El lanzamiento del programa 4G de infraestructura vial marcó un hito para el país, los resultados son evidentes. Liderado por German Vargas Lleras, en su momento, era el cuarto programa de inversión privada en infraestructura pública más grande del mundo. Una vez concluido, en kilómetros per cápita de vías principales Colombia superaría el de Alemania. Se acostumbró al sector constructor a trabajar sin anticipo, al bancario a entender de ingeniería, y al público a saber valorar riesgos. Aún con tropiezos de aprendizaje y retos de pandemia, en abril de 2021 el programa iba en 55,93% de ejecución con $20 billones de inversión adicional prevista este año. Ahora que se piensa en un nuevo programa 5G, hay que liberar a la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI) del sector transporte y permitirle que revolucione otros sectores.
Lo óptimo sería que cada sector desarrollara capacidades propias en estructuración de Alianzas Público Privadas (APP). Por ejemplo, la Agencia de Desarrollo Rural debería estar estructurando las grandes APPs de distritos de riego, pero después de tantos años no han podido salvar el proyecto del Río Ranchería. La Agencia Virgilio Barco debería darle mejor uso al sin número de inmuebles propiedad de la nación, pero los numerosos bienes de la SAE siguen en manos de terceros. Como todo el mundo quiere hacer, nadie hace.
Se necesitan por lo menos 45.000 aulas escolares para la jornada única. El inhumano hacinamiento carcelario requeriría multiplicar por tres los actuales cupos. Para cumplir con estándar OECD, se requieren seis veces más juzgados. La certeza jurídica que ofrece la ANI en proyectos rurales, derrotaría temores de UAF, historial de títulos e invasión de tierras que ha alejado la inversión del campo. Aunque estuviera la plata, no están los proyectos.
No es mala voluntad, las capacidades de estructuración técnica y financiera son difíciles, el conocimiento de gestión contractual aún más. Por esto, lo que ha logrado la ANI en proyectos de gran envergadura, no fue de noche a la mañana. No solo los éxitos sino disputas en tribunales de arbitramiento, licitaciones fallidas y fracasos en cierres financieros que generaron experticia que quedo interiorizada. Esto en contraste con entidades que dicen estructurar pero que contratan caros consultores externos para lograrlo. Cuando ellos se van, se va el conocimiento.
Ahora que comienza una conversación nacional sobre las obras destinadas para 5G, se nota un nuevo acento multimodal en transporte. Un paquete grande aeroportuario más proyectos fluviales y férreos, le restan al histórico acento carreteable. Mientras tanto la próxima generación de las APPs que es en temas inmobiliarios y de transporte urbano no avanza. Plata privada para financiar proyectos de mas de US$100 millones, pero no los hay.
El éxito de la ANI debe ubicarla de manera transversal en el sector Hacienda o Planeación donde pueda estructurar todo tipo de infraestructura, inclusive manejar la gestión contractual y licitatoria de terceros. A falta de recursos hay que ser más innovador para que alcance el presupuesto. La colaboración del capital privado en la creación de bienes públicos puede ayudar mucho. Se esta perdiendo la oportunidad por falta de gestión.