Esta semana ha sido de locos. He perdido la cuenta de los políticos, amigos, C.E.O, afiliados socialistas que han sido encarcelados, arrestados, denunciados. No voy a detenerme en contarles quién es quién, solo puedo decirles que la UCO, la Unidad Central Operativa, órgano central del servicio de Policía Judicial de la Guardia Civil española, hace su trabajo, lo hace bien y ve indicios de delitos en tramas que sabíamos que existían y ahora corroboran; Plus Ultra, Hidrocarburos, Air Europa, las Mascarillas, la financiación ilegal del partido socialista…
Además, suenan campanas desde Estados Unidos donde buscan las cosquillas a Zapatero, a Jorge Rodríguez y a su hermana Delcy, vicepresidenta ejecutiva de Venezuela y a toda la cúpula de gobierno de ese narco estado.
En la Unión Europea no se quedan atrás pues de momento tres altos cargos han sido detenidos por escándalos de corrupción con fondos públicos ¡Qué locura de Adviento!
Ya que estamos en una de las épocas más alegres y esperanzadoras del año, antes de que la progresía nacional e internacional digan que los católicos y cristianos nos hemos agenciado de la Navidad y la hemos llenado con nuestros valores arcaicos y patriarcales, volvamos por favor a esa cordura de querer que las personas salgan adelante y prosperen, no miremos todo en clave de derecha o izquierda, de liberal o social, de extremos o centrados, de moros y cristianos.
Centrémonos, sí, para poner de nuevo al hombre en el medio.
En el medio de nuestras vidas; el otro.
En el medio de nuestros proyectos empresariales; los empleados y los clientes, los socios, porque todo es compatible.
En el medio de nuestra política, los ciudadanos, todos. Y los inmigrantes, ellos también, pero procuremos que con nuestra política exterior quieran muchos volver a sus países y reconstruirlos, para que allí también haya prosperidad.
Espero que caiga este gobierno, de verdad que lo espero. Pero quiero que llegue otro que crea posible la convivencia de todos; musulmanes y cristianos, izquierda y derecha, ecologistas y sector primario. Ojalá se cambiara ese estado de ideologías e identidades colectivas victimistas por un estado donde el otro sea considerado realmente igual porque vive, se comporta, comparte y se integra como un igual. Este es mi deseo de Navidad.
Está bien abrir las puertas a otros, pero acogerlos y conocerlos está mejor, y exigirles respeto a nuestra propia cultura, eso es lo mínimo para la convivencia pacífica, que sí es posible. Pero para exigir a otros antes debemos conocer aquello que defendemos, saber de dónde venimos, qué nos hace especiales, y es precisamente nuestra cultura, el alma de los pueblos y naciones, de raíz cristiana la que ha conformado la sociedad pacífica y próspera en la que vivimos y que muchos quieren eliminar.
La multiculturalidad no es un problema, el problema es no respetar las raíces propias – en nuestro caso cristianas- y dejar de anunciar que el Adviento acaba en Navidad, no es el dios musulmán el que trajo la paz al mundo y nos llenó de esperanza, es el Dios Belén, vivo en cada sagrario de la tierra.
Muchos se han echado las manos a la cabeza con las palabras del Papa León XIV : “ El miedo al islam está generado por quienes rechazan la migración”. El Papa tiene razón. Se teme lo que se desconoce y, se puede decir, se ama lo que se acaba conociendo; cuanto más conoces tu propia cultura, tu propia esencia, más celo hay por protegerla, cuanto más conoces al otro, su esencia, más ganas hay de incluirlo en la propia vida, en tu propia cultura. No es incompatible y la integración empieza en cada uno.
Dejemos de pedir muros contra unos, de meterlos en colectivos peligrosos, de estigmatizarlos a todos y empecemos por comprendernos a nosotros mismos, para comprender al otro. Ni los musulmanes son el terror, ni los judíos el demonio, por mucho que derecha e izquierda se empeñen en mostrárnoslos así. Que delincuentes los hay de todas las confesiones y por ese reduccionismo colectivista podríamos decir que los españoles son unos babosos acosadores que roban a espuertas y lo cierto es que sólo son un puñado de políticos socialistas.
Almudena González Barreda
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