En el artículo hablo de la necesidad e importancia de cada vez apoyar y promover un turismo más amigable con el medio ambiente.
Frase a resaltar: En un mundo en el que cada vez toma más importancia la preservación y recuperación del medio ambiente, nuestra forma de entender y hacer turismo debe cambiar.
Colombia es un país increíble, nuestra historia está conformada en buena parte por anécdotas tristes y sus eventos irreales, una de sus grandes maravillas son sus paisajes y destinos únicos, con solo unas cuantas horas de viaje podemos terminar en zonas completamente distintas, lugares con otro clima, distinta fauna, exquisita cultura o una forma propia de ver al país.
Pienso que de cierta forma tener esta biodiversidad es un regalo, un país en el que a veces parecen abundar más las historias de tristeza, violencia e injusticias, merece tener un paisaje que al mirar al horizonte nos permita olvidar todo lo malo y nos haga creer en un mejor mañana. Otros países no son igual de afortunados. Claro, hay mucho por lo que trabajar y luchar, pero a veces al mirar los paisajes que nos arropan, da la sensación de que las luchas están cerca de llegar a su fin.
En la última década, la preocupación por el calentamiento global, el cuidado de ecosistemas y transición a fuentes de energías renovables ahora componen una parte importante de la agenda de noticias y los temas de conversación.
Se exigen cambios en las actitudes y políticas de las diferentes industrias, el turismo no es la excepción a esta filosofía de prácticas ambientalmente amigable.
El problema es que, en Colombia, a pesar del potencial turístico y la riqueza ambiental que poseemos, buena parte de la industria no ha reconocido o no se ha comprometido con esta nueva visión de un turismo no destructivo. No ha sido capaz de cambiar el chip.
En un mundo en el que cada vez toma más importancia la preservación y recuperación del medio ambiente, nuestra forma de entender y hacer turismo debe cambiar.
Muchas veces los planes de un turismo amigable con el medio ambiente empiezan y terminan con proclamarse ambientalmente responsables y agregar figuras de plantas y similares en folletos y demás publicidad.
Pero bueno, exactamente qué se considera un turismo ambientalmente responsable o ecoturismo, una descripción corta podría ser la de “un viaje responsable a áreas naturales que conservan el medio ambiente, sostiene el bienestar de la población local e implica interpretación y educación”.
Esa definición aparentemente sencilla cambia todo el panorama, debido a que requiere crear una estructura que le apunte a la conservación, eso significa no construir en zonas sensibles o protegidas, como parques naturales, por dar un ejemplo. Y más que eso, crear un plan de negocios basado en el trabajo con las comunidades, trabajar con base a su actividad y capacidad para proteger los recursos naturales, promover la educación y el respeto ambiental, y promover la conservación en turistas y promotores.
Este escenario no les parece muy atractivo para quienes aspiran a desarrollar megaproyectos y hacerse con atractivas utilidades, se puede -no al nivel que desean-, pero no están dispuestos a recorrer y a aprender en ese camino.
Y en este marco muchas veces se ven todos los elementos del problema. Seguimos –o se sigue- pesando que es un asunto opcional, no se es lo suficientemente consiente de la importancia de conservar nuestro entorno y educar sobre su cuidado y apropiación cultural.
Independiente de la situación, siempre va a haber turismo, siempre nos quedaremos en algún bonito hotel con vista al mar, pero cuando estemos allí, podríamos intentar pensar que tan conveniente era construir allí.
El turismo no va a desaparecer, no si se cuida el medioambiente, y mientras esperamos que cada vez se den más iniciativas de ecoturismo y similares, podemos apoyar a las ya existentes y ayudar a crear conciencia.
El problema de no hacerlo, es que corremos el riesgo de que cuando volvamos a esos rincones tan especiales, ya no habrá gran parte de esa magia natural que tenía, se la habremos robado.