¿Cómo ve la celebración de la ‘colombianidad’ aquel que abrazó una de las caras más fea del país? Javier Alfaro Cifuentes, de 37 años, comió y vivió del Cartucho, la famosa y aterradora calle del centro de Bogotá en la que la droga era reina. Con esfuerzo, ahora es libre de narcóticos y tiene una familia.
Durante cinco años estuvo inmerso en la drogadicción -probó y aspiró de todo- y es uno de los muchos colombianos que experimentaron en carne propia todas las aristas de la degeneración humana. Por supuesto, fue blanco de humillaciones y ataques de policías, transeúntes, delincuentes y hasta de su familia.
Luego de independizarse de su adicción y volver la vida normal, consiguió un empleo e hizo un hogar. Ahora vive con su esposa, su hija y mantiene buenas relaciones con sus parientes.
Bajo este marco, ¿cómo ve la celebración de la ‘colombianidad’ aquel que abrazó una de la cara más fea del país? Y ¿qué significa ser colombiano para alguien que logró salir de la calle a la que los policías temían entrar?
“El colombiano es una persona aguerrida, talentosa, esforzada y que aguanta muchas vicisitudes”, dice. En seguida admite que ser alguien en este país es muy difícil, pero “nunca perdemos la fe (…) el colombiano una persona que vive llena de ilusiones”.
Luego indica que a las personas que cayeron donde él cayó “nos toca empezar desde abajo y nos miran por encima. Luchar culturalmente contra la sociedad es complicado y es un reto diario. El mundo se rige por cuánto tienes, qué has estudiado y te marcan, pero ahí seguimos”.