La información es salud

Un paciente bien informado puede tomar decisiones más certeras sobre sus opciones terapéuticas y lograr una mejoría. El médico, Internet y la prensa son sus principales fuentes. Es bueno saber cómo prevenir y en otros casos, cómo curar.

La información no sólo es poder, como afirmó el filósofo británico sir Francis Bacon, porque permite elegir la más conveniente entre múltiples opciones e incluso adelantarse a los acontecimientos, sino que también puede transformarse en salud, si se la busca y utiliza adecuadamente.

Un ejemplo de esta afirmación surge de un reciente estudio realizado en el Reino Unido por los doctores Rebecca Say, Stephen Robson y Richard Thomson, según el cual la información proporcionada a las mujeres durante el embarazo, parto y postparto, reduce su ansiedad, aumenta su sensación de controlar la situación, de satisfacción y de haber tomado una decisión informada.

Asimismo, de acuerdo a otro trabajo español impulsado por la Universidad Autónoma de Barcelona y liderado por los investigadores Jenny Moix y Josep María Casas, en la preparación para las intervenciones quirúrgicas, la información y el apoyo psicológico ayudan a los pacientes a recuperarse, necesitando menos días de estancia hospitalaria y menos sedantes. Además, las personas informadas tienen menos fiebre y complicaciones tras la cirugía.

Informarse adecuadamente también ayuda a los hombres a tomar mejores decisiones, como demuestra un estudio del Centro Médico de la Universidad de Radboud (Nijmegen, Holanda), según el cual los pacientes con cáncer prostático que reciben información adicional son más propensos a decidir qué tratamiento quieren recibir y son menos proclives a optar por la cirugía para extirpar la glándula.

Más información, mejor trato y una medicina más personalizada son las tres principales reivindicaciones que los pacientes ponen sobre la mesa para que la atención médica que reciben sea mejor.

El paciente satisfecho

Así se desprende del libro “La Satisfacción de los pacientes”, publicado por el Instituto Europeo de Salud y Bienestar Social (IESBS), que recoge la reflexión de 60 personalidades de organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud, la EMEA, presidentes de asociaciones científicas, consejeros de sanidad y defensores de los pacientes.

Según el presidente del IESBS, el doctor Manuel de la Peña, “la información de calidad, oportuna y veraz, es un derecho fundamental que tienen los ciudadanos y es esencial para apoyar su tratamiento. Todos los estudios realizados hasta la fecha arrojan claras evidencias de que los pacientes bien informados consiguen una mayor mejoría que aquellos que no lo están”.

“Al final, el enfermo que recopila más información sobre su trastorno tiene muchos más recursos propios y ajenos para superar el bache en su salud”, subraya el presidente del IESBS.

La principal fuente de información del paciente es el propio médico. ¿Me estoy tratando en el lugar idóneo y con la persona adecuada?. ¿Existe una terapia mejor? ¿Cuáles son los efectos adversos de este fármaco?. ¿Por qué es importante que siga mi tratamiento?.

Muchos pacientes no realizan estas preguntas imprescindibles no sólo por desconocimiento sino por temor a una posible reacción negativa por parte del médico, que puede sentirse molesto, o a que su respuesta los deje más intranquilos que al principio, si no se trata precisamente de “buenas noticias”.

Siempre vale la pena efectuarlas e ir más del allá del qué me pasa, doctor, o del me pondré mejor. Porque hay interrogantes que pueden mostrarnos la gravedad real de la situación, ayudarnos a decidir el tratamiento más eficaz, ahorrarnos complicaciones y molestias, e incluso salvarnos la vida.

En las entrevistas, a veces los médicos olvidan dar información importante a sus enfermos sobre medicamentos o terapias, no detectan las quejas y preocupaciones del paciente, no descubren los problemas psico-sociales que los rodean o no llegan a un acuerdo sobre la naturaleza del problema.

Según la organización estadounidense “Partnership for Clear Health Communication”, PfCHC (Sociedad para la Comunicación Clara sobre Salud), al mejorar el “alfabetismo sanitario” de la persona se puede mejorar su salud, porque, si entiende su problema y tratamiento, es más probable que siga las instrucciones del doctor y mejore más pronto y con menos problemas.

Tres interrogantes fundamentales

Para ello ha identificado las tres preguntas clave que debemos hacer siempre a nuestro médico, enfermera, farmacéutico u otro profesional sanitario, en cada visita, cuando nos preparemos para una prueba o procedimiento médico o nos prescriban un medicamento: ¿cuál es mi mayor problema?, ¿qué tengo que hacer? y ¿por qué es importante para mí hacer esto?.

Si no hemos entendido bien las respuestas que nos han dado o nos queda alguna duda, el PfCHC aconseja pedir que nos repitan la información y explicar que no hemos entendido lo que ellos desean que hagamos, o cuáles son las características de nuestro problema, diciendo: “Esto es nuevo para mí. ¿Puede explicármelo otra vez?. Y también, hay un punto que no me queda claro”.

La otra gran fuente de información médica es La Red, como demuestra un sondeo del portal electrónico especializado ‘Salud.es’, según el cual hasta un 77 por ciento de la población podría consultar sus dolencias en portales especializados en información médica; siendo las web de farmacéuticas, laboratorios y hospitales, en las que más confían.

Según la Biblioteca Nacional de Medicina, de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) de Estados Unidos, “millones de consumidores obtienen información sobre la salud en las revistas, la televisión o en Internet. Parte de la información es confiable y actualizada; otra no lo es”.

“Usted quiere información actual, imparcial, neutral y basada en investigaciones, pero ¿cómo diferenciar la buena información de la mala?”, señalan desde este organismo público.

Si se utiliza Internet, los NIH estadounidenses recomiendan primero considerar la fuente, buscar en la página la opción “acerca de nosotros” y verificar quién está a cargo del sitio: se trata de una dependencia del gobierno, una universidad, una organización para la salud, un hospital o una empresa.

“Enfóquese en la calidad. ¿El sitio tiene un comité editorial?. ¿La información se revisa antes de publicarse? Sea escéptico. Piense que lo que suena demasiado bueno para ser verdad, suele serlo”, aconseja la principal agencia de investigación médica de EE.UU.

Según una encuesta de la empresa “Pfizer”, la Red es la principal fuente de información sobre salud para los internautas, un 80 por ciento de los cuales acude a Internet para buscar informarse sobre temas médicos.

Allí pueden encontrar información que el médico no les ha dado o no han entendido, en un lenguaje comprensible. Pero no todas las web son fiables y pueden desinformarles y confundirles.

Para obtener información segura y avalada, los expertos de “Pfizer” señalan que al recabar información sobre un síntoma o dolencia mediante un buscador de Internet, hay que centrarse en las páginas de organismos oficiales, asociaciones de médicos, defensores de pacientes, laboratorios farmacéuticos o webs de referencia recomendadas por el propio médico, en lugar de divagar por blogs, foros y redes sociales.