Un atraco a plena luz del día en la calle 94 con carrera 7 que tiene en cuidados intensivos a una víctima recibió varios disparos, el asesinato a un conductor de SITP por robarle el celular, el lanzamiento de una granada a un local porque el propietario se negó a pagar una extorsión y la aparición de un cuerpo en el siete de agosto son apenas unos pocos hechos que han ocurrido en los últimos días en Bogotá. Actos que no son aislados, sino que responden a un patrón: la gobernanza del crimen operando a través de sus distintos tentáculos.
Según la Defensoría del Pueblo, a través de 19 oficios de consumación y las Alertas Tempranas 010-21 y 005-22, la ciudad se encuentra en riesgo permanente porque bandas delincuenciales están disputando el control de territorios y de economías ilegales en localidades como San Cristóbal, Usme, Ciudad Bolívar, Kennedy y Sumapaz. Aunque el organismo de control lleva más de años haciendo advertencias, la administración ha hecho oídos sordos.
A esto debemos sumar que hay 1.054 del sistema de video vigilancia que están fuera de servicio, la ciudad no cuenta con el pie de fuerza suficiente y lo más importante: la promesa de que la alcaldesa incumplió con la promesa de ser la jefe de la policía. Con certeza, en los últimos tres años y medio, la seguridad tuvo un retroceso de décadas, solo este año van 37 cuerpos encontrados con señales de torura y hasta baleados.
Invito a la adminsitración a la sensatez, en estos seis meses que le quedan tiene que dedicarse a recuperar la seguridad. Los bogotanos estamos cansados de ver que los funcionarios están en modo campaña y dejaron en segundo plano los temas de ciudad.
Lucía Bastidas
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