Ante el anuncio del Gobierno de Iván Duque de su decisión de prestar a Avianca la suma de USD370 millones, se generó un gran debate en el que todo tipo de argumentos fueron presentados: desde cuestionamientos sobre la verdadera nacionalidad de la empresa, pasando por los países donde está radicada y tributa, por supuesto los líos judiciales y captura de Germán Efromovich, e incluso, sirvió para recordar las denuncias y conflictos que ha tenido en los últimos años, tales como el abuso en incrementos de tarifas, o la larga y dolorosa huelga de los pilotos en 2017.
Como se ha vuelto costumbre, el Gobierno reaccionó tardíamente, y en vez de exponer los argumentos y análisis técnicos sobre los cuales se tomó la decisión (si es que existen) prefirió el Presidente Duque salir a arrojar cifras sin fundamento o ambiguas, para distraer la atención y confundir a la opinión pública.
Dos argumentos me causan especial preocupación, y a pesar de las confusas explicaciones del Gobierno, las preguntas siguen sobre la mesa:
En primer lugar, el Gobierno argumenta que con este préstamo no solo están salvando a una empresa, sino que está conservando la “seguridad aérea, la conectividad y el turismo del país”. Por supuesto que el argumento es válido, pero no es suficiente. Para disponer de una cantidad tan considerable de recursos públicos, en un manejo transparente de los recursos públicos es necesario revisar también criterios de efectividad y eficiencia, y esto se traduce en preguntas muy precisas y necesarias: ¿el mecanismo más eficiente y eficaz para rescatar la seguridad aérea, la conectividad y el turismo es prestarle a Avianca? ¿No hay otras medidas que, con los mismos recursos económicos, se puedan distribuir de forma diferente y resulten más eficientes y mejor utilizados para el mismo fin nacional?.
Ante esa pregunta sobre la efectividad y eficiencia de la decisión, surgen variadas propuestas: repartir el monto del crédito entre diversas aerolíneas; disponer de recursos para Satena la aerolínea del Estado para cubrir las rutas que Avianca no pueda mantener; flexibilizar barreras de entrada para que otras aerolíneas se hagan cargo de las rutas que abandone Avianca; y un largo etcétera de alternativas que pueden ayudar a encontrar la forma más eficiente y eficaz de lograr el mismo objetivo (garantizar el transporte aéreo y la conectividad del país) pero sin ahondar las profundas fallas e inequidades del mercado del transporte aéreo que es dominado por Avianca, con sus nefastas consecuencias para la libre competencia y los derechos de los ciudadanos.
Precisamente la posición dominante de Avianca, en cuanto a su tamaño y cantidad de rutas que cubre, han permitido que se presenten abusos en las tarifas, y se fijen las condiciones laborales de los pilotos, solo por poner dos ejemplos de las consecuencias nefastas de una posición dominante en un mercado con poca competencia real.Y la gran ironía de toda esta situación es que precisamente esa posición dominante y falta de competencia son las razones por las cuales el gobierno colombiano debe plantearse la necesidad de dar un crédito de rescate de tal magnitud a una sola empresa. En momentos como esta coyuntura es cuando nos debemos dar cuenta de lo costosisima que resulta la falta de competencia real en el mercado (en cualquier mercado). Y resulta muy preocupante y a su vez irónico, que la decisión que está tomando el gobierno de rescatar a una empresa para que no colapse el transporte aéreo, resulta ser un amargo remedio pues es una medida que profundiza aún más las ventajas para Avianca derivadas de un mercado con limitadísima competencia y con altísimas barreras de acceso.
Otras aerolíneas ya han alzado su voz de protesta, por lo que consideran un trato inequitativo, y una intervención preocupante en la libre competencia y el mercado. Ninguna de estas cuestiones han sido aclaradas por el Gobierno nacional.
Y este trato inequitativo me lleva al segundo gran argumento que está sobre la mesa, esperando explicaciones del Gobierno: ¿por qué es posible hacer un préstamo directo a Avianca cuando esa misma alternativa le fue negada de tajo a las micro, pequeña y medianas empresas que también están sufriendo las consecuencias de la pandemia? ¿Por qué a las Mipymes las sometieron al camino tortuoso e infructuoso de tener que pedir las ayudas del gobierno a través de los bancos comerciales, en vez de haberles prestado directamente como ahora se va a hacer con Avianca? La cantidad de empresas y de puestos de trabajo que se están perdiendo por falta de ayudas reales a las Mipymes de este país, va a ser quizás el mayor problema económico y social que nos va a dejar la pandemia. Pero el Gobierno Duque sigue sin resolver estas preguntas, y aunque se les llena la boca anunciando mecanismos de ayuda para las Mipymes, la verdad es que los recursos no han llegado a las empresas. Definitivamente necesitamos menos anuncios, menos show de TV, y más respuestas y explicaciones.
Finalmente, esta es la triste historia de los monopolios y las posiciones dominantes resguardadas por decisiones políticas que mantienen el status quo y profundizan la iniquidad y falta de libre competencia. Hacen falta más voces independientes salvaguardando los intereses de todos los colombianos, no solo los mismos de siempre