En 2010 surgió por primera vez la palabra gamificación. Un neologismo que entonces no decía nada y que hoy, sin embargo, lo representa todo. Definir gamificación es muy sencillo a nivel conceptual: esa maraña de dinámicas que se aplican desde contextos lúdicos hasta contextos no lúdicos. Y por tanto fuera del mundo de los juegos.
La gamificación hoy en día es la base de toda actividad, es el corazón de una empresa o de una campaña publicitaria, así como sigue siendo el nervio principal que lleva al desarrollo de juegos y títulos de una determinada manera. En cambio, si naces en un mundo, tarde o temprano regresas a él, incluso después de mil vueltas. Hoy en día, toda empresa que se precie parte del concepto de gamificación: basta pensar que ésta ha entrado en todos los sectores, desde la música hasta la escuela: hoy enseñar según la gamificación significa centrar la enseñanza en el aprendizaje jugando, es decir, aprender jugando. Aprovechando así toda una serie de mecanismos, desde programas específicos hasta la presentación de las lecciones como si fueran muchas pequeñas piezas de un juego.
Competencia y excelencia
Pero la gamificación, a nivel de empresa, también significa estimular una serie de inputs para mejorar y mejorar, para fomentar una competencia sana que respete a uno mismo y las reglas o la consecución de determinados objetivos. Bueno, es como si todo fuera un sistema basado en niveles. Todo a favor de aumentar el ritmo, la eficiencia y la eficacia de un equipo o recurso. En resumen, la realidad se convierte así en juego y el juego se convierte en realidad. Como dentro de tu videojuego favorito, ya sea un simulador de fútbol o un juego de aventuras. Y como la gamificación siempre pertenece al mundo del juego, hay que decir que el panorama de las máquinas tragamonedas online – actualmente en auge y muy extendido, especialmente entre los jóvenes – ha sacado de la gamificación nueva vida y diferentes estímulos para subir el listón.
Jugar a una tragamonedas hoy en día significa, en primer lugar, sumergirse en una experiencia, y luego dentro de un juego. Es decir, significa lanzarse a un desafío contra uno mismo, fijarse metas, intentar superarlas. Y luego también recibir recompensas y satisfacciones, aportaciones para superarse cada vez más y divertirse según una lógica muy concreta. Por tanto, la gamificación está en la base de todo, ya que explota una serie de parámetros inherentes al ser humano. Estimular gustos, fantasías y ambiciones. En el futuro, la gamificación seguirá jugando un papel fundamental dentro de todas las dinámicas. Sin olvidar su origen. El del juego.