La semana pasada les contaba que nunca me he sentido más presionada climatológica y socialmente que cuando llegué a Alemania y me explicaron cómo había que hacer el reciclaje de los residuos domésticos. He leído la guía para vagos para salvar el mundo (https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/takeaction/) que propone Naciones Unidas y creo que voy por el buen camino, pero es fácil y muy de sentido común. Miren:
Hasta que me mudé siempre había tenido un solo cubo de basura en mi cocina. Ahí cabía todo. Aquí tengo un cubo en el que no reciclo; para pañales, servilletas sucias, restos de comida… Otro para las latas y los envases de plástico. Otro para hacer compost, con restos de alimentos frescos, posos de café, restos de té y cenizas frías de la chimenea. Otro para el cartón y el papel. Una bolsa para guardar las botellas de plástico y latas que contienen un código en su etiqueta y se pueden llevar a reciclar y te de vuelven 25 céntimos de euro, que previamente te han cobrado. Otra para el vidrio. Otra más para la ropa que se queda pequeña, mantas y ropa de casa que tiene aún vida útil para otros, y en un rincón del jardín acumulo todo aquello que se va rompiendo porque dos veces al año viene un camión del punto limpio y se lo lleva, previa cita, claro.
No sé si ustedes son conscientes del basurero que generan.
Vivo en el campo todo lo que veo son campos de maíz, colza, remolacha y patatas, y casitas de otros vecinos. Tengo tanta agricultura a mano que procuro comprar de proximidad; manzanas del agricultor más cercano, o del vecino de mi amiga María que las tiene deliciosas, leche fresca del ganadero del pueblo. En el súper busco lechugas de Murcia, naranjas y clementinas de Valencia, pepinos holandeses, tomates españoles… Compraría plátanos de Canarias pero me tengo que conformar con las bananas Chiquita,
Creo que hay que ayudar a los comercios que tienes cerca. No sólo porque lo necesitan, viven de ello, ayudas al desarrollo de la zona en la que vives y creas riqueza “inmediata”, además considero que hacen una gran labor en pro del medio ambiente. Cuidan de la tierra, saben sacar de ella el mejor y mayor provecho, cuidan de sus animales e igualmente saben cuidarlos. Pero no soy una purista de la ecología y lo mismo compro en Amazon la novela que no encuentro en la librería , dejando una huella de CO2 bastante grande con mi pedido, que dejo de comprar los huevos clase A, esos que las gallinas que viven tan libres y felices como yo, y los cambio por los de clase C, los de las gallinas que viven un poco más hacinadas. ¿La razón? Los huevos se han convertido en un producto de lujo; la guerra de Ucrania, la gripe aviar y la inflación son las razones que explican el incremento del precio.
Considero que tener por tener, sobre todo ropa, es la actitud más ordinaria de todas. En pandemia inicié un emprendimiento de economía circular, que debido al encarecimiento del transporte he tenido que dejar un poco de lado.
Tal vez el gasto más grande sea el de combustible para la casa y los coches. Tuve un eléctrico. Un Nissan Leaf de primera generación que me generaba cierta ansiedad pues nunca estaba segura de si me alcanzarían los kilómetros para hacer todos los recados o si tendría tiempo para recargar suficientemente la batería para volver a casa. Lo acabamos vendiendo. No estaba preparado para la vida de campo, para hacer más de 100 kilómetros al día sin recargar. Tampoco para la conducción masculina – más rápida que la mía y ya se sabe, a más velocidad, menos autonomía- , ni para el frío, en el segundo invierno había perdido dos rayitas de batería. Fuera. Lo cambiamos por un coche de gasolina y auto gas, siempre verde.
Creo que no me salto casi ninguna de las órdenes de la ONU.
El gobierno alemán ayuda subvencionando cargadores rápidos de uso privado. Si bien hay muchas ayudas del gobierno para renovar las calefacciones y ponerlas más eficientes, no hemos encontrado ninguna empresa que quiera/pueda hacer este proyecto, los alemanes a veces son un bluf, pero esto es otro tema.
En un país rico el gobierno te anima y ayuda a ser ecológico, si ganas la batalla contra la burocracia, les recuerdo que la famosa Agenda 2030 lo tiene como una de las prioridades para el planeta, y a mi me parece la mejor de las ventajas. Pero no puedo mentirles. Creo que Europa es cínica.
Sólo un ejemplo, los coches viejos ¿dónde creen que acaban? Los autos europeos en África, en Europa del este y en Asia. Entre 2015 y 2020 más de 5,6 millones de los coches de segunda mano exportados acabaron en África ( datos de la ONU). Lo sé, paradójico, ¿no? Europa ecológica y contamina a África.
¿Y el clima? Tanta Greta, tanta Agenda, tanto tomate esparcido en los museos, tanta piel pegada a las carreteras, tan eco todo… ¿Para qué? ¿Para quién? ¿A quién afecta más el cambio climático? Al norte, al sur, a todos… ¿Es el norte el abanderado de la causa cuando el sur no puede siquiera pensarla porque aún no ha alcanzado lo básico?
Entiendo que hay que ir cogiendo carrerilla y disminuir las emisiones en pro de proteger y preservar nuestro planeta, que tanta vida nos proporciona. Siempre apostaré por las energías renovables, eficientes, limpias…( les recuerdo que fabricar un Volvo eléctrico- y cualquier eléctrico- contamina un 70% más que su versión en gasolina ), pero no a costa de olvidar lo importante: las personas y el desarrollo de los países de zonas empobrecidas. Porque el clima es importarte, pero las personas, no lo olviden, son la prioridad. Y aún nos queda mucho para alcanzar la ansiada igualdad.