El Clásico con menos clásicos

Será la primera vez en 15 años que en un Clásico no estén Xavi y Casillas, dos de los últimos símbolos de Real Madrid y Barcelona, que se han despedido en estos años de Raúl, Guti, Valdés, Puyol, entre otros.

El tiempo es un enemigo para todos nosotros, nos aproxima implacable al final de nuestras vidas. Por supuesto ejerce ese papel menos macabro en otros aspectos de la vida, como el deporte. Cada día que pasa es un día menos hacia la retirada, hacia el final de la carrera del deportista, sea cual sea su disciplina. En el fútbol no hay piedad. La treintena empieza a mostrar el final del camino. Ese final no ha llegado del todo aún para Iker Casillas y Xavi Hernández, pero por diversos motivos, los dos acabaron su relación material con los clubes de sus vidas y no estarán esta noche en el Santiago Bernabéu (apuesta en el partido en Paf.es). No habrá abrazo de los Príncipes de Asturias.

Ninguno de los dos lo había anunciado cuando los equipos saltaron al césped del Camp Nou, pero los dos sabían que era la última vez que se iban a estrechar la mano con la camiseta uno del Madrid y otro del Barça. No lo hicieron al principio, junto a Mateu Lahoz, árbitro de aquel Clásico. Casillas se saludó con Andrés Iniesta, heredero natural de los galones de Xavi. El de Tarrasa estaba sentado en el banquillo, como en muchos partidos de esa su última temporada como azulgrana. Saltó después al campo para calmar un partido que el Barça acabaría ganando. Eso lo hizo mucho, más de lo que le hubiese gustado, probablemente, pero lo que cuenta es que se fue a Oriente Medio con tres copas en la maleta.

Este tipo de partidos sirven para que el mundo externo se enamore del fútbol. No es fácil encontrar un partido en el planeta que junte tanto talento como el que habrá esta tarde en el Bernabéu. Desde Madrid al mundo, que dirían. Uno de los elementos que enganchan son los jugadores, los mejores, los ‘clásicos’, por así decirlo. Hay futbolistas que por ellos mismos representan el escudo de su equipo. Es imposible pensar en Raúl González sin pensar en el Real Madrid; igual de difícil es rememorar los mejores años de Carles Puyol sin que se vengan el azul y el grana a la cabeza. Y ahora ya quedan pocos de esos símbolos.

Fue el Madrid el primero que se fue desprendiendo de partes de su escudo para que Florentino fuera formando su evolución del Madrid de los Galácticos. En esa nueva versión del conjunto merengue, la más internacional y cara de la historia, no tenían demasiado hueco dos símbolos del madridismo como Raúl y Guti. Florentino llegó con Cristiano, Kaká, Benzema, Xabi Alonso y compañía, y el ‘7’ y el ’14’ eran vestigios de una época que otrora fue exitosa y que debía perecer para que creciese la nueva camada. Todo el peso del Madrid caía entonces sobre Iker Casillas y, por tanto, su final no sería épico.

De hecho, si lo pensamos bien, la única leyenda en los últimos años que han salido de sus clubes como se merecía ha sido Xavi Hernández, que, no olvidemos, estuvo a punto de irse como el resto, por la puerta de atrás y sin homenajes espectaculares, ni títulos que levantar, ni el reconocimiento que por su trayectoría debía obtener. Ese honor, reservado para los más grandes, hace dudar de la caballerosidad de los clubes que se dicen tan señores. También hay que tener en cuenta la suerte de que tu despedida coincida con un año perfecto, como le pasó a Xavi.

Puyol y Valdés, después de ganar todo lo que se podía ganar como futbolistas, se fueron en un año durísimo para el club azulgrana. No solo no hubo títulos que llevarse a la boca para darles un bocado, sino que fue el año en que Tito Vilanova falleció y rompió los corazones del mundo del fútbol, no sólo del barcelonismo. Se fueron por la puerta de atrás, sin hacer ruido, con el rostro sombrío por las lesiones que les hicieron su final de ciclo culé un auténtico infierno. Puyol no volvió a jugar, se hizo directivo y duró poco. Valdés se quedó sin un gran contrato en el Monaco y vive una pesadilla sin final en el Manchester United.

El peso lo asumen Ramos e Iniesta

Todo empieza y todo acaba, y como antes de los Xavi, Puyol, Raúl y Casillas hubo otros líderes espirituales del madridismo y del barcelonismo, también hay otros que asumen ese rol supremo dentro del campo. Casillas entregó su testigo de manera simbólica a Sergio Ramos, que en otra demostración de entrega y sacrificio por el equipo, llevará el brazalete una vez más en un Clásico a pesar de su dolor en el hombro. Iniesta era parte de Xavi y Xavi era parte de Iniesta. Era la sucesión natural, y ahora es el de Fuentealbilla el que asume los galones. Ellos, dentro de unos años, entregarán su testigo a los que vengan por detrás. Y se les echará de menos igual que al resto de ídolos pasados.