El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha anunciado este domingo que se retira de la carrera electoral y ha propuesto a su vicepresidenta, Kamala Harris, como su nominada a liderar al Partido Demócrata en las elecciones de noviembre a la Casa Blanca en un escenario impensable hace solo cuatro semanas.
El agónico rendimiento de un dubitativo, impreciso y debilitado Biden durante el debate del 27 de junio en Atlanta frente a su gran rival, el expresidente Donald Trump, provocó desde ese momento un aluvión de dudas en el seno del partido sobre la capacidad del actual mandatario para derrotar al magnate neoyorquino, que en un mes se ha colocado con tres puntos de ventaja en la media de encuestas nacionales, según ha reflejado este domingo el portal especializado RealClearPolitics.
“Aunque mi intención era buscar la reelección, creo que lo mejor para mi partido, para el país y para mi es renunciar y concentrarme únicamente en cumplir mis funciones como presidente durante lo que queda de mandato”, ha hecho saber Biden en el comienzo de una serie de comunicados publicados en redes sociales y que remacha con la promesa de explicar sus motivos exactos a la nación en un próximo discurso.
No obstante, Biden, a sus 81 años, ha querido reivindicar el que, creía el mandatario, era su gran escudo ante las críticas: los logros prácticos que ha conseguido desde su llegada al poder tras ganar las elecciones de 2020: fortalecimiento económico, rebaja de precio de los medicamentos o la aprobación de la primera ley sobre el control de armas en 30 años.
“Nada de esto lo habría conseguido sin vosotros, el pueblo americano. Hemos superado una pandemia de las que aparecen una vez cada siglo y la peor crisis económica desde la Gran Depresión. Haber servido como vuestro presidente ha sido el mayor honor de mi vida”, ha manifestado.
“Y aunque mi intención era proseguir con la reelección, creo que va en el mejor interés de mi partido y del país que me retire y me centre solamente en cumplir con mis funciones como presidente en lo que me queda de mandato”, ha añadido antes de declarar a Kamala Harris, una “extraordinaria compañera”, como su elegida para recoger la “antorcha” que le pedían pasar sus compañeros de partido; una decisión que no anunció en su comunicado principal, sino que reservó para las redes sociales.
“Mi primera decisión como candidata del partido en 2020 fue elegir a Kamala Harris como mi vicepresidenta. Y ha sido la mejor decisión que he tomado. Hoy quiero ofrecer todo mi apoyo y respaldo para que Kamala sea la candidata de nuestro partido este año. Demócratas: es hora de unirse y vencer a Trump. Vamos allá”, indicó Biden en su cuenta de la red social X, acompañando el mensaje con su vicepresidenta, una candidata de consenso que cuenta ya con el respaldo de buena parte del bloque progresista del partido que hace solo unos días pedía la retirada del presidente.
En retrospectiva, Biden ya comenzó a deslizar la noción de Harris precisamente durante la cumbre de la OTAN, donde reiteró su idea de que nunca la habría elegido como vicepresidenta si no fuera capaz de sucederla en el cargo. No obstante, el presidente lo dejó todavía más claro la semana pasada, en un añadido improvisado durante la convención de la principal organización para la defensa de los derechos civiles en Estados Unidos, la NAACP. “Kamala Harris no solo es una gran vicepresidenta: podría llegar a ser presidenta de Estados Unidos”, manifestó.
Atlanta punto de inflexión
Desde el debate de Atlanta cuatro senadores y más de una veintena de congresistas de su propio partido han pedido a Biden que reconsiderara su decisión de seguir en carrera y apostara en su lugar por “pasar la antorcha” a un nuevo candidato.
El presidente ha acabado capitulando a pesar de esfuerzos como el realizado durante la pasada cumbre de la OTAN en Washington, donde permaneció una hora respondiendo preguntas de los medios en temas complejos de política exterior.
Otra cuestión a tener en cuenta ha sido el rechazo entre destacados mecenas del partido a seguir contribuyendo con fondos a la campaña de Biden, que el mes pasado acabó vaciando el 93 por ciento del dinero recaudado tras destinar casi 50 millones de euros a un aluvión de anuncios publicitarios para cambiar el signo de la opinión pública tras el debate, según cifras recogidas por Bloomberg.
Fuentes próximas a la campaña de Biden ya dejaban entrever a principios de esta semana el comienzo de un período de reflexión que coincidió con el positivo por coronavirus que el presidente estadounidense confirmó el pasado miércoles, en una semana en la que Trump ha terminado por acaparar todo el espacio mediático tras sobrevivir el pasado fin de semana a un intento de asesinato durante un mitin en Pensilvania.
Un nuevo comienzo
Ahora el reloj vuelve a contar de cara a una nueva fecha crucial para el Partido Demócrata como es la Convención Nacional que comienza el 19 de agosto en Chicago (Illinois), el lugar donde debe aparecer el nominado definitivo de la formación política – con Harris ya encabezando todos los pronósticos – e incluso el nombre de quien vaya a acompañarlo como candidato a la Vicepresidencia.
Con las reglas en la mano es un escenario que dista de ser ideal, porque Biden ha ganado todas las elecciones primarias de los últimos meses sin rival alguno y el presidente republicano de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, uno de los responsables más poderosos del partido, no descarta apelar la posibilidad de que los demócratas designen directamente un nuevo candidato que no ha recabado en las urnas el número necesario de delegados para ratificar su nombre.
Sin embargo, expertos políticos de los medios estadounidenses coinciden en señalar que, visto el enorme interés de Trump en que Biden siguiera en carrera, la aparición de un nuevo candidato amenaza con dar otro giro de guion en un momento en que el magnate atraviesa el mejor momento en los sondeos desde el comienzo de la carrera electoral.