Son muchos los beneficios físicos, sociales y mentales que les traen a niñas y niños el inicio de la práctica del ballet a temprana edad. La psicóloga Juliana Castilla Tavera, quien desde hace dos años creó Prima Ballerina, un lugar especial para que los pequeños, desde los dos años, puedan expresarse, disfrutar y sentir su pasión por el ballet, nos explica sus principales beneficios:
1. Construye autoconfianza. Con la práctica temprana del ballet los niños y las niñas aprenden a expresarse libremente en un ambiente seguro y al compartir esta experiencia con sus pares empiezan a sentir que pertenecen y a confiar en ellos mismos y en los demás. Además, cuando se suben a un escenario a danzar, pueden enfrentar miedos y vencer la timidez en un momento de su vida en el que es fácil hacerlo, logrando en un futuro disfrutar de un público y ser más espontáneos.
2. Mejora su atención y concentración. A medida que los pequeños van creciendo, también los hacen sus tiempos de atención y concentración en una sola tarea. Así que con la práctica temprana del ballet, a través de las rutinas, juegos y secuencias de movimientos los niños y niñas se motivan, participan en las clases y a s vez ejercitan su memoria.
3. Beneficia su salud. Al bailar los pequeños desde los dos años hacen ejercicio sin darse cuenta ya que disfrutan en su cuerpo der todos los beneficios de realizar una rutina física. La mayor parte de las clases que se dictan a niños y niñas a temprana edad, están basadas en movimientos de motricidad gruesa que mejoran su postura, coordinación y flexibilidad, al tiempo que aumentan su fuerza y tono muscular.
4. Desarrolla habilidades sociales. Para muchos niños y niñas el tomar clases de ballet desde tan temprana edad representa ese primer momento de compartir con otros pares y más adelante ellos mismos van construyendo lazos de amistad muy fuertes y especiales. Durante las sesiones de ballet pueden además desarrollar sus habilidades de comunicación y disciplina, aprender a trabajar en equipo y a cooperar con los demás.
5. Aprecio del arte. Como todo arte el ballet es estético, lo que les da a los pequeños un esquema de lo que es esta disciplina, de la importancia de llegar a tiempo, de vestir un uniforme y llevar un peinado especial. Además, les hace conscientes del espacio en donde entrenan y de la estructura de la clase. Todo lo anterior junto con el movimiento libre, el juego, la música y los instrumentos hacen que se convierta en la mezcla perfecta para que los pequeños desarrollen su creatividad, expresión y consciencia corporal, oído, ritmo y musicalidad.
6. Disciplina con amor. Si se les guía desde muy temprana edad a que los pequeños puedan aceptar, amar y ante todo cuidar siempre sus cuerpos, ellos contarán con las herramientas necesarias para hacerlo y para formarse como seres humanos seguros de sí mismos, conocedores de su talento y de sus limitaciones, con el valor y la capacidad de superarse.
“A todos nos parece adorable ver a una pequeña con hermoso vestido de bailarina. Pero esto va mucho más allá de la atractiva estética con la que soñamos. Es un primer espacio para aprender habilidades básicas y límites que contribuyan a que nuestros niños y niñas se sientan más seguros”, señaló Juliana Castilla, psicóloga de la Universidad de La Sabana; especialista en danza movimiento terapia, UAB, Barcelona y máster en psicología clínica y de la salud, ISEP, Barcelona.