Una goleada tipo el 2-6 de 2009, humilla de nuevo al peor Real Madrid. El Barça hizo un partido soberbio con un Iniesta y Suárez implacables. En la antesala se rindió un homenaje a las víctimas de la masacre en París: se escuchó La Marseillaise mientras la bandera gala cubría la tribuna. James fue titular, pero a los 57′ fue sustituido por Isco.
Hace unas semanas se montó una polémica no precisamente pequeña alrededor del Clásico. ¿Lo recuerdan? Se habló sobre que un árbitro denunció presiones para perjudicar al Barça en el partido del Santiago Bernabéu. Luego hubo un cambio de linier por una lesión. Cosas raras que tuvieron poca influencia final. ¿Poca? ¡Qué digo poca, nula! Este partido no lo necesitaba.
El Barça no permitió que ninguna cosa externa al fútbol tuviera importancia sobre el pasto madridista. Ofreció un homenaje a las víctimas de Francia (y solo de Francia, por lo visto) con una exhibición de fútbol de época que quedará en la memoria de todos durante mucho tiempo, décadas en realidad. Recordaremos otras goleadas, el 2-6 de Guardiola, el 0-5 de Cruyff… Y el 0-4 de Luis Enrique.
0-4, sí, pero de verdad que lo mejor que le pudo pasar al Madrid fue el resultado. Así de duro fue lo que vivió el madridismo en su templo, una vez más, una de tantas en la última década. El Madrid es un equipo inferior al Barça desde hace mucho tiempo.
Ha ganado una Copa de Europa en este tiempo, pero es inferior de manera material en la idea de club, en el modelo de juego, en la composición de la plantilla, en la elección del técnico… Hay tantos motivos que mejor no seguir. El madridismo se ha cansado de perder contra el Barça, pero el Madrid no sabe cómo se soluciona. Los millones no sirven, porque hay jugadores que se pasean por el campo con permiso… Y miró al palco y gritó: “¡Florentino dimisión!”.
Rafa Benítez dijo que no se jugaba nada más que tres puntos en el Clásico. Es un error de libro empezar así a afrontar un partido contra el Barça. Para empezar, jugar contra el Barcelona nunca es sólo un partido, es mucho más que eso: es un momento clave de la temporada, de la que se sale hacia arriba o hacia abajo. Advierte de las dinámicas de uno y otro, o las cambia radicalmente. Decir que es sólo un partido más es empezar perdiendo.
Dos centrocampistas contra cuatro
Y también es dar por perdido el Clásico al sacar el once que quieren los de arriba, no el que requiere el partido. Ha habido aplausos y críticas a Benítez por dar tanta cancha a Casemiro, pero justo en el partido en el que más se requería la presencia de un mediocentro defensivo puro, éste no estuvo. Benítez se plantó contra el equipo más en forma del planeta con un 4-2-1-3, que durante mucho rato fue, literalmente, un 4-2-4.
Y no estaba Messi, señoras y señores. No estaba Messi y Luis Enrique fue inteligentísimo y sacó a otro centrocampista. Un 4-2-4 contra un 4-4-2, y no cualquier 4 en el medio:Busquets, Rakitic, Iniesta y Roberto. Un Sergi que hizo de Messi en el primer gol, por cierto. Un festival de pases, de posesión con malicia, de despiporre madridista… y de ocasiones de gol desperdiciadas.
Marcó cuatro goles el Barça porque le dio la gana. De verdad. Si el Barça hubiera necesitado marcar siete u ocho goles, los habría hecho, porque fue tan salvajemente superior que acabó el partido andando y, aun así, teniendo a Keylor Navas siempre mucho más ocupado que Claudio Bravo (que, ojo, hizo tres paradas de mérito). Y tuvo el quinto el Barça más cerca que nunca con una ocasión que Munir le quitó a Piqué.
A Piqué, que le estuvieron pitando los oídos desde que lo mencionaron por megafonía, odiado por el madridismo acérrimo, que buscó marcar en los últimos minutos el de la ‘manita’ para ser más feliz que en mucho tiempo, para volver a sentir lo que es humillar al Madrid.
El Bernabéu aplaudió a Iniesta
Con un centro del campo roto, con tres tíos arriba que tienen libertad absoluta para no hacer nada defensivamente, y con James haciendo todo lo que podía para ser influyente en el juego, apareció Andrés Iniesta. Hace una década, Ronaldinho bailó al Madrid de los Galácticos e hizo famoso a un padre y un hijo que le aplaudieron como buena parte del Bernabéu. Hoy fue el de Fuentealbilla el que dejó una enseñanza para el futuro, un partido para guardar, para recordar.
Si había una cámara individual pendiente del capitán del Barça, habría que solicitar esas imágenes y ver los 77 minutos que estuvo jugando detenidamente para apreciar mejor cómo mejoró la circulación del Barça, cómo la hizo más fácil, cómo marcó un gol delicioso pegándole como le pega sólo en los partidos grandes, como en Stamford Bridge, como en Johannesburgo… El Bernabéu sabe de fútbol y, como su equipo no se lo ofrece, reconoce cuando lo hacen los otros: ha aplaudido a Dinho, a Pirlo, a Del Piero… Ahora también ha aplaudido a Iniesta.
Durante 57 minutos, el Barça se puso 0-3 en el Bernabéu sin Messi. El Barça dio un baño, hizo al madridismo pasar vergüenza sin el mejor jugador del mundo. Pero qué más da si tienes a Neymar y Suárez jugando. Les exigían a los otros dos tercios de la ‘MSN’ dar un paso adelante, coger los galones que su calidad y su precio presagiaban, y nadie esperaba que no es que dieran ese paso, sino que dieran seis o siete, o diez.
Neymar ha ejercido de ’10’ aunque luzca el ’11’, Suárez ha hecho méritos sobrantes para ser el ‘9’ del campeón de Europa. Su rendimiento ha estado por encima de las expectativas y si ahora a ese ritmo se une Messi, el resultado puede ser escandaloso en la temporada.
El hartazgo del madridismo, hacia el palco
Cuando Iniesta marcó el gol de la noche, hubo pánico en el Bernabéu cuando entró Messi. Eso iba para épico, para legendario. No fue así. Messi aún no está al 100%, lo estará más pronto que tarde. Y aun así, estuvo a punto de marcar.
Y el cambio de Benítez para compensar el despropósito que le estaban creando fue Isco por James. Jugador por jugador, sin ningún tipo de influencia. O sí, porque Isco fue expulsado por una agresión a Jordi Alba de pura impotencia, como pudo serlo Cristiano por su codazo a Alves que fue falta del brasieño y amarilla.
Jugaron todos los hombres del presidente. Incluso Danilo dejó en el banquillo a Carvajal, que todavía se tiene que estar preguntando qué ha hecho mal para que Benítez le siente. Jugó Bale, jugó Cristiano (o estuvieron, más bien, porque jugar…), estuvo Benzema… Todos los ‘buenos’. Y el Madrid hizo el ridículo. Y el madridismo, harto del esperpento, repitió varias veces un “¡Florentino dimisión!” que ni la altísima megafonía pudo ocultar… Pero pagará Benítez, probablemente.
Ficha técnica:
0 – Real Madrid: Keylor Navas; Danilo, Varane, Sergio Ramos, Marcelo (Carvajal, m.59), Kroos, Modric, James (Isco, m.55), Bale, Benzema y Cristiano Ronaldo
4 – Barcelona: Claudio Bravo; Dani Alves, Piqué, Mascherano (Mathieu, m.27), Jordi Alba, Sergi Roberto, Rakitic (Messi, m.56), Sergio Busquets, Iniesta (Munir, m.77), Neymar y Luis Suárez.
Goles: 0-1, M.11: Luis Suárez. 0-2, M.39: Neymar. 0-3, M.53: Iniesta. 0-4, M.74: Luis Suárez.
Árbitro: David Fernández Borbalán (Comité Andaluz). Expulsó con roja directa a Isco (m.84) por una dura entrada por detrás a Neymar. Amonestó a James Rodríguez (m.23), Dani Alves (m.31), Sergio Ramos (m.50), Carvajal (m.83) y Busquets (m.92).
Incidencias: Partido de alto riesgo, rodeado de grandes medidas de seguridad, disputado en el estadio Santiago Bernabéu. Lleno completo, 85.00 espectadores. Los dos equipos, incluidos los jugadores de los banquillos y los técnicos, saltaron al centro del campo, donde formaron para un respetuoso minuto de silencio en homenaje a las víctimas de los atentados de París, motivo por el cual también se desplegó en la grada una gran bandera de Francia. Por megafonía se escucharon los acordes de La Marsellesa. Asistió, entre otras personalidades, Mariano Rajoy, presidente del Gobierno español.