayor transparencia y rendición de cuentas puede ayudar a reducir la financiación de conflictos, lo que a su vez favorece entornos más pacíficos.

Promoción del desarrollo económico sostenible: Los proyectos ESG pueden apoyar el desarrollo económico en áreas post-conflicto, fomentando empleos dignos, respetuosos con el medio ambiente y sostenibles.

Compromiso con la paz a través de alianzas: A nivel global, las empresas que implementan principios ESG pueden colaborar con ONGs y gobiernos para promover la paz mediante el apoyo a iniciativas de reconciliación y construcción de paz.

Esto se traduce en fomentar inversiones responsables, trabajar con comunidades afectadas por la guerra, promover alianzas que busquen la paz y evitar la corrupción que pueda contribuir a acciones bélicas. Los CEOs, gerentes y juntas directivas deben conocer mejor la situación de sus empresas para evaluar la posibilidad de seguir este camino.

Aunque los ESG a menudo se asocian con la buena voluntad y la responsabilidad social empresarial, en realidad son una herramienta útil que puede complementar los esfuerzos públicos y de otros actores para lograr la paz. Estos pueden ser un recurso que transforme a las sociedades de manera significativa y sostenible.

«The Constant Gardener» (2005): «There’s a big difference between doing good and doing well.» – «Hay una gran diferencia entre hacer el bien y hacerlo bien.»

Señores gerentes y ceos, no es suficiente

La crisis climática está agravando los incendios descontrolados en varias partes del mundo. Este septiembre, Colombia enfrenta una crisis debido a los incendios en varios puntos del país, que han consumido cerca de 23,000 hectáreas solo en lo que va de este mes. En su más reciente reporte, la Unidad Nacional de Gestión de Riesgos y Desastres (UNGRD) informó, el 19 de septiembre, que se registran 22 incendios activos y 6 controlados. A medida que las llamas devoran vastas extensiones de tierra, el país enfrenta una emergencia ambiental y social. (El País, 19 de septiembre de 2024).

Nos estamos acostumbrando a este tipo de noticias en Colombia, donde miles de hectáreas se ven afectadas por las llamas. Sin embargo, si miramos este problema a nivel continental, la situación es aún más crítica:

 

«En general, la sequía de 2023-2024 es la más intensa, duradera en algunas regiones y extensa de la historia reciente, al menos en los datos desde 1950», afirmó Ana Paula Cunha, investigadora de sequías del Cemaden.

El mayor número de incendios este mes se registra en Brasil y Bolivia, seguidos de Perú, Argentina y Paraguay, según datos del Inpe. Los incendios inusualmente intensos que azotaron Venezuela, Guyana y Colombia a principios de año contribuyeron al récord, pero en gran medida han remitido. (The Japan Times, 13 de septiembre de 2024).

A nivel global, la situación es igualmente preocupante:

Algunos residentes de la ciudad de Faenza acababan de terminar las reparaciones de sus casas tras las devastadoras inundaciones de 2023, cuando sus propiedades quedaron nuevamente sumergidas esta semana. (Euronews, 20 de septiembre de 2024).

Ya sea por agua o por fuego, el cambio climático tiene efectos graves en nuestras vidas. Antes, estos fenómenos seguían ciclos más predecibles, pero hoy nos enfrentamos a lluvias o sequías que duran más de lo esperado.

Entonces, la pregunta es: ¿es suficiente lo que estamos haciendo en términos de ESG? Creo que la respuesta es sí y no.

¿Por qué sí? Las inversiones, las operaciones, el trabajo con proveedores, la misión/visión y el cumplimiento normativo (compliance) son ejemplos de cómo las empresas pueden incorporar los criterios ESG. Por ejemplo, si las inversiones siguen lineamientos claros para apoyar iniciativas de lucha contra el cambio climático o de adaptación, el impacto es significativo, ya que motiva al mercado a moverse en esa dirección.

¿Por qué no? Comunicación, reportes y marketing son áreas donde los ESG pueden quedarse encasillados, sin impactar otros sectores de la empresa donde realmente pueden marcar una diferencia en su entorno. No basta con que los ESG queden en un cartel bonito o en un comercial, lo que puede ser una acción de greenwashing.

En el contexto de ESG (Environmental, Social, and Governance), algunos mencionarán los alcances (scopes) 1, 2 y 3, que se refieren a las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) generadas directa e indirectamente por una organización. Estos se dividen según su origen:

Scope 1 (Emisiones Directas): Son las emisiones que una organización genera directamente en sus instalaciones o por su flota de vehículos. Ejemplos incluyen la combustión de combustibles en calderas, vehículos o procesos industriales.

Scope 2 (Emisiones Indirectas por Energía): Son las emisiones asociadas al consumo de energía comprada, como electricidad, calefacción o refrigeración, que provienen de fuentes externas. Aunque la organización no genera directamente estas emisiones, las causa a través de su consumo energético.

Scope 3 (Otras Emisiones Indirectas): Son las emisiones indirectas que provienen de toda la cadena de valor de la organización. Incluyen el transporte de bienes, viajes de empleados, uso y disposición de productos vendidos, y emisiones de proveedores. Este es el alcance más amplio y difícil de cuantificar, ya que abarca una variedad de fuentes.

En el mejor de los casos, las empresas llegarán al scope 2, pero difícilmente al 3, porque en este límite se vuelve difuso. No está claro quiénes son los aliados para lograrlo, si se reemplaza al Estado en algunas de sus funciones, cómo se cuantifica, los medios disponibles y los costos involucrados.

Sin embargo, es en este punto donde se puede evaluar la efectividad de los ESG en el actual contexto global. Es evidente que, al ritmo actual, los criterios ESG y las acciones tomadas no son suficientes para detener o, al menos, ralentizar la destrucción del planeta.

Es necesario que el sector empresarial (al igual que los gobiernos) tome medidas concretas para que los ESG se conviertan en un vehículo verdaderamente efectivo y que cumpla su propósito de crear las condiciones necesarias para la protección del planeta.

Si seguimos con el ritmo actual, los costos serán altos:

Las pérdidas económicas causadas por las últimas inundaciones en Europa central son significativas. Las primeras estimaciones indican que el costo de las inundaciones actuales podría superar los mil millones de euros, pero aún no se ha calculado el monto exacto, ya que las lluvias torrenciales de la tormenta Boris siguen azotando la región, dejando un número creciente de muertos y daños considerables.

Una estimación sugiere que la factura podría oscilar entre varios cientos de millones de euros y más de mil millones de euros, informó Reuters, citando las primeras estimaciones de la agencia de calificación crediticia Morningstar DBRS. (Euronews, 18 de septiembre de 2024).

Los gobiernos serán incapaces de cubrir los daños. Las empresas deberán planificar acciones para que los costos de estas catástrofes naturales no frenen su crecimiento ni interrumpan sus operaciones, así como para mantener su base de clientes. ¿Los ESG están logrando esto?

Los criterios ESG son una excelente medida para comenzar a trabajar por la sostenibilidad y el aspecto social de las empresas. Sin embargo, son solo el comienzo del camino. Tienen el potencial para ser el medio ideal para complementar los esfuerzos públicos e individuales con miras a la protección del planeta.

Juan Camilo Clavijo

¿El verdadero reto es de las empresas?

Las empresas están lidiando con las respuestas a las regulaciones ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) contradictorias, ya que Estados Unidos, la Unión Europea y California buscan diferentes enfoques de divulgación climática, según un nuevo informe de Thompson Hine.

La falta de claridad debido a estos requisitos ESG contradictorios es el mayor desafío a corto plazo que enfrentan las empresas públicas, con un 41% de los encuestados citando este problema en los resultados de una encuesta publicada por el bufete de abogados el martes.

 

Thompson Hine LLP recopiló respuestas en mayo de 152 abogados internos estadounidenses y otros ejecutivos de empresas públicas y privadas en manufactura, servicios financieros y otras industrias. Más de un tercio de los encuestados pertenecían a empresas públicas. (Andrew Ramonas, Bloomberg Law, julio 2024).

Esto refleja uno de los varios obstáculos que presentan los criterios ESG en su implementación en inversiones, informes y decisiones estratégicas. Entre los demás retos consensuados se destacan los siguientes:

Múltiples marcos de presentación de informes:

El desafío actual radica en la falta de estándares unificados para la presentación de informes. Esto representa un reto significativo para las organizaciones multinacionales, ya que pueden verse obligadas a adherirse a múltiples marcos de presentación.

Normativa compleja:

La regulación sobre sostenibilidad puede ser confusa, pero la tendencia global es hacia una normativa más estricta y detallada, respaldada por requisitos de divulgación cada vez más exigentes. A partir de 2024, se están implementando directrices a nivel mundial que promueven la divulgación de información medioambiental. Por ejemplo, la legislación de
la Unión Europea exige que las empresas cotizadas y las grandes empresas divulguen información sobre los riesgos y oportunidades relacionados con temas sociales y ambientales, así como el impacto de sus actividades.

Comprensión del impacto de las iniciativas ESG:

Más allá de los informes, los datos de desempeño ESG son fundamentales para mejorar los resultados de las estrategias ESG. Sin embargo, en muchas organizaciones, estos datos están aislados, lo que dificulta la conexión entre la actividad ESG y el impacto financiero. Sin una integración adecuada de los datos ESG en los sistemas financieros, los líderes y tomadores de decisiones no pueden evaluar con precisión el impacto potencial de una actividad ESG en el balance general, las pérdidas y ganancias, o el flujo de efectivo.

Definición y cuantificación de los riesgos ESG:

Aunque muchas organizaciones discuten sobre los riesgos ESG, no todas cuentan con definiciones formales, indicadores clave de desempeño o sistemas establecidos para monitorearlos. Esto es especialmente complicado, ya que muchos de estos riesgos no son cuantificables en términos monetarios.

Gestión compleja de datos:

Los criterios ESG abarcan una amplia gama de temas, desde iniciativas de diversidad hasta remuneraciones ejecutivas y cuestiones medioambientales. Esto exige la recopilación de datos tanto financieros como no financieros de toda la empresa.

En muchas organizaciones, estos datos se encuentran dispersos en varios sistemas no interconectados, lo que complica el proceso de planificación y presentación de informes. En consecuencia, la recopilación de datos a menudo se realiza manualmente, lo que conlleva retrasos, imprecisiones y riesgos corporativos. Además, los requisitos de divulgación cambian con frecuencia, lo que dificulta la navegación en el panorama de informes y se ve exacerbado por la falta de consenso sobre la terminología y las definiciones.

Estos son los retos que el sector privado conoce bien, ya que afectan sus inversiones, informes y decisiones estratégicas. Son desafíos validados por firmas consultoras, expertos y académicos, y ampliamente reconocidos.

La respuesta podría ser una combinación de todas las anteriores. No se puede afirmar que las empresas no adoptan plenamente los criterios ESG por una sola razón, pero existen múltiples motivos que dificultan su implementación, como los
costos, las expectativas de los clientes, el interés de los grupos de interés y las
relaciones con los proveedores.

Por ello, es crucial que los gobiernos desarrollen políticas que incentiven al mercado a «castigar» a las empresas que no aplican los criterios ESG de manera integral, ya sea a través de impuestos o investigaciones. Los gobiernos deben
adoptar medidas más proactivas para garantizar que las empresas incorporen estos criterios en todas sus operaciones.

Además, no se trata solo de un enfoque coercitivo; el Estado también debe ofrecer apoyo al sector privado para guiar la implementación de estos criterios. Esto podría incluir alianzas con universidades, centros de pensamiento, o la promoción
de foros y espacios donde los empresarios puedan aprender sobre la aplicación de los criterios ESG.

Juan Camilo Clavijo

De Missouri a los cultivos lícitos, los gobiernos promueven los ESG

Un tribunal federal de Estados Unidos emitió un fallo que bloquea nuevas regulaciones en Missouri, diseñadas para limitar la capacidad de los profesionales financieros de integrar consideraciones ESG en su asesoramiento de inversión, al considerar que dicha regulación era vaga e inconstitucional. (ESG Today, 19 de agosto, 2024)

La regulación, impulsada por el Secretario de Estado de Missouri, Jay Ashcroft, y aprobada en 2023, requería que las firmas y los profesionales financieros obtuvieran el consentimiento por escrito de los clientes antes de incorporar un «objetivo no financiero» o «objetivo social», incluyendo aquellos de índole social o ambiental. El consentimiento debía incluir un lenguaje obligatorio que reconociera que el asesoramiento podría resultar en inversiones y recomendaciones que no se centran únicamente en maximizar el retorno financiero.

 

La norma se enmarcó en un movimiento anti-ESG liderado por políticos republicanos en Missouri, quienes han participado activamente en diversas iniciativas para frenar el avance de las inversiones ESG. Por ejemplo, en 2022, el fondo de pensiones estatal anunció la retirada de cientos de millones de dólares de BlackRock, acusando a la firma de «priorizar las iniciativas ESG sobre el retorno de los accionistas». En 2023, Missouri se unió a una alianza multilateral liderada por el gobernador de Florida, Ron DeSantis, cuyo objetivo es coordinar acciones para «proteger a las personas del movimiento ESG», mediante medidas que incluyen la prohibición del uso de consideraciones ESG en los fondos de pensiones estatales y locales.

A nivel de Estados Unidos, este fallo subraya las dificultades que enfrentan las iniciativas anti-ESG al intentar imponer restricciones a nivel estatal que chocan con regulaciones federales establecidas. La decisión se considera una victoria para los defensores de estos criterios, ya que limita la capacidad de los estados para imponer reglas que podrían restringir la consideración de los factores ESG, considerados por muchos inversores y empresas como esenciales para la sostenibilidad y gestión de riesgos a largo plazo.

Además, el fallo podría disuadir a otros estados de perseguir medidas similares, lo que potencialmente estabilizaría el panorama y fomentaría la integración continua de estos factores en las prácticas de inversión convencionales. Sin embargo, esta batalla legal probablemente no ha terminado, ya que Missouri podría apelar la decisión, lo que continuaría alimentando el debate nacional sobre el papel de los ESG en las decisiones de inversión. Este resultado resalta la tensión continua entre los movimientos estatales contra el ESG y el impulso más amplio hacia la integración del ESG en el sector financiero.

A nivel internacional, la decisión de anular la regla anti-ESG de Missouri puede tener varios impactos clave en el ecosistema global. En primer lugar, refuerza la tendencia hacia la integración de factores ESG en las decisiones de inversión, lo que puede alentar a otros países a seguir adoptando o reforzando estos estándares en sus mercados financieros. Esta decisión puede ser vista como un respaldo al movimiento global que busca hacer que las inversiones sean más sostenibles y responsables.

En segundo lugar, la resolución subraya los desafíos de intentar limitar los ESG a nivel estatal, lo que podría desincentivar a otros países de implementar medidas similares a las de Missouri que restrinjan este tipo de inversiones. A nivel global, esto puede fortalecer la posición de los actores internacionales que promueven estos criterios, como la Unión Europea, que ya ha implementado regulaciones estrictas en este sentido, como el Reglamento de Divulgación de Finanzas Sostenibles (SFDR).

Además, la decisión puede tener un efecto en las relaciones internacionales, especialmente en cómo los inversores y reguladores europeos y estadounidenses alinean sus estrategias en cuanto a ESG. Si bien algunos estados en los EE. UU. han intentado restringir el ESG, esta decisión podría ser vista por actores globales como una señal de que el mercado estadounidense no se desvinculará completamente de la tendencia global hacia la sostenibilidad en las inversiones.

En mercados emergentes, donde la adopción de ESG aún está en desarrollo, el fallo puede servir como un ejemplo de los límites legales que enfrentan los intentos de frenar el ESG, lo que podría influir en la formulación de políticas y la regulación en esos países.

Con esta noticia, el rol de los gobiernos en la implementación de ESG se manifiesta de varias maneras, y es un tema de debate y tensión en diferentes niveles:

Regulación y Supervisión: Los gobiernos juegan un papel crucial en establecer y supervisar las regulaciones relacionadas con ESG. Esto incluye determinar si los factores ESG deben o no ser considerados en las decisiones de inversión.

Creación de Entornos Propicios o Restrictivos: Los gobiernos pueden crear un entorno favorable para la adopción de los ESG al promulgar leyes que incentiven o requieran la consideración de estos factores en las inversiones. Por ejemplo, en Europa, se han implementado regulaciones estrictas que fomentan su uso en los mercados financieros.

Políticas Públicas y Liderazgo: Los gobiernos también tienen un rol en guiar la dirección de las políticas públicas. Pueden influir en las decisiones de los actores financieros a través de políticas que promuevan o restrinjan el uso de ESG. Esto incluye tanto acciones a nivel local como la cooperación en iniciativas globales que promuevan la sostenibilidad, mostrando cómo las decisiones a nivel gubernamental pueden tener impactos significativos en la adopción de estas prácticas.

Lo anterior muestra lo clave que es tener gobiernos que promuevan y defiendan este tipo de iniciativas. Para ello, se hace necesario el diálogo y el trabajo conjunto con empresarios de todos los tamaños, emprendedores y proveedores. Muy al estilo del acuerdo entre el Gobierno de Colombia, con el presidente a la cabeza, y el Grupo Éxito, para comprar mercados a campesinos, el marco de comercialización de productos lícitos, a precios justos, sin intermediarios.  El Grupo comprará 400.000 kilos de productos nacionales a comunidades campesinas comprometidas con la sustitución de cultivos, no importan las alzas o bajas en los precios.

Juan Camilo Clavijo

Mucho más que un simple reporte

La comunicación eficaz es un pilar fundamental para el compromiso con el ESG, ya que es esencial para demostrar el compromiso, el progreso y el impacto de la organización. Casi la mitad de los directores ejecutivos afirma que, hoy en día, sienten presión para explicar las prácticas ESG de sus organizaciones y convertirlas en una narrativa convincente.

Las organizaciones deberían considerar cómo comunicar sus mensajes para desarrollar una estrategia ESG más efectiva. Encontrar el tono adecuado inspirará a otros a involucrarse. Además, las organizaciones pueden adoptar una estrategia de divulgación que responda a los comentarios de los inversores, utilizando tanto estrategias de relaciones públicas como de marketing. (Sean O’Neill, Corporate Governance Institute)

 

Como indica el Corporate Governance Institute, la comunicación es clave para los criterios ESG. El problema surge cuando esto no va más allá de un simple reporte. Muchas empresas presentan orgullosamente sus informes ESG entre abril y junio de cada año. Las publicaciones en LinkedIn de los profesionales de la sostenibilidad se llenan de mensajes de amigos, colegas y contactos que comparten estos informes.

Como alguien que conoce de primera mano el inmenso esfuerzo que implica la creación de estos informes, puedo afirmar que su finalización ciertamente es digna de celebración. Si bien los informes son herramientas eficaces para revelar información sobre sostenibilidad a inversores, agencias de calificación y otras partes interesadas ávidas de datos, pocas personas realmente los notan.

Según Mike Hower, de Trellis:

Nadie se ha molestado en recopilar datos sobre cuántas personas leen realmente los informes ESG (Spoiler: son pocos, muy pocos), pero sí sabemos que el 96 por ciento de las empresas del S&P 500 y el 81 por ciento de las del Russell 1000 los publican. Esto representa un tremendo progreso, teniendo en cuenta que hace apenas una década solo el 20 por ciento de estas empresas presentaban informes, según el Governance & Accountability Institute. Y a medida que las regulaciones que exigen la divulgación de información sobre el clima están llegando por parte de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos, los que se resisten pronto se unirán a la refriega de informes.

Sin embargo, es clave no quedarse ahí. Un informe ESG es solo el resultado de la implementación general de una estrategia de sostenibilidad. Esa estrategia debe permear todas las áreas del negocio: las operaciones, las finanzas, los proveedores, los clientes, recursos humanos, etc. Es mucho más que la mera acción de reportar.

Es importante comprender que los ESG solo como un tema de comunicaciones conlleva el riesgo de:

Greenwashing y daño a la reputación

Compromiso superficial: Si el ESG se trata únicamente como un ejercicio de reporte, existe el riesgo de que las empresas se centren en acciones superficiales o simbólicas en lugar de cambios sustantivos. Esto puede llevar a acusaciones de «greenwashing», donde se percibe que las empresas están engañando a las partes interesadas sobre su impacto ambiental o social.

Pérdida de confianza: Una vez que se percibe que una empresa está involucrada en greenwashing, puede sufrir un daño a largo plazo en su reputación.

Oportunidades perdidas para la innovación y el crecimiento

Falta de innovación: Considerar el ESG solo como un requisito de reporte puede hacer que las empresas pierdan oportunidades de innovar.

Desventaja competitiva: Las empresas que no integran completamente el ESG en sus operaciones corren el riesgo de quedarse atrás respecto a competidores que están aprovechando el ESG para impulsar el crecimiento y la innovación.

Gestión de riesgos inadecuada

Subestimar riesgos críticos: Tratar el ESG como un ejercicio de cumplimiento puede hacer que las empresas pasen por alto o subestimen los riesgos medioambientales, sociales y de gobernanza que pueden afectar sus operaciones.

Exposición a riesgos legales y regulatorios: A medida que los gobiernos y los reguladores ponen un énfasis creciente en los temas ESG, las empresas que no van más allá del reporte pueden encontrarse desprevenidas ante regulaciones más estrictas.

Implicaciones para el desempeño financiero

Desinterés de los inversionistas: Los inversionistas están utilizando cada vez más criterios ESG para tomar decisiones de inversión. Las empresas que no integran genuinamente el ESG en su estrategia pueden encontrar dificultades para atraer y retener inversión.

Erosión del valor a largo plazo: Enfocarse únicamente en el reporte ESG sin acción real puede resultar en un desempeño financiero deficiente a largo plazo. Esto se debe a que no se están abordando adecuadamente los riesgos y oportunidades subyacentes del ESG, lo que puede llevar a costos más altos, ineficiencias operativas y oportunidades de crecimiento perdidas.

Desconexión de empleados y clientes

Pérdida de talento: Los empleados, especialmente las generaciones más jóvenes, están buscando cada vez más trabajar para empresas que se alineen con sus valores.

Reacción negativa de los clientes: Los consumidores son más conscientes social y ambientalmente que nunca. Si perciben que los esfuerzos ESG de una empresa son insinceros o inadecuados, pueden llevar su negocio a otra parte, afectando la cuota de mercado de la empresa.

Incapacidad para satisfacer las expectativas de las partes interesadas

Insatisfacción de las partes interesadas: Diversas partes interesadas, incluidos clientes, empleados, inversionistas y comunidades, ahora esperan que las empresas tomen medidas significativas en temas ESG.

Erosión de la licencia social para operar: Las empresas que no se comprometen genuinamente con los temas ESG corren el riesgo de perder su licencia social para operar, especialmente en comunidades donde tienen impactos significativos medioambientales o sociales.

Falta de adaptación a las tendencias futuras

Falta de preparación para los riesgos relacionados con el clima: Con el cambio climático representando un riesgo cada vez mayor, las empresas que no integran completamente el ESG en su planificación estratégica pueden encontrarse desprevenidas ante los riesgos físicos y de transición asociados con el cambio climático.

Rezago en las tendencias de sostenibilidad:

Las tendencias ESG están evolucionando rápidamente. Las empresas que ven el ESG solo como un ejercicio de reporte pueden no adaptarse a estos cambios, como los cambios en el comportamiento del consumidor, los nuevos marcos regulatorios o los avances en tecnología sostenible.

Todo lo anterior muestra que, si no se convierten a los ESG en una estrategia integral en la empresa, esta perderá valor, innovación, inversión y credibilidad, lo que llevaría al peor de los escenarios para los gerentes generales y CEOs. Es necesario entender estos criterios no solo como una formalidad con la cual se debe cumplir, sino como algo que agrega valor a la producción y, por ende, a la empresa.

Esto plantea otra pregunta: ¿Están nuestros líderes dispuestos a incorporar los ESG como una gestión que agrega valor? Esa respuesta depende de la presión que ejerzan los inversionistas, consumidores, empleadores, proveedores y empleados.

Juan Camilo Clavijo

ESG: El antídoto para la corrupción

Cuando se habla de ESG, el énfasis suele recaer en la “E” (Medioambiental) y ocasionalmente en la “S” (Social), mientras que el aspecto “G” (Gobernanza) rara vez recibe la atención que merece. Sin embargo, esta supervisión es importante porque la corrupción, una cuestión clave de gobernanza, plantea riesgos sustanciales para las empresas. Los directores y las empresas enfrentan responsabilidades importantes si no previenen o abordan actividades corruptas, lo que hace que la gobernanza proactiva sea esencial.
Abundan los ejemplos de empresas a las que se les han impuesto fuertes multas por participar en actividades corruptas. Los ejemplos recientes incluyen Glencore Plc, una empresa minera y de comercio de productos básicos que recibió una multa de 700 millones de dólares (428 millones de dólares de multa y 272 millones de dólares de confiscación) en 2023 por actividades de corrupción y soborno internacional que ocurrieron durante una década en Nigeria, Camerún, Costa de Marfil, Guinea Ecuatorial, Brasil, Venezuela y la República Democrática del Congo (Forbes, 18 de enero de 2024).
Dada la estrecha y casi dependiente relación entre ESG y la política, es necesario hablar de corrupción, tal como lo vivió Glencore PLC al estar envuelta en pagos ilegales. Esto no solo conlleva una multa, sino también un daño reputacional significativo que podría afectar su valoración en bolsa y el comportamiento de sus inversores.
Existen otros casos, como el de la empresa de software SAP, que fue multada con 220 millones de dólares por sobornar a funcionarios gubernamentales en Indonesia y Sudáfrica. Igualmente, en nuestra región, LATAM, todos conocemos el tristemente célebre caso de Odebrecht.
Las acciones de corrupción más communes entre las empresas son las siguientes:
• Greenwashing
• Falsificación de datos
• Conflictos de interés
• Corrupción en la cadena de suministro
• Sobornos y cohechos
• Ineficacia de la regulación
• Falta de transparencia
• Captura regulatoria

A medida que aumenta la demanda de negocios responsables se comienzan a desarrollar acciones que van más allá de los rendimientos financieros. Para esto, existen agencias internacionales e indicadores, como Naciones Unidas (Global Compact), OCDE, GRI y la Unión Europea, que proveen guías y marcos regulatorios para que las empresas y gobiernos luchen contra la corrupción.
Entonces, si existen apoyos internacionales, guías e indicadores, ¿por qué las empresas no aplican medidas anticorrupción?
• Costos: Implementar medidas anticorrupción puede ser costoso. Las empresas pueden necesitar invertir en auditorías, sistemas de control interno, capacitación de empleados y la creación de departamentos de cumplimiento, lo cual puede resultar en gastos significativos.
• Cultura empresarial: En algunas empresas, la cultura corporativa puede no dar suficiente importancia a la ética y la integridad. Si la alta dirección no promueve activamente una cultura de transparencia y cumplimiento, es menos probable que se implementen medidas anticorrupción.
• Falta de conocimiento: Algunas empresas pueden no estar plenamente conscientes de los riesgos asociados con la corrupción o de las mejores prácticas para combatirla. La falta de conocimiento y educación sobre el tema puede llevar a una falta de acción.
• Entorno externo: En algunos países o industrias, la corrupción puede estar tan arraigada que las empresas sienten que no tienen opción más que participar en prácticas corruptas para competir. En estos entornos, la presión para conformarse con las normas del mercado puede ser abrumadora.
• Percepción de riesgo: Si las empresas no perciben un riesgo significativo de ser descubiertas o sancionadas por prácticas corruptas, es menos probable que tomen medidas para prevenirlas. La falta de aplicación estricta de las leyes anticorrupción puede contribuir a esta percepción.
• Conflicto de intereses: En algunos casos, las personas en posiciones de poder dentro de la empresa pueden beneficiarse personalmente de la corrupción y, por lo tanto, no tienen incentivos para implementar medidas que podrían limitar estos beneficios.
• Falta de presión de los stakeholders: Si los clientes, inversores y otras partes interesadas no exigen prácticas anticorrupción, las empresas pueden no sentir la necesidad de implementarlas. La presión externa puede ser un factor importante para impulsar el cambio dentro de las organizaciones.
• Complejidad y burocracia: Algunas empresas pueden ver las medidas anticorrupción como un conjunto de reglas y procedimientos adicionales que añaden complejidad y burocracia a sus operaciones diarias.
Sin embargo, a pesar de las barreras para implementar medidas anticorrupción, hay casos de éxito. Por ejemplo, Siemens AG se vio envuelta en uno de los mayores escándalos de corrupción empresarial en 2008, cuando se descubrió que había pagado sobornos a funcionarios de varios países para ganar contratos.
Después del escándalo, Siemens implementó un programa integral de cumplimiento que incluye una estricta política anticorrupción, la creación de un departamento de cumplimiento con cientos de empleados y la capacitación intensiva de su personal. También cooperó con las autoridades para resolver los casos de corrupción. Como resultado, esta empresa ha sido reconocida como un líder en prácticas anticorrupción y ha mejorado significativamente su reputación y operaciones globales.
Lo anterior demuestra que la corrupción no es un tema exclusivo de políticos; es algo que toca todas las esferas de la sociedad y, sin duda, es motivado por un agente privado. Por ende, las empresas no son ajenas a este mal. De ahí la necesidad de que la lucha contra esto, sea un esfuerzo general de la sociedad, asumiendo cada uno nuestra responsabilidad.

 

Juan Camilo Clavijo