En las últimas semanas, las lluvias que han caído en la Sabana de Bogotá y otras zonas de Cundinamarca han generado expectativas sobre un posible aumento en los niveles de los embalses de la región. Sin embargo, a pesar de las precipitaciones, los embalses siguen manteniendo niveles bajos, lo que ha generado preocupación entre las autoridades ambientales y la población. El director de la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), Alfred Ballesteros, explicó detalladamente las razones de este fenómeno, subrayando la importancia de un uso eficiente y responsable del agua.
Aunque las lluvias han sido constantes desde mediados de febrero, los niveles de los embalses en la región continúan a la baja. Ballesteros destacó que, aunque las precipitaciones han mejorado los caudales de las fuentes hídricas que alimentan los sistemas de regulación, no han sido suficientes para contrarrestar la gran cantidad de agua que se sigue extrayendo de los embalses. En términos simples, el volumen de agua que se utiliza sigue siendo muy alto en comparación con el que entra en los embalses debido a las lluvias.
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Una de las principales razones por las que las lluvias no son suficientes para equilibrar la situación es el uso del agua. Ballesteros explicó que los aguaceros recientes han caído principalmente en la cuenca Media del río Bogotá, donde el uso principal del agua es la generación de energía. Este uso intensivo no permite que el agua que cae se almacene eficientemente en los embalses para el consumo humano o agropecuario. En cambio, las aguas de drenaje urbano de Bogotá terminan llegando a la zona del occidente de la Sabana, donde se aprovechan en actividades como la agricultura.
A pesar de las lluvias, la extracción constante de agua es un desafío importante. Según las cifras proporcionadas por la CAR, actualmente se extraen aproximadamente 16 metros cúbicos por segundo de los embalses, lo que significa que, incluso con las lluvias, no se puede mantener el nivel de agua en los embalses. Ballesteros detalló que esta extracción constante es tan alta que, aunque llueva, la cantidad de agua extraída cada segundo es suficiente para mantener los embalses en niveles bajos, entre estables y a la baja.
Ballesteros también hizo referencia al régimen bimodal de la región andina, un patrón climático que se caracteriza por dos períodos de lluvias al año. Sin embargo, las lluvias actuales, que son parte de este régimen, no son las más adecuadas para mejorar la situación hídrica de la región. Las lluvias más necesarias para mejorar los niveles de los embalses provienen de la zona oriental y la Orinoquía, áreas clave que alimentan el sistema Chingaza, el principal sistema de abastecimiento de agua para la región.
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Ante esta situación, el director de la CAR hizo un llamado a la ciudadanía para que mantengan las medidas de ahorro y uso eficiente del agua. La alta demanda de agua, sumada a los niveles de extracción, hace imperativo que tanto los hogares como las industrias sigan adoptando prácticas responsables en su consumo. Sin un uso racional del agua, las lluvias, aunque frecuentes, no serán suficientes para revertir el descenso de los niveles de los embalses.
Además de las medidas de ahorro, la CAR está implementando alternativas para asegurar el abastecimiento de agua en el futuro. Una de estas medidas es la exploración de pozos profundos, que permitiría extraer agua de fuentes subterráneas. Asimismo, se están promoviendo sistemas de recolección y cosecha de aguas lluvias, particularmente en zonas rurales y centros poblados, a través de la entrega de kits de recolección que incluyen tanques de mil litros y sus accesorios. Estas iniciativas buscan aumentar la disponibilidad de agua en momentos de crisis hídrica.
Por otro lado, la CAR ha firmado varios convenios con autoridades municipales y organizaciones de la sociedad civil para proteger las zonas hídricas más vulnerables y promover la restauración ecológica de áreas estratégicas, plantando especies nativas en colaboración con las comunidades locales.
