La seguridad, una etapa en subida

Hoy el presidente Santos afronta la etapa más dura de su “vuelta a Colombia” en un escenario adverso, Rionegro, muy cerca a Medellín. Es de esta ciudad de donde provienen las más férreas críticas a su gobierno y es un fortín de su opositor, el expresidente Uribe.

No es gratuito que el gobierno nacional haya elegido este escenario de rendición de cuentas para el tema de seguridad. Antioquia es el fortín político de la derecha encarnada en Uribe y es la casa de un sector ganadero e industrial que se ha opuesto abiertamente a cualquier intención de diálogo con la guerrilla y a políticas como la restitución de tierras.

El expresidente Uribe, con su oposición, ha logrado que Santos llegue a la cifra más baja de favorabilidad para un presidente en los últimos 10 años. Con un 47% en la última encuesta de Ipsos Napoleón-Franco, el Presidente sabe que tiene que recomponer el camino, especialmente en seguridad, el “caballito de batalla” del uribismo.

Santos ha repetido en más de una ocasión que el problema de seguridad es una percepción y no una realidad. Sostiene que las cifras le dan la razón y que son el expresidente Uribe y las Farc, los culpables de que los colombianos “sientan” que hay mayor inseguridad. Hoy, percepciones y realidades se someterán al escrutinio.

Las cifras que el Gobierno mostrará, y le favorecen, son las de lucha contra el secuestro y la extorsión e incautaciones y capturas de bandas vinculadas al narcotráfico. Por ejemplo, la reducción del secuestro en un 36%, es incontrovertible.

Respecto a las cifras, el analista Alfredo Rángel sostiene que “El gobierno maneja cifras muy parciales. No ha dicho toda la verdad sobre la seguridad. Las cifras que no revelan, y que demuestran que hay un deterioro en la seguridad, son las de los atentados contra la infraestructura, la industria petrolera, el número de retenes de la guerrilla y los ataques a las FFMM”

A pesar de haber dado los golpes en los que cayeron el ‘Mono Jojoy’ y ‘Alfonso Cano’, o que ha golpeado fuertemente a la estructura financiera de la guerrilla, al gobierno le es muy difícil controvertir el hecho de que las Farc tienen mayor margen de maniobra y control en ciertas zonas. Sin embargo, el analista Jairo Libreros sostiene que eso no es un fenómeno que se le pueda atribuir, exclusivamente, a Santos. “Las Farc entendieron y se adaptaron mucho tiempo antes de la posesión de Santos a la política de Seguridad democrática. El problema del presidente es que no se ha sabido adaptar o interpretar las nuevas formas de actuar de la guerrilla” sostiene.

El desarrollo del conflicto armado es uno de los temas álgidos en materia de seguridad. Mantener la ofensiva contra las Farc por un lado y por otro la vocación para entablar un diálogo con la insurgencia es un juego en el que las dos manos no son fáciles de compaginar.

“El mandato del presidente Santos está supeditado a la política que venía llevando Uribe. No continuarlo de la misma forma implica una ruptura” afirma Libreros. Los 9 millones de votos que alcanzó, pretendían un continuismo en materia de seguridad. Sin embargo, desde 2010, era evidente que había un desgaste de la política de Seguridad democrática y que, mantener la posición de Uribe frente a la guerra, solo la perpetuaría

Los militares y Santos

Mucho se ha especulado sobre la responsabilidad de los altos mandos militares en el deterioro de la seguridad. Dicen que extrañan a Uribe, que el cuento de “las llaves de la paz” no les suena y que no les gusta como funciona el Mindefensa. En consecuencia, estarían mermando los esfuerzos de las tropas para dar resultados positivos. La relación es muy compleja.

“Hay una desconfianza mutua entre Santos y los militares. Primero, el ministerio de Defensa perdió la capacidad de liderar estrategias de seguridad en el conflicto o en los centros urbanos. Segundo, los militares ven con desconfianza el cambio de voluntad política para mantener lo que hizo Uribe. Y, tercero, no es bien vista la decisión de Santos de atomizar las decisiones en materia de seguridad entre 5 o 6 varias dependencias de su Gobierno” explica Jairo Libreros.

Alfredo Rángel, por su parte, dice que “las Fuerzas Militares viven en desconcierto, desazón e incertidumbre por la carencia de decisiones políticas en el tema de la seguridad. Santos no ha tenido una posición consistente sobre el fuero militar, la paz o el narcotráfico”. Y añade que, “Los anuncios sobre un eventual diálogo de paz son muy ambiguos. Los militares tienen ciertas dudas y reservas sobre ese diálogo en medio de una escalada de las acciones guerrilleras. Eso causa una natural desmotivación”

Esa tesis, la del desaliento en las tropas, es de Uribe. Él ha sido quien más ha reclamado cada vez que la guerrilla hostiga un pueblo, hace un retén o pone un petardo. Él mismo se atribuye tener en su voz el sentir de las tropas. Sin embargo, no todos opinan así.

Jairo Libreros dice: “Yo no creo que Uribe tenga un poder claro y conciso sobre el estamento militar. Más bien, todo lo contrario.
Los militares saben que mantener una cercanía con el expresidente va en detrimento de su propia imagen. Hay que recordar que la imagen de Uribe está relacionada con “falsos positivos”, parapolítica y violaciones a los Derechos Humanos”

Alfredo Rángel lo controvierte y sostiene que “El expresidente Uribe para las FFMM es un referente. Sus criterios y opiniones son de obligada consulta para hacerse a una idea cabal de la realidad del país. Eso es así tanto para los militares activos, como para la reserva”

Retos irresueltos

Son dos años los que restan de Gobierno, y los desafíos son varios. Consolidar una política de seguridad urbana que vincule a las distintas fuerzas, plantear una política de paz que sea clara y se articule con el estamento militar, derrotar “las percepciones” y consolidar “la realidad” de la que habla Santos, son algunos de ellos.

Después de que la Seguridad fue el pilar fundamental de un Gobierno que duró ocho años, dos años no son suficientes para quitarle los reflectores a ese problema. La opinión pública venía pensando que el éxito lo militar era el pilar fundamental de un mejor futuro y sopesaba los desaciertos en otras materias. Cambiar esa “percepción” no será fácil.