La guerra es la paz; la libertad es la esclavitud; la ignorancia es la fuerza
Harvard es una institución antisemita de extrema izquierda, como muchas otras, con estudiantes de todo el mundo que quieren destrozar nuestro país. El lugar es un desastre liberal, que permite que un grupo de lunáticos desquiciados entren y salgan del aula y profieran falsa ira y odio. ¡Es realmente horrible! Ahora, desde que comenzaron nuestras denuncias, se comportan como si fueran todos unos simples pasteles de manzana americanos (‘American pies’)”, escribió Trump en una publicación en Truth Social el jueves. (Político, 24 de abril de 2025).
Así como ha atacado todo lo relacionado con la sostenibilidad —mezclándolo con temas como la izquierda radical, el movimiento woke y el ahorro del erario público, el presidente Trump continúa su cruzada contra todo lo que no esté alineado con lo que él piensa, siguiendo la misma estrategia que ha utilizado contra las causas verdes.
Tomemos como ejemplo su mensaje en la red social Truth Social. En ese mensaje mezcla:
- Ataque frontal contra el antisemitismo.
- Acusación a la Universidad de Harvard de ser parte de la izquierda radical.
- Ataque al liberalismo (¿reflejo de la muerte de la democracia liberal?).
- Descalificación de los estudiantes que protestan.
- Reiteración de que la inmigración es una amenaza para Estados Unidos.
- Reafirmación de la idea que el resto del mundo abusa del país.
Si analizamos ese corto mensaje, contiene una cantidad de afirmaciones aparentemente inconexas, pero presentadas de forma astuta para justificar su ataque a la universidad. Todo se articula desde su plataforma ideológica, una mezcla de posturas, conceptos y lecturas sin un norte claro, pero con una lógica comunicativa poderosa.
Y es que, si observamos las herramientas históricamente utilizadas por caudillos y dictadores, este tipo de mensajes siguen una lógica argumentativa muy efectiva. Es la combinación perfecta para generar titulares, justificar acciones, derrotar adversarios e invisibilizar debilidades. Lo vemos a diario en las noticias.
¿Cuál es la estrategia y con qué objetivo?
- Superposición de narrativas
Usa múltiples hilos temáticos al mismo tiempo (seguridad, soberanía, moralidad, economía), logrando que el discurso parezca coherente y justificado desde diferentes frentes.
Objetivo: Control del pensamiento y las emociones. Al generar miedo, odio o confusión, es más fácil manipular la percepción de la realidad. El miedo, en particular, lleva a aceptar medidas represivas “por seguridad” o “por el bien común”.
- Creación de un enemigo común (real o imaginario)
Se identifica o fabrica una amenaza clara —ya sea un grupo interno (inmigrantes, minorías, oposición política, medios) o externo (ONGs, gobiernos extranjeros, élites globales)— y se asocia con problemas tangibles como el desempleo, la criminalidad o, en este caso, las universidades.
Objetivo: Deslegitimar y deshumanizar a los oponentes. Las críticas legítimas se convierten en amenazas existenciales. Los opositores no solo se critican, se convierten en traidores o enemigos de la nación.
- Lenguaje emocional y sensacionalista
Se recurre a expresiones cargadas emocionalmente como “abuso de nuestro país”, “decadencia”, “pureza”, “resistencia”, que apelan tanto al orgullo como al temor.
Objetivo: Crear una narrativa única y dominante. Se construye una historia simple y polarizada: todo lo bueno viene del líder, todo lo malo de “los otros”.
- Confusión estratégica
Se mezclan verdades parciales con mentiras flagrantes, lo cual dificulta la verificación y alimenta la incertidumbre. Así se promueven fake news y se niegan hechos reales.
Objetivo: Desgastar la verdad. Esta desorientación —lo que algunos llaman “gaslighting colectivo”— mina la capacidad de resistencia cívica.
- Apelación al caos controlado
Se presenta una narrativa donde, sin el liderazgo del emisor, el país caería en el caos. Se exageran o fabrican crisis para justificar su protagonismo.
Objetivo: Justificar el autoritarismo. Se normaliza el uso de medidas excepcionales (censura, represión, militarización) como “patriotismo” o “protección”.
- Apropiación del lenguaje del adversario
Se utilizan términos como derechos humanos, justicia o democracia, pero redefinidos desde su lógica ideológica, vaciándolos de contenido real.
Objetivo: Fidelizar una base fanática. Los discursos polarizantes generan identidades rígidas. La base no solo lo sigue: se siente parte de una cruzada.
Por ende, estos mensajes aparentemente erráticos o salidos de tono tienen todo el sentido dentro de una administración que busca anular libertades (como en el caso de Harvard), eliminar frenos y contrapesos propios de una democracia, debilitar a sus oponentes y conducir a Estados Unidos hacia un régimen basado en la ilusión de la eficiencia tecnológica y la austeridad extrema, como lo evidencia la agencia DOGE liderada por Elon Musk.
Por eso, es crucial diseccionar el discurso de Trump y de otros líderes contemporáneos para no caer en la reactividad, la hipersensibilidad, ni en el miedo. Está más que demostrado que nos corresponde a los ciudadanos informarnos, formarnos y filtrar críticamente las noticias que recibimos a diario, si realmente aspiramos a una sociedad más justa y una vida más tranquila.
“La guerra es la paz. La libertad es la esclavitud. La ignorancia es la fuerza.”
— George Orwell, 1984