El evento The Color Run, no solamente ha estado en Bogotá. Medellín ya fue sede de “los 5 kilómetros más felices del planeta”, en donde cientos de personas se reúnen para recorrer las calles de determinada zona, mientras les echan polvo de colores y suena música a su paso.

Justamente fue ese polvo el que hizo muy felices, según lo que dicen, a varios participantes que pagaron 50 mil pesos por un cupo, pero que hoy entristece a cientos de bogotanos que recorren el sitio en donde se realizó el evento.

Lejos de ser un panorama feliz, la carrera 11, la calle 85 y las demás aledañas al lugar, amanecieron con un color turbio entre verde, amarillo, naranja y azul, que limpiaron, sin mucho éxito, los empleados de Aguas Bogotá.

Pero aún peor que el colorido tapete que dejó la “maicena de colores” sobre el suelo de la zona rosa de la ciudad, fueron las envolturas en donde venía y que tapó la obra de arte dejando al descubierto un paisaje parecido a Doña Juana.

Como si se tratara de una actividad a favor de la basura, la gente tiró en el piso las bolsas vacías que contenía el producto sin que los miembros del staff organizador, o los mismos participantes, las recogieran oportunamente.

El desorden que dejó The Color Run, un evento privado, terminó siendo arreglado por una empresa pública, con recursos públicos y con un público, que lejos de ser solidario con la ciudad, aplauden el estado en el que la dejaron.

Cacerolazo para los empresarios más felices del planeta.