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Confidencial Noticias 2025


La inscripción de listas al Congreso para las elecciones de 2026 dejó al descubierto un fenómeno que ya se venía asomando desde hace meses: la izquierda colombiana llega profundamente dividida a la contienda legislativa, mientras que los partidos de derecha avanzan en un proceso de consolidación y disciplina interna que podría traducirse en una ventaja estratégica, especialmente en Bogotá. Esa fractura no es solo organizativa, sino electoral, pues cada lista adicional dentro del mismo espectro progresista parte el voto, reduce la cifra repartidora y, en escenarios urbanos altamente competitivos, puede condenar a una o varias listas a quedarse por fuera del Congreso.

A diferencia de hace cuatro años, cuando el progresismo logró unificarse casi por completo en una sola coalición, hoy se presenta con múltiples expresiones políticas que compiten entre sí por el mismo electorado urbano. Por un lado, está la lista oficial del principal bloque de izquierda; por otro, la que agrupa a sectores alternativos con liderazgos tradicionales y figuras fuertes en redes sociales; y finalmente surge la alianza entre proyectos regionales y movimientos que buscan recuperar protagonismo nacional. Aunque todos dicen representar el “nuevo progresismo”, cada uno pretende encabezar la narrativa del cambio.

El problema es aritmético, porque en un sistema de umbrales y cifras repartidoras, tres listas medianas valen menos que una lista grande, y dicha  multiplicación de tarjetones no expande el electorado, sino que reparte entre varias marcas un caudal de opinión que, aunque importante, no es infinito. En Bogotá, donde el voto urbano es determinante, esta fragmentación amenaza con repetir el escenario de elecciones pasadas mediante unos votos que suman un buen desempeño progresista, pero que al dividirse terminan convertidos en menos curules que las que podrían obtener unificadas.

Mientras tanto, los partidos de derecha y centro-derecha llegan con listas compactas, negociadas y cohesionadas, en la medida que aprendieron la lección de ciclos recientes, cuando la dispersión les constó muchas curules, pero hoy apuestan por unificar esfuerzos para recuperar representación en la capital, y lo están logrando gracias a la disciplina interna y a una oferta electoral más clara para el votante urbano que busca estabilidad y orden político.

Todo este panorama adquiere un sentido más profundo cuando se analiza la realidad política de Bogotá. En las elecciones pasadas al congreso, la izquierda obtuvo un excelente desempeño en la capital, logrando votos masivos y una elevada representación a la Cámara, sin embargo, ese capital político se ha venido diluyendo, no porque los bogotanos hayan girado hacia la derecha, sino porque quienes fueron elegidos no lograron representar sus preocupaciones ni atender las necesidades concretas de los territorios, solo basta recorrer las localidades para constatar una creciente decepción. En sectores populares, intermedios o incluso de altos ingresos, se repite la misma queja: los representantes elegidos por Bogotá no regresaron al territorio, a la localidad ni al barrio, no se conectaron con la ciudadanía y no gestionaron soluciones reales.

Esa desconexión alimenta dos conclusiones políticas ineludibles. En primer orden, el votante capitalino ya no se siente representado por las listas de izquierda que eligió con entusiasmo en 2022, porque la distancia entre el discurso nacional y los problemas cotidianos (movilidad, seguridad, servicios públicos, barrios olvidados) ha generado un vacío de liderazgo, y el segundo aspecto es que el ciudadano de las localidades siente que no tiene quién lo represente ante el Congreso, pues Bogotá envió 18 representantes, pero la mayoría de ellos son desconocidos en las localidades. No existe vínculo territorial, presencia, rendición de cuentas ni gestión entre los electores locales, lo que acrecienta un fenómeno único, recordemos que en el diseño democrático los congresistas representan sus departamentos, viven entre su gente y representan a sus territorios, mientras en Bogotá pareciera que los elegidos habitan un espacio abstracto, distante de los ocho millones de habitantes a los que deberían responder.

Por eso, en este nuevo ciclo electoral, la fractura progresista llega en el peor momento, justo cuando la izquierda necesita cohesión para enfrentar a partidos que sí entendieron la importancia de estructuras fuertes y voto unificado. La capital, una ciudad dividida en veinte localidades gigantescas (muchas con poblaciones equivalentes a departamentos como el Tolima, Huila o Risaralda), no puede seguir con un esquema de representación que diluye la voz de sus territorios.

En consecuencia, la desconexión entre Bogotá y sus 18 representantes marca el nuevo clima electoral, sumado a que el votante capitalino no seguirá privilegiando a quienes, después de obtener masivas votaciones de opinión, desaparecieron del territorio. El problema se agrava cuando las listas progresistas aparecen fragmentadas y pobladas por figuras virtuales sin arraigo local, mientras la ciudad enfrenta problemas urgentes que exigen representación real. La solución estructural pasa por revisar el modelo de representación política territorial y avanzar hacia distritos electorales por localidad, un sistema donde Suba, Kennedy, Usaquén, Ciudad Bolívar o Engativá elijan directamente a sus propios representantes, que vivan en el territorio y gestionen sus propias soluciones.

Solo así Bogotá podrá romper el ciclo de representación abstracta y distante, pues si quiere recuperar su voz en el Congreso deberá elegir representantes que realmente vivan y sientan la ciudad, capaces de entender sus territorios y responder a sus necesidades; sin embargo, este reto llega justo cuando la izquierda afronta las elecciones legislativas dividida (a diferencia de su apuesta presidencial) un escenario que amenaza con reproducir los mismos problemas de gobernabilidad que se han visto a lo largo de la administración Petro. Ese es el debate que se abre para 2026: o Bogotá redefine su representación con líderes cercanos y cohesionados, o repetirá un modelo que no le responde.

Luis Fernando Ulloa

Luis Fernando Ulloa

Abogado y analista en política criminal

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