De la misma manera como los seres vivos tienen un ADN que está asignado por la naturaleza y la carga genética que reciben de sus ancestros, determinante de los caracteres biológicos y las particularidades únicas de cada individuo, que influye en el desarrollo biológico y cuyos estudios datan desde 1869 con los descubrimientos del biólogo suizo Johan Friedrich Miescher (1844-1895); existe también un ADN, no asociado con la naturaleza biológica y la carga genética de cada individuo, resultante de la ubicación y la influencia de cada cuerpo celeste al momento del nacimiento de los seres, otros dirán desde el momento de la concepción, que influye en la psiquis humana y en la forma como cada individuo abordará los diferentes eventos de su existencia. Éste es el ADN cósmico, que está supeditado a la astrología y que se constituye en su materia aplicada de estudio.
Para el mundo Occidental y particularmente en las academias racionalistas del Siglo XX y XXI, muchas veces desconectadas de la espiritualidad, la astrología ha sido considerada como la hermana ilegítima de la astronomía; de hecho, se reconoce a la astronomía como una ciencia con todos los ribetes y reconocimientos, mientras que la astrología se estigmatiza como un oficio nada científico, “digno” de “augures” y “adivinos”. Empero, muchos desconocen que la astronomía deviene de la astrología y no al contrario. Si hubo una hermana mayor: Esa fue la astrología. No en vano, grandes astrónomos de la edad media como Tycho Brahe (1546-1601), Galileo Galilei (1564-1642) y Johannes Kepler (1571-1630), entre otros tantos, practicaron la astrología en sus respectivas cortes, y el mismo Nicolás Copérnico (1473-1543) estudió astronomía en la Universidad de Cracovia y luego astrología en la Universidad de Bolonia. En efecto la astrología se aprendía en las universidades de la época a la par de la astronomía, la física, la matemática, la medicina, la teología y el derecho.
La astrología es tan antigua como la misma historia de la humanidad y ha estado presente en todas las civilizaciones. Se dice que el origen de la astrología se remonta a la antigua Mesopotamia. La astrología ha estado presente en todas las culturas: China, himalaya, mongola, india, griega, romana, egipcia, maorí, africana, maya, azteca, muisca e inca. Se atribuye a Alejandro Magno (356-323 a.C.) permitir la propagación de la astrología oriental en Occidente. Desde siempre los seres humanos han mirado a la bóveda celeste para explicar sus vidas y sus orígenes para luego mirar hacia dentro y entender por qué son polvo de estrellas como lo pregonaba el astrónomo escéptico estadounidense Carl Sagan (1934-1996).
La astrología busca desentrañar el ADN cósmico, entendido como la configuración de habilidades psicoemocionales con las que cada individuo está dotado, y sobre cómo, a través de un proceso de toma de conciencia, se pueden gestionar esas habilidades para hacer frente a los desafíos de la existencia personal y colectiva. El llamado destino, toda esa serie de eventos que un individuo deberá enfrentar a lo largo de su existencia terrenal. En otras palabras, cómo por medio de autoconocimiento se puede gestionar ese cúmulo de habilidades, talentos, dones, carencias, zonas grises y sombrías para articularlas desde un ejercicio de la psiquis y desde la espiritualidad en el trinomio pensamiento, emociones y acciones.
Si toda persona fuese consciente de su ADN cósmico y del libreto que le corresponde desempeñar en cada encarnación, habría menos odio, enojo, ignorancia, depresión, envidia, fracaso, crímenes, suicidios, enfermedades e ira. Habría en su lugar seres humanos mejor desarrollados, empáticos, autónomos, emocionalmente inteligentes, autovalidados, exitosos, alegres, plenos y con mayor gusto por la existencia. El ADN cósmico es una realidad, es una manifestación de que lo seres humanos no sólo son seres biológicos y psíquicos, son también seres espirituales conectados con el Todo y con la Nada. Seres cuya existencia no sólo se remota a un plano terrícola, también son hijos de las estrellas. Son lo más maravilloso y perfecto de la creación. Llegará el momento en el que la astrología volverá a ser motivo de enseñanza en las universidades más encopetadas del mundo y será vista como una herramienta transdisciplinaria que unirá lo exterior y lo interior. El ADN también es cósmico.



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