El poder de la aceptación

Por: León Sandoval

Quiero escribir desde el fondo de mi alma para todas aquellas personas que sufren y tienen dudas sobre el futuro. Hay tres grandes campos de preocupación humana que terminan por ser comunes a casi todas las personas: La salud física y mental, el aprovisionamiento y satisfacción de las necesidades materiales, y el relacionamiento emocional para con otras personas. Estos tres espectros sin lugar a duda, pueden constituir fuentes de profundo pesar. Desde mi experiencia personal considero que sí es posible gestionar las propias emociones, algunas veces por sí mismo y en otras con el apoyo de terapeutas capacitados e idóneos, para así restaurar poco a poco cada espacio de aflicción.

Una de las formas para superar la aflicción, la denomino el poder de la aceptación, que, en mi sentir, no es otra cosa que la capacidad natural de cada persona para aceptar que la vida no siempre es como uno quisiera que fuese, si no que la vida es como ella quiere que sea, lo que los antiguos estoicos llamaron amor fati, el amor al destino, por lo tanto, debemos aceptar la vida como es y no como quisiéramos que fuera. Por medio de la aceptación se pueden gestionar mejor las emociones y hacer frente a la realidad que, muchas veces por virulenta que pudiese ser, al final terminará. La vida, y la existencia personal es pasajera, lo importante es el aquí y el ahora.

Cuando acepto que hay situaciones y circunstancias que no van a cambiar, que carece de sentido luchar contra lo que no será, podré canalizar en mejor sentido mis energías y dirigirlas hacía aquello que sí depende de mí; lo que me permitirá redireccionar lo que me hace sufrir o me provoca dolor o nostalgia, verbo y gracia, la condición genética, la presión social, o en el territorio de las relaciones de pareja cuando se ama y se entrega lo mejor, sin que haya reciprocidad. Aprender a vivir en las circunstancias, aceptarlas y aceptarse a uno mismo como parte del aprendizaje de vida, siempre será preferible a sufrir y desdeñar de la “suerte”, entonces, la existencia será más amable.

Cuando no se acepta la realidad el sufrimiento aparece, con el paso de los años he aprendido que no siempre es posible cambiar el mundo, pero lo que sí se puede cambiar de poco a poco es la propia experiencia vital con actitud de excelencia y compromiso. He aprendido también que hay personas que luchan toda una vida por cambiar el mundo y, hay otras que luchan toda una vida para cambiar un mueble o un electrodoméstico, ambas luchas son igualmente válidas y aceptables. Las prioridades, necesidades y urgencias de todas las personas no siempre tienen por qué ser las mismas. Es tan lícito luchar por una sociedad justa, como también lo es luchar por tener el carro de moda o el sofá más cómodo. A estas alturas de mi vida, ya no me afana cambiar mi País y menos el Universo, ese no es mi trabajo hoy, lo que sí me interesa y me apasiona es ser instrumento de bienestar, paz, seguridad y tranquilidad para aquellas personas que cercanamente ingresan a mi vida y deciden hacerme parte de las suyas, lo que constituye parte de mi ejercicio personal de aceptación.

Quiero que mi experiencia vital aunada a los dones que el Universo me ha prestado, estén al servicio de los seres que se puedan beneficiar de ellos. Hoy me intereso por el camino, en este camino sólo quiero sonreír y si he de llorar, lo haré, pero con aceptación y agradecimiento totales, con la conciencia tranquila de que la vida es finita, y yo no seré la excepción.