Bombas por el aire y plata por la tierra

Aumentar los ataques aéreos y apoyar a los ejércitos de la región que combaten al Estado Islámico, hacen parte del plan que el presidente estadounidense Barack Obama implementará para contrarrestar el avance del grupo terrorista. De acuerdo con el mandatario, “la guerra no va a ser como en Irak o Afganistán”.

Después de que la Casa Blanca alimentase las expectativas durante días, Barack Obama ofreció ayer en horario de máxima audiencia su esperado discurso sobre la estrategia que seguirá Estados Unidos para “debilitar y en última instancia destruir” al Estado Islámico (EI). Habló durante 14 minutos y, como en ocasiones anteriores, subrayó que no ordenará nada parecido a las invasiones de Irak o Afganistán, ya que no desplegará tropas estadounidenses sobre el terreno. “Quiero que el pueblo americano entienda que este esfuerzo va a ser diferente”, repitió.

La idea es intensificar los ataques aéreos sobre Irak (en las últimas semanas se han atacado 154 objetivos) y extenderlos a los territorios controlados por el EI en Siria, siguiendo el ejemplo de lo que se ha venido haciendo en otras zonas del mundo como Yemen, Pakistán o Somalia. Se trata de algo con lo que el pueblo americano está, en general, bastante de acuerdo. Según sondeos recientes, el 71 por ciento apoyan ya los bombardeos, casi un 20 por ciento más que hace tres semanas, cuando aún no habían sido emitidos los vídeos con las decapitaciones de periodistas.

Paralelamente, y siempre que lo autorice el Congreso, la Casa Blanca quiere incrementar sustancialmente su apoyo a las fuerzas locales que luchan contra los islamistas, fundamentalmente al Ejército iraquí, a las tropas kurdas y a los rebeldes moderados sirios. Para ello, se plantea enviar cientos de asesores militares a la región. Queda excluida, sin embargo, cualquier alianza con el régimen del sirio Bashar Al Asad. “No podemos confiar en un régimen que aterroriza a su pueblo, un régimen que no recuperará nunca la legitimidad que ha perdido”, insistió Obama, consciente de que nadie olvida que hace un año estuvo a punto de autorizar un bombardeo contra esta dictadura.

La estrategia, admitió el presidente, tardará en dar frutos. Será un proceso largo y difícil que EEUU está “obligado a liderar” pero no a luchar en solitario. Durante todo el discurso, Obama enfatizó la necesidad de nutrir una coalición, no sólo con los tradicionales aliados occidentales, sino también con países de Oriente Medio, región donde más gobiernos sienten el aliento de la amenaza integrista.

Por ejemplo, y según explicaron fuentes de la Casa Blanca en una rueda de prensa telefónica, Arabia Saudí ya se habría ofrecido para entrenar y equipar en su territorio a los rebeldes moderados sirios. “Esta campaña antiterrorista se llevará a cabo a través de un constante, incansable esfuerzo para acabar con el EI allá donde esté, utilizando nuestro poderío aéreo y el apoyo en tierra de las fuerzas de nuestros socios. Esta estrategia (…) la hemos llevado a cabo con éxito durante años en Somalia y Yemen”, resumió presidente.

En realidad, la movilización diplomática en la que tanto insistió anoche Obama lleva semanas produciéndose. Ayer, horas antes de que hablase, el ministro de Exteriores francés, Laurent Fabius, se expresaba a favor de una campaña internacional contra el EI. Y en Oriente Medio el secretario de Estado, John Kerry, ha realizado una actividad frenética para coordinar esfuerzos con las potencias regionales, como Turquía, Egipto y Arabia Saudí.

La Casa Blanca se esforzó en destacar otros dos pilares de su nueva estrategia. Primero, en reforzar la Inteligencia internacional para evitar atentados terroristas. “Presidiré una reunión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para movilizar a la comunidad internacional en este aspecto”, manifestó Obama. Y segundo, en continuar proporcionando asistencia humanitaria para las víctimas civiles que han huido de las zonas ocupadas por el EI.