La estrategia de los dos equipos

El cálculo político con el que ambas partes, el Gobierno y las Farc, eligieron a sus representantes en la mesa de diálogo muestra que el proceso va en serio. Cada uno de los plenipotenciarios representa vicisitudes y favores a la negociación.

En las distintas alocuciones, tanto Santos como la guerrilla dejaron ver su optimismo frente a esta oportunidad de diálogo. Las coincidencias en los discursos de ‘Timochenko’ y el Presidente, así como el desmonte de ciertas palabras o ideas guerreristas que tenían las partes, demuestran que hay buen ambiente entre las delegaciones que lograron concertar la agenda con la que caminarán ambos bandos.

Sin embargo, la designación de los participantes de la primera etapa de negociación genera tranquilidad en diversos sectores sociales, escepticismo frente a la voluntad política de algunos de ellos, pero sobretodo, la certeza de que los que están hablando “son los que son”.

El equipo del Estado

Nunca antes los militares y policías habían tenido una representación tan visible en los acercamientos con la insurgencia. La inclusión del Gral. (r) Jorge Enrique Mora Rángel y del “mejor policía del mundo”, Oscar Naranjo, dan signos de que más allá de darle “un caramelo” a las Fuerzas armadas, Santos quiso poner fichas que, realmente, conocieran la naturaleza del adversario y de lo que representan.

Mora Rangel ha sido polémico desde hace más de 15 años. Diversos procesos disciplinarios y líos judiciales lo han puesto en el ojo del huracán. Cabe recordar que está vinculado a la investigación por la muerte del periodista Jaime Garzón.

El expresidente Andrés Pastrana tilda a Mora de haber sido “el peor enemigo de la paz durante el Caguán”, y en efecto, su posición durante esos diálogos dejaron mucho que desear si se tiene en cuenta que fue un subalterno del poder Ejecutivo. Sostuvo varias veces que el país estaba incurriendo en un error y, los rumores de la época, decían que estuvo preparando un golpe de Estado frente a la prolongación de la zona de distensión.

En términos generales, representa el espíritu militar frente al adversario, la idea de no conceder un milímetro de ventaja en el plano de la guerra y “la vieja escuela” de la doctrina de la Seguridad Nacional.

Naranjo, más allá de haber comandado la Policía durante uno de los periodos más exitosos de la historia, conoce muy bien a las Farc. Su llegada a la dirección de la Policía le dio un giro a la guerra. Con él en el mando, la inteligencia cobró un papel preponderante en la estrategia contra la guerrilla.

Se dio la pela de tener mucha paciencia para poder conocer a las Farc. Infiltró hombres para conocer las rutinas y prácticas guerrilleras, luego interfirió en cadenas logísticas y estratégicas y, por último, dio golpes certeros. Fue vital en las muertes de ‘Alfonso Cano’, ‘Raúl Reyes’ y el ‘Mono Jojoy’. También, fue Comisionado de Paz encargado. Sus pergaminos le dan el crédito de ser, entre los participantes de la mesa, el que más conoce a las Farc de hoy.

Por otro lado, Luis Carlos Villegas, director de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia – ANDI desde 1996, representa lo que para muchos ha sido el mayor obstáculo para superar atrasos nacionales tan importantes como la democratización de la propiedad rural y la concentración de la riqueza, los empresarios.

El ideario, y las pretensiones, de las Farc son diametralmente opuestas a las del empresariado. Villegas será fundamental a la hora de compaginar las ideas en uno de los puntos más álgidos y controversiales de la agenda: el desarrollo económico y la política agraria.

Tiene todas las capacidades para hacerlo. Estuvo presente en el Caguán, ha estado al interior del Gobierno e incluso, se ha desempeñado como congresista. Los empresarios lo ven con buenos ojos. Una muestra de ello es que su periodo ha sido de más de 15 años en el cargo.

Por su parte, Frank Pearl lleva consigo el espíritu de lo que han sido estos meses de reuniones exploratorias. Muchos le veían “desubicado” en la cartera de Ambiente, pero sus pergaminos para la negociación no pasan por ahí. Conoce la entraña del sector político más reticente a las negociaciones, el del expresidente Uribe. Lo hizo desde los cargos de Consejero para la Reintegración y Alto comisionado para la Paz, por lo cual está capacitado para ver las cosas desde variadas ópticas y ya conoce las posiciones de las Farc.

Sergio Jaramillo ha sido el más cercano al Presidente. Conoce muy bien en lo que Santos está dispuesto a ceder y en lo que no. Ha acompañado su carrera política desde el año 2006 cuando fue nombrado asesor en Derechos Humanos del Ministerio de Defensa. Como Secretario de Seguridad del actual gobierno, es un alfil político con cercanía al plano militar.

Por último, está Humberto de la Calle. Su recorrido por las ramas judicial y ejecutiva, así como su participación en experiencias de paz como la del M-19 y la Corriente de Renovación Socialista, le dan una garantía al equipo de Gobierno. Durante los últimos ocho años ha sido un defensor de la “humanización de la guerra” y la salida política a la misma.

El éxito de este proceso sería el colofón de una carrera plagada de éxitos y de aciertos políticos y éticos, como su deslindamiento del gobierno Samper durante la crisis del “proceso 8000”. Conoce muy bien el mundo político y su sagacidad e influencia en la esfera pública es reconocida por la contraparte.

El equipo guerrillero

A pesar de no haber anunciado la totalidad de su comitiva de negociadores, las Farc van perfilando lo que serán sus posiciones en la mesa. ‘Iván Márquez’, ‘Jesús Santrich’ y, si las autoridades judiciales de EEUU lo permiten, ‘Simón Trinidad’.

Mucho se especuló sobre la reticencia de un sector de la cúpula de las Farc para enfrentar este proceso. Rumores llegaban de La Habana diciendo que Iván Márquez se quería parar de la mesa, que ‘Timochenko’ le apostaba al diálogo pero él no. Sin embargo, su nombramiento como negociador por parte de la guerrilla da cuenta de la estructura monolítica del Secretariado. Las Farc, hacia fuera, nunca se dividen.

Márquez fue fundamental en el desarrollo de los acercamientos para el Intercambio que se vieron interrumpidos por la suspensión de la mediación de Hugo Chávez y Piedad Córdoba, durante el segundo periodo de Uribe. La última imagen pública que se registró de él fue aquella en la que se presentó vestido de civil en el Palacio de Miraflores junto al mandatario venezolano y a la exsenadora.

Es uno de los más fuertes ideólogos de las Farc. No solo por su pertenencia a la UP y el escaño que consiguió en el Congreso de la República en los 80, sino porque, por él, han pasado las decisiones políticas de la guerrilla en episodios como el respaldo a las marchas cocaleras, el proceso de paz en el Caguán y los nimios acercamientos con el gobierno Uribe.

Uno de sus máximos referentes es el presidente venezolano. La posición de Chávez frente a esta oportunidad de Paz es escuchada, seguramente, con mucha atención por el comandante del Bloque Caribe.

Jesús Santrich hace parte del Estado Mayor Central. Es uno de los bastones de Márquez, su principal asesor político. Su figura ha sido mediatizada recientemente, pues participó en los documentales “Becoming a guerrilla girl” (Convirtiéndose en guerrillera) y “Farc: la insurgencia del siglo XXI”, que levantaron mucha ampolla en el gobierno anterior.

Dentro de las filas guerrilleras ha estado a cargo de producir diversos pronunciamientos y materiales audiovisuales que reflejen el pensamiento fariano. Su capacidad discursiva le han dado especial relevancia en las filas guerrilleras y es un conocedor del ámbito político mundial. Las relaciones “diplomáticas” de las Farc con movimientos políticos y sociales del continente han pasado por él.

Por último, Ricardo Palmera, alias ‘Simón Trinidad’ es un símbolo de “dignidad” para las Farc. Actualmente, está preso en Estados Unidos por el envío de 5 kilogramos de cocaína y, sin mayor acervo probatorio, fue vinculado al secuestro de los tres norteamericanos rescatados en la ‘Operación Jaque’.

Pero su extradición no es el único motivo de su importancia simbólica. Estuvo vinculado a la UP y, una vez comenzó el exterminio, tuvo que “subirse al monte”. También, fue protagonista de los diálogos del Caguán como negociador en la materia de su experticia, la economía. Dentro de las filas guerrilleras tiene gran resonancia su historia de amor con “la bellísima Lucero”, como la describió al periodista Jorge Enrique Botero.

Durante los últimos años, fue visitado por Piedad Córdoba, en representación de Colombianos por la Paz. Una foto de ese encuentro es la última imagen que se tiene de él.

Su liberación significaría no solo una oportunidad para que las Farc tengan una representación importante en el tema económico, también para que los EEUU demuestren su apoyo a los diálogos. El reto no es fácil, pues no bastará la ofensiva diplomática que Colombia pueda hacer frente al gobierno Obama, sino que se deberá superar la estricta división de poderes norteamericana.

Si se llegara a dar su participación, las Farc contarían con una persona de extracción urbana, y con conocimientos sobre la forma de pensar de la clase política, que sumaría una visión que ayude a conciliar posiciones cuando se presenten los ineludibles atascos en la negociación.