Ir al contenido principal

Horarios de atención

De lunes a viernes:
8:00 AM – 5:00 PM

Whatsapp: (+57) 317 599 0862
Teléfono: (+57) 313 7845820
Email: [email protected]

Confidencial Noticias 2025

Etiqueta: Oscar Sevillano

Todas las noticias sobre Óscar Sevillano

El único culpable es Gustavo Petro

No sé a quién se le ocurrió la idea de transmitir un consejo de ministros a través de los medios de comunicación, pero lo que si se, es que el experimento salió muy mal.

Según se rumora, esta nefasta idea salió de la cabeza de Armando Benedetti, lo que no se me haría nada extraño sí llegase a ser cierto, porque si algo le gusta al maquiavélico cerebro del exsenador y exembajador es conspirar para hacer quedar mal al otro, y así de paso pasar por encima de quien le estorba.

Lo primero que quedó muy claro, más allá de la prevención que tienen la mayoría de los miembros del gabinete ministerial, es el poco agrado que tienen con la presencia no solo de Benedetti en el primer círculo de la Casa de Nariño, sino además, de Laura Sarabia.

Nota recomendada: Calenturas uribistas

¿Quién es la persona que los nombró? Nada más y nada menos que Gustavo Petro, así que sí existe división en el equipo de Gobierno, el culpable se llama Gustavo Petro, que en lugar de escuchar las advertencias y las alertas que se le hacen por mantener a su lado a una persona como el excongresista, que tiene mala reputación y la de una funcionaria como Sarabia que le falta el respeto a sus compañeros de equipo, las defiende y las mantiene.

¿No era acaso Petro quien exigía a Álvaro Uribe Vélez desprenderse de los parapolíticos? ¿Por qué entonces no hace lo mismo con Benedetti y Sarabia? ¿Cuál es la razón verdadera para imponerlo a como dé lugar? ¿es cierto acaso lo del chantaje del que tanto se rumora?

Puede interesarle: mputan a cargos a un sujeto implicado en la muerte y desaparición de una niña en Sogamoso (Boyacá)

Lo segundo que quedó claro, es la falta de coordinación y liderazgo de Gustavo Petro en su gobierno. Podrá el primer mandatario decir que hay unos incumplimientos, y la pregunta del millón es ¿Cuál es la responsabilidad del presidente de la república en estos incumplimientos?

¿Se ha dado acaso la tarea de acompañar a sus ministros en la ejecución de sus tareas? ¿responde las llamadas que le hacen para plantear dudas e inquietudes?

Que no nos crean tan pendejos. Todos sabemos que los ministros deben actuar solos porque para ellos dialogar con el presidente se ha convertido en una hazaña. Por eso llega tarde a todas partes, cuando llega, y, además, poco se entera de lo que sucede al interior de su Gobierno, porque además vive pensando que sus órdenes se cumplen con solo tronar los dedos, y olvida que sus funcionarios para ejecutar los proyectos deben sortear las trabas que les impone un Estado burocrático y paquidérmico como el nuestro. Además de tener que rendir informe a los órganos de control para cuidarse de investigaciones disciplinarias o judiciales si es el caso.

Muy cómodo salir ante los medios exigiendo resultados cuando poco se hace para concretarlos, y se deja todo en manos de unos ministros que no tienen o no cuentan con un guía que los coordine.

Sí lo que Petro quiere es evitar a toda costa que la izquierda continúe en el poder, pues debo felicitarlo porque está logrando su propósito, con ingrediente más, y es que su proyecto está quedando en lo mismo que han quedado los del resto de mandatarios, es decir, de estar contaminados por la corrupción.

Oscar Sevillano

Calenturas uribistas

No sé en qué esté pensando el uribismo al proponer un ataque militar de carácter internacional a Venezuela, pero lo que sí sé es que es una gran irresponsabilidad presentar una idea de estas a una población vecina que lo que uno que quiere es disfrutar de su país con total tranquilidad.

Por supuesto que Nicolás Maduro debe salir del poder en Venezuela, pero la solución no es a partir de una guerra internacional promovida desde Colombia, porque el primero en perder, curiosamente sería Colombia, quien no solo tendría que recibir a todo el que huya desde el país vecino en masa, en una mayor proporción de lo que hasta el momento se ha dado, sino además dar las explicaciones y soluciones económicas a los pueblos fronterizos por las pérdidas que esto les generaría.

Nota relacionada: Álvaro Uribe invita a la comunidad internacional a intervenir militarmente a Venezuela

Sí el uribismo olvidó la vergüenza que tuvo enfrentar Colombia luego de que Iván Duque, en su afán de protagonismo promovió una fallida caída de Nicolás Maduro, organizando un concierto en la frontera y enviando unas ayudas que nadie le pidió, aquí está el periodismo para recordarles.

No es con propuestas calenturientas para ganar aplausos y simpatías como se le va a ayudar a Venezuela a superar una dictadura que ha violado los derechos humanos a miles de sus ciudadanos y que ha obligado a gran parte de su población a marcharse de su tierra para convertirse en extraños en un sitio lejano.

Lea también: EEUU eleva recompensa por la cabeza de Maduro e impone nuevas sanciones a Venezuela

Si tan fácil es declararle la guerra a Venezuela ¿por qué Álvaro Uribe Vélez no lo hizo durante sus ocho años de gobierno, cuando la dictadura comenzó a incubarse con Hugo Chávez? ¿por qué Iván Duque dejó de insistir con su idea de tumbar a Nicolás Maduro del poder?

¿Será porque saben muy bien que el asunto es económico? De acuerdo con la Asociación Nacional de Comercio Exterior (ANALDEX), las exportaciones de Colombia hacia Venezuela crecieron en un 47%, tras la reapertura de la frontera entre los dos países durante el año 2024.

¿Están dispuestas las empresas colombianas que exportan sus productos hacia Venezuela a perder estos ingresos?

No es posible que el Centro Democrático piense en organizar una guerra internacional cuando ni en los años del gobierno Uribe ni mucho menos en los cuatro de Duque, pudo ayudar a superar la propia con los grupos armados ilegales que internamente le han hecho la vida de cuadritos a millones de colombianos.

Colombia no debe ni puede prestarse a la organización de guerras internacionales, porque en el caso de hacerse realidad, ni Estados Unidos la va a apoyar, y porque nuestro país no está en capacidad de atender las consecuencias que un acto irresponsable como este le puede traer.

Lea también: Petro reafirma su posición de no romper relaciones con Venezuela

Claro que Venezuela debe expulsar a Nicolás Maduro del poder, pero eso, es un asunto que les corresponde a los venezolanos. Nada tiene que hacer Colombia en ese problema.

Oscar Sevillano

Concejales bogotanos del siglo XIX

Constantemente me pregunto si algunos políticos en Colombia no son conscientes que los tiempos han cambiado y que hoy la sociedad vive las distintas formas de sexualidad sin prejuicios y sin tabúes.

Lo anterior lo digo especialmente por un grupo de concejales de Bogotá que parecen vivir en el siglo XIX, quienes se niegan a dejar la mojigatería con la que la humanidad vivió durante mucho tiempo predicando una moral limpia y pura en el día mientras en la noche, de puertas para adentro celebraban orgías y daban sueltas a sus más oscuros instintos.

No es posible que un grupo de concejales de Bogotá nieguen la posibilidad de que el Distrito en su conjunto prepare políticas públicas para combatir el matoneo en los colegios a los adolescentes que manifiesten públicamente su preferencia sexual.

Al parecer, ellos no se han dado cuenta o no saben que la sexualidad no se define en el momento en que la Registraduría le entrega la cédula al joven que acaba de cumplir 18 años. Esto es algo que se despierta con algunos instintos en la vida del ser humano, hecho que comienza a ocurrir desde los 10 u 11 años.

Sí en realidad queremos que los colegios de Bogotá, especialmente los de educación pública se enseñe y se inculque el respeto hacia el otro, pues bueno, esta es una manera de darle inicio a una serie de políticas públicas encaminadas a lograrlo.

Ahora, sí lo que se quiere es que se continúe menospreciando al otro y tomarlo como objeto de burla y hacerlo sentir como una especie de escoria de la sociedad por su decisión de asumir su sexualidad de una manera distinta a la de los demás, debo entonces felicitar a este grupo de concejales entre los que se encuentran Diana Diago, Humberto Rafael Amín, Darío Fernando Cepeda, Emel Rojas y Clara Lucía Sandoval, porque con su actuar lo están consiguiendo.

Sé que junto a ellos hay más y para identificarlos hay que esperar a que el proyecto de acuerdo propuesto por los estudiantes cabildantes a los que se negaban a escuchar en la plenaria, llegue a la Plenaria del Concejo, sí es que algún día lo agendan.

Por ahora, debo felicitar al concejal Ángelo Schiavenato Rivadeneira, quien presidió la sesión en la Comisión de Gobierno en donde se aprobó el primer debate el proyecto de acuerdo, al que, por supuesto quisieron ponerle trabas no sé si celestiales, pero trabas al fin de cuentas.

Schiavenato sacó el proyecto adelante, aun con toda la oposición con la que tuvo que lidiar, especialmente con aquella que propuso otro proyecto con el que se busca acabar con el matoneo de manera general sin un método diferencial para cada forma en la que se presenta este fenómeno.

En pocas palabras, buscan promover un cambio para continuar en las mismas. Felicitaciones señores concejales, no entiendo porque no se les había ocurrido esta idea antes.

Solo espero que sí por algún motivo el proyecto se hunde en la plenaria y se presentan suicidios en adolescentes víctimas del matoneo en los colegios por temas de preferencias sexuales diferentes a la heterosexualidad, no se les ocurra proponer minutos de silencio en señal de duelo, porque este acto demostraría una vez más la hipocresía con la que está hecha la política en Colombia, pero especialmente en el Concejo de Bogotá.

Oscar Sevillano

Cosas de la política: ¿Tendremos de procurador a una especie de ‘Gregorio de Nadie’

A pesar de que el hoy exsecretario general del Senado de la República, fue ternado por el presidente de la República para la elección del nuevo procurador general de la Nación, nada garantiza que seguirá sus instrucciones o que hará de la entidad un órgano de control independiente de la política y del mismo Ejecutivo.

Procuraduría

Gregorio Eljach

Así es Petro, así es Uribe y así mismo fueron todos

Hoy todos hablan de ataques a la prensa por parte del presidente Gustavo Petro, y se sorprenden hacen cruces de rodillas, y en efecto tienen razón porque el primer mandatario ha demostrado su desprecio por el periodismo libre.  Sin embargo, es bueno que revisemos la historia para que analicemos si los diferentes sectores que conforman la política en nuestro país, tiene siquiera un 1% de autoridad moral para exigirle al actual Gobierno respeto por la libertad de prensa.

Para empezar, podemos iniciar por el Gobierno de Iván Duque del que se supo, gracias a la Revista Semana, medio de comunicación que antes de convertirse en un movimiento político al que solo le falta repartir avales, publicó un artículo en el que reveló que el Ejército Nacional a través de seguimientos ilegales perfiló los nombres de algunos periodistas y en carpetas guardaba información del trabajo que estos realizaban.

¿Qué pasó con este asunto? ¿Investigó la Fiscalía de Francisco Barbosa? ¿se supo cuál era la intención de perfilar periodistas? Ni Duque ni su entonces jefe de comunicaciones, Hassan Nassar, respondieron pero en cambio sí alzan la voz para exigir respeto por la libertad de prensa ¿cinismo u olvido conveniente?

En el gobierno de Juan Manuel Santos cuando la periodista Claudia Morales en función de su labor, hizo algunas investigaciones sobre la supuesta ‘Comunidad del Anillo’ y la relación que al parecer tendría con este hecho el general en retiro de la Policía, Rodolfo Palomino, denunció que sus comunicaciones habían sido interceptadas. Como era de esperarse, todo se quedó en la denuncia porque los responsables de esto nunca aparecieron. Al igual que Morales, otros periodistas que también indagaron este hecho aseguraron sentirse perseguidos.

Ahora, si mencionamos el Gobierno de Álvaro Uribe, podremos darnos cuentas que ni el exmandatario ni sus seguidores tienen derecho a rasgarse las vestiduras en señal de dolor cuando Petro ataca a la prensa, porque durante sus ocho años el periodismo no solo fue atacado verbalmente, además lo convirtieron en víctimas de chuzadas y persecuciones. Vale la pena recordar que todo aquel que se atreviera a contradecir al entonces primer mandatario era señalado de “aliado de la guerrilla”.

De hecho recuerdo un episodio con el exasesor presidencial, José Obdulio Gaviria quien en medio de un debate para el programa 360 Grados de Cablenoticias me dijo que yo hacía parte de un grupo de periodistas empeñados en destruir el nombre del entonces presidente Uribe, a lo que respondí recordándole los episodios en los que Uribe atacó a la prensa.

También es bueno traer a la memoria el momento en que Uribe tildó a los periodistas de la Revista Semana de “señoritos bogotanos que querían hacer daño a la clase regional” por las investigaciones que hizo el medio de comunicación sobre los vínculos del paramilitarismo con algunos políticos regionales.

Como también es bueno recordar que el cierre de la Revista Cambio de ese entonces coincidió con la revelación de los hechos de corrupción alrededor del programa del Ministerio de Agricultura conocido como ‘Agro Ingresos Seguros’ en el gobierno Uribe, y además coincidió con la  salida de la Casa Editorial El Tiempo de los periodistas, Rodrigo Pardo, Harold Abueta y María Elvira Samper.

Ni hablar de los ataques de Uribe a Noticias UNO y a Daniel Coronell, a quien convirtió en su blanco favorito.

Pero si nos vamos hacia atrás, encontraremos que el entonces presidente Andrés Pastrana no quería mucho a Uninoticias, un noticiero que se emitía los fines de semanas por el Canal Uno y que terminó fusionado con el Noticiero de las 7 dando pie a la creación de Noticias Uno.

En el caso de Ernesto Samper, presidente débil políticamente pero que aun así su paso por el poder lo utilizó para poner su granito de arena para que aumentara la mala racha económica que traía el diario La Prensa, de propiedad de la familia Pastrana con la que ha sostenido una eterna enemistad y ni hablar del cierre en su época del Noticiero QAP.

Tampoco podemos pasar por alto que el Noticiero AM PM, salió del aire en el 1997, según cuentan testigos de la época, “por desórdenes administrativos que les impidieron continuar”.  Esto coincidió con la decisión de Ernesto Samper, de otorgar la concesión a casas politicoeconómicas, que desde atrás venían instrumentalizando el periodismo para de esta manera acomodar verdades a sus intereses políticos.

Es así como en los años 80 y parte de los 90 existía el Noticiero de las 7 (Familia López Michelsen); Noticiero 24 Horas y el diario El Siglo (Familia Gómez Hurtado); AM PM (Reincorporados del M 19); Noticiero TV HOY y diario La Prensa (Familia Pastrana); Telenoticiero del Mediodía (Familia Galán); Diario El Tiempo (Familia Santos); Noticiero Criptón (Familia Turbay); Noticiero CM& (con Cesar Gaviria como socio).

Viéndolo de esta forma podemos concluir que los únicos espacios que se pudieron considerar como independientes de la política eran: Noticiero QAP (Chiva Cortes), Todelar Radio (Grupo Tobo de la Rocha), RCN Radio (Grupo Ardila Lulley), Telepaís (Jorge Barón) y el diario El Espectador (Familia Cano).

En cuanto a César Gaviria no podemos decir que fue enemigo del periodismo, pero tampoco que haya sido el mejor amigo. Basta recordar que entraba en furia cuando algún titular del diario El Tiempo o del diario El Espectador no eran de su agrado.

La realidad de estos medios de comunicación ha cambiado radicalmente. Muchos de estos espacios de noticias desaparecieron, otros se fusionaron y  la batuta se la dejaron a los grupos económico, y es así como el Grupo Santo Domingo vendió a Caracol Radio al Grupo Prisa, creo a Bluradio, estructuró al Canal Caracol Televisión y compró el diario El Espectador: El Grupo Ardila Lulley continúa con RCN Radio, creo el Canal RCN y se hizo al diario la República: El Grupo Sarmiento Angulo adquirió al diario El Tiempo y Gilinsky compró la Revista Semana, el País de Cali y va por más.

De esta manera la gran mayoría de medios de comunicación en Colombia dejaron de ser instrumentos de las casas políticas que han gobernado al país, quienes les utilizaban para atacarse los unos con los otros. Hasta el momento el que más se acerca a esta realidad de lo que fueron los espacios de noticias en el pasado, es la familia Char con el grupo radial Olímpica Stéreo.

Con todo este recorrido podemos entonces concluir que, así como Gustavo Petro ataca a la prensa cuando algún titular no le favorece, hecho inaceptable desde cualquier punto de vista,  así mismo quienes le han antecedido en la Presidencia de la República de una u otra manera y pueda que con un tono diferente, han hecho exactamente lo mismo, y aun así tienen el cinismo de exigir respeto por el periodismo.

Oscar Sevillano

La concejal Diana Diago y sus declaraciones… raras

Veo que los colegas de la concejal del Centro Demócratico, Diana Diago, no le han hecho saber lo mal que hace el control político, especialmente cuando habla en los microfonos luciendo desinformada, haciendo conclusiones que dejan mucho que pensar de la manera como ejerce su trabajo.

Entiendo que la cabildante tiene el deseo de aspirar a la Cámara de Representantes en la lista del partido uribista, y para eso hace oposición al alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, porque sabe muy bien que en nuestro país es más llamativo para las cámaras y los micrófonos de los diferentes espacios de noticias, cuando un político hace oposición a determinado gobierno.

Pero el tema no es ese, ella puede tomar la posición que desee, está en todo su derecho. El problema es cuando utiliza los micrófonos para expresar opiniones un tanto… raras.

Parece que la concejal Diago no ha entendido que la persona que ocupe el cargo de alcalde de Bogotá, por la exposición mediática que tiene, y por los temas de seguridad que debe tratar que involucran a la ciudad, que no son pocos, se convierte en blanco de la ilegalidad, por lo tanto el Estado debe garantizar su seguridad.

No entiendo como toda una concejal menosprecia el papel y el riesgo que corre el alcalde Galán y pide que no se autorice cambiar los carros que componen su esquema de seguridad por unos de mayor blindaje. Ella debe saber que sí se requiere hacer este gasto. No quisiera pensar que lo que dice lo hace solo para ganar pantalla ante las cámaras y micrófonos.

Me gustaría sabe qué pensaría Diana Diago si el Pacto Histórico pide que se disminuya el número de hombres y carros que componen el esquema de protección del expresidente Álvaro Uribe Vélez.

Tampoco entiendo cómo pide austeridad en este asunto y sí en cambio calla ante el debate del momento por una demanda que cursa en el Tribunal Administrativo de Cundinamarca con el que se pide quitar los esquemas de seguridad de los concejales de Bogotá, incluido el de ella, que claramente no se requieren y que si genera una carga excesiva a los contribuyentes de la capital que en últimas son quienes deben pagarles esta excentricidad a los cabildantes como… Diana Diago, por ejemplo.

Este tipo de declaraciones por parte de la concejal no son nuevas. Recuerdo que en el período pasado se le vio muy disgustada porque niños y jóvenes indígenas llegaban a la Plaza de Bolívar, según ella, “armados con palos”. Claro, ella que es tan estudiada no sabe lo que significa para los indígenas portar el bastón de mando. Pero en fin, hay que ver que esto sucede cuando se habla en un micrófono sin estar informada, demostrando además poca capacidad de análisis.

No me extrañaría que la concejal diga que estas letras corresponden a un acto machista. Pues no señora, no es machismo pedirle a una mujer que se informe, analice bien las situaciones y luego si coja el micrófono y hable.

Oscar Sevillano

La oposición al Gobierno a Petro se llama Gustavo Petro

Fui uno de los tantos colombianos que depositó su voto de confianza en las urnas a favor del presidente Gustavo Petro, porque consideré que era necesario darle la vuelta a la historia política y de gobierno de Colombia, y aunque no me arrepiento, debo decir que no estoy para nada feliz con los resultados que hasta hoy arroja la gestión del primer mandatario.

Puede que el Gobierno se anote a su favor la inversión en 5.899 plantas docentes en 90 Entidades Territoriales Certificadas (ETC) en educación, con una inversión superior a los $356 mil millones de pesos; la recuperación de la mesada 14 para los militares en retiro; créditos para estudiantes universitarios con 0% de interés; gratuidad en la educación superior en universidades públicas y la entrega de más subsidios a más personas necesitadas.

Todo lo anterior suena muy bonito, el problema es que a un político o a un Gobierno se le recuerda más por sus metidas de pata que por lo bueno que haga no importa si es mucho o poco.

Esperé que los escándalos fueran pocos. Al fin de cuentas en todo gobierno hay escándalos, esa es una realidad a la que ningún período gubernamental escapa porque algo cierto es que la corrupción y la ineficiencia permean todo tipo de gestión. Lo que nunca esperé es que el protagonista del más grande escándalo de vínculos con la ilegalidad fuera el hijo del presidente en ejercicio, es algo que a nadie le pasa por la mente.

Sabía que, de personajes como Armando Benedetti y de la difunta Piedad Córdoba nada bueno se podía esperar, pero, que el vínculo con un actor ilegal que entrega dineros para la campaña política por debajo de la mesa sea el hijo mayor del presidente de la república y que los utilice para fines personales, resulta inconcebible.

Este hecho puso a dudar de la idoneidad de quienes integran la primera familia del país. Además de las razones que pudo tener la exesposa de Nicolás Petro para delatarlo, porque es claro que no fue precisamente por amor al país.

No entiendo tampoco como un presidente que dice en su discurso estar muy preocupado por el futuro de los jóvenes no le apuesta al deporte como una opción de vida para ellos y si en cambio sabotea los Juegos Panamericanos que se iban a celebrar en Barranquilla, al punto que gracias a su terquedad se perdieron y para colmo reduce el presupuesto al Ministerio del Deporte.

Tampoco entiendo cómo se menosprecia a las Fuerzas Militares y de Policía, cuando son quienes han cuidado de este país exponiendo su dignidad y sus vidas para que millones de colombianos puedan vivir tranquilos en sus hogares.

Pueda que a Gustavo Petro no le gusten ni los militares, ni los policías, pero algo quedó demostrado en el Desfile del 20 de julio: los colombianos los adoran y viven agradecidos con ellos, prueba de lo anterior, son los miles de aplausos que se escucharon cuando les vieron marchar frente a sus ojos.

Por otro lado, el escándalo de corrupción por los malos manejos en la Unidad Nacional Para la Gestión del Riesgo de Desastres, marcó negativamente la moral del Gobierno Petro, quien se ha notado bastante temeroso de que se llegue al fondo de este asunto, y si no es así, ¿Por qué entonces se pierden los computadores del Palacio de Nariño y del Ministerio de Hacienda sin que nadie sepa ni haya visto nada? El que nada debe, nada teme, dice el viejo y conocido refrán.

Admiro al ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, porque arriesgarse a padecer un terrible desgaste de su imagen ayudando a este Gobierno a sacar adelante sus proyectos, es de valientes. Si yo fuera él, no hubiese aceptado el cargo, porque es claro que el problema no son los congresistas, ni siquiera la oposición, que, a decir verdad, deja mucho que pensar. El problema es Gustavo Petro quien se ha consolidado como la verdadera oposición al gobierno de Gustavo Petro.

Óscar Sevillano

¿Qué clase de gobierno es este?

Es difícil creer que el Pacto Histórico pueda ganar la Presidencia de la República en la campaña del 2026, y no porque no cuente con personas capaces de pensar en un mejor país, sino porque el Gobierno actual está haciendo el mérito para que los votantes en Colombia eviten que este sector político se quede en el Palacio de Nariño por un período más.

No es posible que un sector político durante décadas enteras padeció la discriminación, sometido incluso al exterminio y persecución por parte de la extrema derecha, cuando por fin se le presenta la oportunidad de demostrar que tiene la capacidad para que ayude a mejorar las condiciones de vidas de millones de personas sometidas a las injusticias sociales propias de un nación con desigualdades profundas, se dedique a hacer todo lo contrario no solo ejerciendo un pésimo gobierno sino además dejando en claro que es tan corrupta y clientelista como lo es la derecha.

No entiendo en que mundo vive Gustavo Petro que no se ha dado cuenta de lo mal que está el país y de lo mal que está su gobierno, que, entre otras, parece haber perdido la vergüenza y poco le importan las consecuencias de los escándalos de corrupción en los que se ha visto inmerso.

Que se pierdan los computadores del Palacio de Nariño y del Ministerio de Hacienda sin que nadie sepa ni se dé cuenta, demuestra que mucho tiene por ocultar el Gobierno Nacional.

Que se mantenga a Armando Benedetti, aun con los pecados que pesan sobre sus espaldas, deja mucho que pensar de Gustavo Petro, quien como senador de la república rechazó el que los gobiernos a los que hizo oposición (Pastrana, Uribe, Santos y Duque), mantuvieran en altos cargos a personas cuestionadas o con alguna investigación en su contra.

Que se le falte al respeto a los militares y policías llegando tarde a un espectáculo tradicional como el desfile del 20 de julio y retirarse mucho antes de que este finalice, evidencia el desdén del primer mandatario por quienes sacrifican sus vidas para que en este país podamos dormir tranquilos.

Puede que a Gustavo Petro no le gusten ni los militares ni los policías, pero los colombianos los adoran, tanto que madrugan a verlos desfilar para saludarlos, abrazarlos y tomarse fotos con ellos para agradecerles por cuidar de sus vidas.

En este sentido, el presidente debe despojarse de sus odios personales y ponerse los zapatos de primer mandatario que además es jefe supremo de las Fuerzas Militares y de Policía.

Que la primera dama, Verónica Alcocer, tenga que cuidarse del Gobierno Nacional y acuda a la Fiscalía para pedir investigación de una posible campaña de desprestigio en su contra por parte de personas que conforman el primer círculo del Palacio de Nariño, pone en entredicho la calidad de seres humanos de los que se rodea el primer mandatario.

Y lo que es peor, que actores ilegales hagan uso de los vehículos de la Unidad Nacional de Protección deja mal parada a los diálogos de paz que se adelantan.

En diferentes columnas de opinión publicadas con ocasión de la campaña presidencial, dije que sí Petro ganaba debía demostrar que estaba preparado para gobernar un país polarizado y dedicarse a alejar los temores y prevenciones que sobre el pesan. Desafortunadamente ha hecho todo lo contrario y gracias a esto, el país es un caos en todos los aspectos (bajo recaudo tributario, el desempleo aumenta, el orden público es un total desorden público y la ilegalidad es la reina y señora en Colombia).

¿Qué clase de Gobierno es el de Gustavo Petro?, que no solo ha demostrado ineficiencia, sino que además está a punto de batir el record en corrupción y sinvergüencería.

Óscar Sevillano

¿Dónde está Timochenko?

Los más interesados en que el acuerdo de paz firmado entre los exfarc y el Estado deberían ser los mismos exfarc, especialmente su líder, y presidente del Partido Comunes, Rodrigo Londoño, conocido también como Timochenko.

Poco se le ve a Timochenko exigiendo al Estado el debido cumplimiento de unos Acuerdos de Paz que le costó tiempo, sudor y lágrimas al país entero firmarlos, como para que se los deje morir por cuenta del poco interés de la institución para implementarlos y el silencio de quien se supone lidera la causa de todos los firmantes.

De nada vale quejarse en estos momentos por el poco empeño de Iván Duque para implementar los acuerdos durante su período presidencial. Se sabía desde el 7 de agosto de 2018 que el gobierno del Centro Democrático haría todo lo posible por desbaratar todo lo que sonara a paz.

Lo que sí no se esperó es que un gobierno liderado por un presidente que viene de un proceso de paz como Gustavo Petro, no haga lo posible por acelerar la llegada del Estado a los territorios que se priorizaron para implementar los acuerdos de paz.

Mucho menos se esperó que la persona que los exfarc escogieron para que los representara en las instancias políticas y gubernamentales, se decidiera por el camino de la pasividad.

A los firmantes de paz no solo los están matando, también los están desplazando de los territorios donde decidieron establecerse una vez se firmó la paz y Timochenko no ha dicho nada, es como si no le importara su gente.

Tampoco se le conoce una postura frente a la absurda idea de Gustavo Petro de acudir al poder constituyente dizque para hacer cumplir los acuerdos de paz y tampoco ha dicho nada en lo que respeta a los procesos de paz con la Segunda Marquetalia y el Estado Mayor Central, grupos ilegales que no deberían tener estatus de beligerancia.

Timochenko es quien debería exigir el debido cumplimiento de lo firmado, al fin de cuentas, fue el quien lideró la delegación de las Farc durante el ciclo de conversaciones en la Habana, Cuba. Además, tuvo que desgastarse durante días enteros en medio de unos diálogos que tuvieron momentos de fuertes tensiones, y que culminaron en la firma de una paz, que hoy se ve desgastada por la falta de norte del gobierno Petro.

No es posible que quien se supone debería tener el mayor interés en el debido cumplimiento del Estado con una paz que costó firmarla, haya tomado el camino de la pereza y el desentendimiento del tema.

¿Tendrían razón quienes se retiraron del Partido Comunes porque no estaban de acuerdo con que Timochenko manejara los destinos de la colectividad?

Oscar Sevillano

El sombrero de Pizarro

Se equivoca de extremo a extremo el presidente Gustavo Petro al querer declarar el sombrero de Carlos Pizarro como patrimonio nacional, porque, aunque el país no desconoce que se trató de un hombre que hizo la paz y que fue asesinado por una alianza macabra de ciertos sectores de la sociedad con grupos paramilitares, tampoco se puede olvidar que hizo parte de un grupo armado ilegal que al igual que las Farc y las AUC, dejó miles de víctimas.

Por supuesto que se puede utilizar este elemento como un tema de memoria histórica pero nunca como un patrimonio histórico de la Nación porque eso sería tanto como aceptar que somos un país que se identifica con quienes han ejercido la ilegalidad y han desconocido el marco legal de las cosas.

No me cabe la menor de que sí a Rocío Arias o Eleonora Pineda en su papel como congresistas se les hubiese ocurrido proponer el arma de Salvatore Mancuso como Patrimonio, la oposición de Gustavo Petro como senador de la república no se habría ocultado y con toda su razón porque sería una ofensa contra las víctimas del conflicto armado.

No logro entender las razones que tiene el presidente Gustavo Petro para una idea semejante porque por mucho que se le recuerde a Pizarro como un hombre que le apostó la paz, nadie olvida que sus actos como guerrillero ofendieron a miles de personas en el país.

Es precisamente por esas víctimas que resulta ofensivo pretender mostrar un objeto que fue propiedad de un victimario como algo que identifica a colombiano. Es un verdadero despropósito.

Con esta idea lo que hace el presidente es motivar a que más adelante a alguien se le ocurra proponer la toalla que acostumbraba llevar al hombro Manuel Marulanda; la libreta en la que Pablo Escobar tomaba apuntes o el camuflado de Carlos Castaño como un símbolo de identidad de los colombianos.

El presidente Gustavo Petro debería tener en cuenta que en Colombia hay demasiados temas que bien se podrían proponer como patrimonio cultural y que son bastante positivos como para pensar justo en los que no solo generan polémica sino además traen malos recuerdos.

Oscar Sevillano

Al son de Petro

Está visto que el presidente Gustavo Petro está dispuesto a hacer todo lo que se le ocurra para que el país gire alrededor suyo, no importa si para esto se deban descuidar los asuntos que son urgentes e importantes a la vez.

No es extraño que proponga la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, aun si los tiempos no dan para que esta se realice durante su periodo presidencial sino cuando este haya terminado. Petro sabe muy bien que durante todo ese tiempo su nombre estará en el centro de ese debate.

Hoy todo el país habla de Gustavo Petro y sí es cierto que quiere convocar a una Asamblea Nacional Constituyente valiéndose del acuerdo de paz que se firmó con las Farc, aun sabiendo que este no es el paso indicado, todo cuanto se haga y se diga va a girar en torno a su nombre, tal como parece ser su deseo.

Petro sabe muy que aun logrando que esa convocatoria para una Constituyente se haga realidad, esta no arrojará resultados que les sean favorables sino todo lo contrario, porque durante estos dos años de gobierno se ha dedicado a destruir las esperanzas de quienes vieron en su candidatura las posibilidades para que sus luchas sean escuchadas en la Casa de Nariño.

En lugar de demostrar a sus opositores y al país entero que estaban equivocados al estar tan prevenidos ante la llegada de la izquierda al poder, Petro se ha dedicado a darles la razón, no solo al demostrar incapacidad para juntar un ladrillo con otro y así concretar planes y proyectos, sino además con escándalos de corrupción protagonizados por personas que hacen parte de su circulo familiar y con personajes que forman parte de su entorno político como Armando Benedetti, por ejemplo.

 Llegue a pensar que su difícil paso por la Alcaldía de Bogotá le había hecho madurar políticamente y entender que una cosa es hacer control político y otra gobernar, pero veo que no fue así, porque aún sigue pensando que para manejar un país como Colombia basta con salir al balcón y declamar un discurso que puede sonar muy bonito y promover aplausos y hasta mover corazones, pero que no se logra llevar a la realidad de la noche a la mañana y que para esto se requiere consensos y establecer acuerdos, algo que con Petro parece imposible.

En cambio, lo que sí está consiguiendo es que se promueva una oposición bastante fuerte que bloquee sus iniciativas y de paso le cierre el camino a quienes desde el Pacto Histórico deseen continuar al frente del país.

Increíblemente logró algo nunca antes había sucedido y es que el grupo de expresidentes de Colombia se pongan de acuerdo y se unan en un solo propósito, que en este caso es el defender la actual Constitución Política de Colombia.

No creo que la propuesta de la senadora Isabel Cristina Zuleta de reelegir a Petro sea una idea que venga únicamente de su cabeza. Así mismo surgió la iniciativa en el uribismo para cambiar la norma y promover la reelección presidencial de Álvaro Uribe Vélez, y recuerdo además que en su momento fue negada por el entonces primer mandatario y solo se pronunció y manifestó su deseo de continuar en el cargo una vez la Corte Constitucional habilitó el cambio.

Nota relacionada: Idea de reelegir a Petro divide al Pacto Histórico

Los pasos para cambiar la Constitución Política en Colombia están dados y parecen repetirse una vez más, esta vez no al son de Álvaro Uribe Vélez, sino al son de Gustavo Petro.

Oscar Sevillano

La UNGRD, un debate tomado por las ramas y no por la raíz

Nada se solucionará en la Unidad Nacional para la Gestión de Desastre (UNGRD) si no se aborda el debate como un problema estructural y se deja de mirar cómo hasta el momento se ha hecho, es decir por las ramas.

La UNGRD debe ejecutar recursos no como normalmente lo haría una entidad del Estado, es decir, siguiendo las reglas de la Ley 80. Esta debe operar de manera inmediata y atender los riesgos por desastres naturales con premura, y es aquí donde más de uno aprovecha para hacer de las suyas.

Fuentes me confirmaron que desde que se creó la UNGRD, los gobiernos que han acudido a ella, no lo han hecho para solucionar los temas de riesgos por desastres naturales sino más bien para utilizarla como la caja menor del Palacio de Nariño, por tanto, no sería extraño que en esta ocasión sus recursos se los haya tomado para pagar favores políticos.

Es por lo anterior, que el Congreso de la República en lugar de estar discutiendo por definir el partido político y el gobierno que ha batido el record en corrupción, debería pensar en expedir una ley que permita reformar la UNGRD para que no continúe convertida en la puerta de entrada para que más de un avivato haga de las suyas.

No estoy diciendo que no se deba exigir al Gobierno Petro las explicaciones por los hechos de corrupción denunciados recientemente, por supuesto que el Ejecutivo está en la obligación de darlas, pero tampoco se puede pretender que el Legislativo se paralice y no se tramiten los temas pendientes como lo pide la oposición, entre otras porque estos partidos (Centro Democrático y Cambio Radical), son los menos indicados para dar cátedra de moral y buen comportamiento político.

Estoy seguro que sí en el hipotético caso de que Álvaro Uribe Vélez le ordenara a su bancada del Centro Democrático, “votar los proyectos mientras lo meten a la cárcel”, ellos no dudarían en hacerlo, y no les importaría que la instrucción los lleve como oveja al matadero.

Tampoco dudo que, si Germán Vargas Lleras ordena a Cambio Radical dejar de discutir tanto y dedicarse a trabajar para que casos como el de la UNGRD no se repitan, sus senadores y representantes abordarían este debate con la seriedad que se requiere.

Una vez más se demuestra que la corrupción no respeta ni fuerza política ni mucho menos ideologías, que esta se puede colar en cualquier proyecto político, basta con que se abra la puerta para que haga de las suyas, y es por esto que quienes hoy posan de limpios y puros, así en el pasado hayan vestido con ropa sucia y manchada, cojan el toro por los cuernos y de una vez corten el árbol por la raíz y no por las ramas como suele hacerse cada vez que esto sucede.

Cambiando de tema, Claudia López debería ser sincera con el país y confesar que, con el show de su salida de la Alianza Verde, lo que está haciendo es ambientando el escenario para pedir la escisión del partido en la próxima asamblea de la colectividad e irse a otro movimiento con las curules que ayudó a elegir.

Oscar Sevillano

@sevillanojarami

¿Qué pasó con el posconflicto?

Durante el gobierno de Juan Manuel Santos el país se movió en torno al proceso de paz con las extintas Farc y se planteó la idea de que Colombia transitara a una etapa de posconflicto y se difundió la idea de que este sería la cura para los miles de problemas que padecen cientos de municipios y veredas.

Esta etapa de posconflicto llegaría con la firma de la paz con el grupo guerrillero, y aunque la firma llegó, el anhelado posconflicto no apareció ni por las esquinas y aunque suene extraño, el primer culpable de que esto no sucediera fue la persona más interesada en que el país hiciera tránsito a esta etapa, es decir: Juan Manuel Santos, quien no quiso escuchar a quienes le aconsejaron no insistir con su plebiscito por la paz y el resultado de su terquedad, fue el habilitar y envalentonar al uribismo quien no solo le ganó con un No a la paz sino además puso en el Palacio de Nariño a su candidato presidencial, es decir, Iván Duque.

Por supuesto Iván Duque, siguiendo las órdenes de Álvaro Uribe restó importancia a la implementación de los acuerdos de paz con las Farc e hizo todo cuanto pudo por retrasarla, entre otras, por su evidente desconocimiento del país.

Superado el nefasto período presidencial de Duque y con la llegada de Gustavo Petro muchos pensaron o creyeron que se volvería a retomar el concepto de posconflicto y que los planes y programas que se trazaron con la firma de la paz con las Farc retomarían la importancia perdida, pero no fue así.

Increíblemente un hombre que viene de un proceso de paz como lo es el primer mandatario, no ha sabido conducir al país por el camino de la paz y más bien lo que ha sucedido es que la mala situación en la que Duque dejó al país en materia de orden público, con Petro empeoró, lo más preocupante es que no tiene reversa.

De nada va a servir el famoso conclave entre el primer mandatario y sus ministros, cuando la situación en materia de orden público no tiene como remediarse porque Gustavo Petro no solo dio reconocimiento de beligerantes a los grupos disidentes, sino que además paralizó a las Fuerzas Militares, quienes no han combatido con todo el rigor que se requiere.

Hoy los territorios que requerían mayor atención del Estado donde se supone los planes de consolidación llegarían con mayor fuerza, han vuelto a ser lugares de confrontación no solo con la fuerza pública sino además entre los grupos irregulares, siendo estos los de mayor intensidad, según consta en los estudios de ONGs como INDEPAZ y la Fundación Ideas Para la Paz.

Todo lo anterior hizo que la palabra posconflicto, que estuvo muy de moda durante más de cuatro años, desapareciera del todo. Hoy nadie la recuerda, ni siquiera Juan Manuel Santos su mayor promotor, y por supuesto el gran responsable de que esto no se consolidara.

Podría también culpar a Iván Duque, pero hay que entender que el llegó al Palacio de Nariño no a dar órdenes sino a obedecerlas. Esperé que Gustavo Petro corrigiera el rumbo, pero, al contrario, lo ha empeorado tanto que dudo que en el futuro inmediato se pueda volver a hablar de posconflicto.

Oscar Sevillano

Un debate con un nivel muy bajo

No es posible que en Colombia el defender una idea de manera fuerte y vehemente, se confunda con la grosería y la ofensa, hasta el punto de tocar las orillas del lenguaje vulgar y grotesco.

Lo anterior lo digo por la manera como discutieron el presidente Gustavo Petro y el senador Miguel Uribe Tubay, por las diferencias de ambos en el pasado, el primero como alcalde de Bogotá y el segundo como concejal, sobre el cambio climático.

El primer mandatario tildó al congresista de ignorante y el otro ni corto ni perezoso lo comparó de manera metafórica con un matón de barrio con una actitud retadora, así como cuando un estudiante de un colegio invita a otro a darse golpes utilizando la tan conocida frase: “a la salida nos vemos”.

Es bueno preguntarse si este nivel tan bajo en el debate es lo que esperamos los colombianos del común, de quienes se ufanan de ser los  tomadores de decisiones, porque hasta donde tengo entendido, lo que se quiere de quienes interactúan en la política del país es que discutan los temas en los que no están de acuerdo buscando puntos de encuentro que les permita superar las diferencias.

Lo que menos se desea es verlos insultándose y maltratándose mutuamente porque no por el hecho de mostrarse como el que más grite o más insulte, instantáneamente se les va a aplaudir o se van a convertir en los más adorados.

Puede que esto les genere el tan anhelado Like en las redes sociales, pero esto no necesariamente se traduce en admiración, cariño y respeto. Más bien por el contrario, se les puede volver en su contra porque los colombianos estamos hastiados de tanta polémica innecesaria y mucho más si esta viene cargada de agresividad, provocación y violencia verbal.

Aun así, piden a sus contrarios no generar odios, como si ellos no generaran el suficiente.

No les quedó ni regular la manera en cómo se trataron el primer mandatario y el senador Uribe Turbay. Me pregunto si para esto se prepararon en las universidades Externado y Los Andes, y si maltratar al contrario fue lo que les enseñaron durante el tiempo que estudiaron en otros países.

Nota relacionada: Petro tilda a Miguel Uribe de “ignorante” y Miguel Uribe responde señalándole de “mentiroso, matón de barrio y cobarde”

No es esto lo que esperamos quienes estamos al pendiente de los debates. Claro que se pueden tener diferencias, pero por muy profundas que estas sean no hay necesidad de agredirse verbalmente el uno al otro, porque con este ejemplo lo único que demuestran es que ninguno de los dos está preparado intelectualmente para dar una discusión pública con altura.

Oscar Sevillano

Dejen llegar a la fiscal

La llegada de Luz Adriana Camargo al cargo de fiscal general de la Nación ha despertado gran cantidad de suspicacias e intrigas en quienes estuvieron muy tranquilos y cómodos con Francisco Barbosa a la cabeza del ente investigador y no les gusta que ahora llegue al cargo una persona que no se dejará influenciar por nadie, sea de derecha o de izquierda.

Prueba de lo anterior, es que, a pocas horas de haberse elegido a Luz Adriana Camargo, se interpuso una demanda contra su escogencia como fiscal general de la Nación, que el Consejo de Estado inadmitió, pidiendo la respectiva corrección a la acción judicial.

Alegan quienes no parecen estar muy contentos con la nueva fiscal que el haber trabajado en el pasado con el ministro de Defensa, Iván Velásquez, pone en duda su independencia. Lo extraño es que mientras Francisco Barbosa dirigió el órgano de investigación judicial en Colombia, no mostraron ninguna prevención y al parecer, se les olvidó que venía de ser funcionario del entonces presidente de la república, Iván Duque.

Tampoco dijeron algo cuando el cargo lo ocupó Néstor Humberto Martínez quien venía de ser superministro del Gobierno de Juan Manuel Santos.

¿Por qué están tan preocupados por lo que en adelante pueda hacer la nueva fiscal?; ¿tiene algún temor? ¿hay algo que ocultar? ¿por qué tanta incomodidad?

No es ni lógico ni mucho menos coherente pretender sacar a alguien de un cargo sin antes conocer ni su trabajo ni el enfoque que tendrá su gestión. Es como rechazar la sopa antes cocinarla. Pero algunos políticos que esperan que determinados fallos favorezcan sus intereses no quieren o no desean que Camargo conozca los expedientes y de una nueva orientación al trabajo de investigación y posterior acusación que pueda ejercer la Fiscalía en los casos judiciales.

Aun así, se les escucha criticar al presidente de la república porque según dicen, “no respeta la institución”, ¿y ellos sí la respetan? No es necesario ser adivino para saber que solo lo hacen sí les conviene porque cuando no les conviene, dicen todo lo contrario y al igual que Petro, también han propuesto una Asamblea Nacional Constituyente o el llamado a un Referendo cuando el escenario político les ha sido adverso.

No me cabe la menor duda que la nueva fiscal, Luz Adriana Camargo, hará su trabajo con total independencia y podría decir que es esto, lo que algunos políticos les molesta.

Oscar Sevillano

@sevillanoscar