Branson, en declaraciones de su vuelo Virgin Galactic el domingo, dijo que el vuelo espacial fue la “experiencia completa de su vida” poco después de que la nave despegó con éxito sobre Nuevo México.
“Ahora estoy mirando hacia un hermoso puerto espacial”, dijo Branson, que está volando junto con dos pilotos y tres empleados de Virgin Galactic. “Felicitaciones a todos por crear un lugar tan hermoso”. (CNBC, Julio 12, 2021)
Bastante publicidad recibió el viaje de Richard Branson al espacio (el comienzo del espacio es a 50 millas de la superficie terrestre), con su compañía Virgin Galactic. Esto abre la puerta a los vuelos espaciales comerciales, y pronto dejaremos de ver a los astronautas como superdotados, para ser simples terrícolas con unas cuentas bancarias enormes (por ahora). Este es el hito.
Con este viaje no se ha roto ninguna barrera científica, pues la NASA ya había hecho lo mismo hace 60 años. Lo realmente importante es que el espacio pasa a ser una meta alcanzable para las personas de a pie, y se puede comenzar a soñar con esto. El único mérito para hacerlo será tener una billetera bien abultada. Pero, incluso eso va a cambiar con el tiempo, (¿acaso montar en avión no era reservado solo para una exclusiva elite?), y todos comenzaremos a hablar de aeropuertos, puertos marítimos y posiblemente ¿puertos espaciales? Con este viaje se abre el espacio a la cotidianidad de la humanidad.
Este viaje ha sido posible gracias no solo a la inventiva de los ingenieros de Virgin, sino a la feroz competencia que tienen con Blue Origin, una compañía que busca hacer lo mismo y que pertenece a Jeff Bezos, quien es el fundador de Amazon. Ambos multimillonarios programaron sus viajes al espacio para este verano boreal, y así mostrar a sus potenciales clientes que el viaje es absolutamente seguro. Lo cual no era necesario pues la lista de espera para comprar tiquetes es bastante extensa.
Pero esto no para ahí. Space X (de otro multimillonario, Elon Musk) tiene su programa para llegar a Marte y establecer una colonia allí. Además de una alianza con la NASA para llevar astronautas a la luna, una asignatura pendiente que tiene la humanidad desde el 20 de julio de 1969.
Tal como ocurrió con los aviones y los automóviles, la apertura del espacio a la humanidad se da gracias a la feroz competencia de la empresa privada. Pero esto se da en un ambiente donde la creatividad y los avances científicos (o de ingeniería en estos casos) se premian por el Estado y el mercado.
Diferente de nuestras republiquetas, donde se premia la inventiva, pero para ver el vacío en la ley y así aprovechar esa ventana de oportunidad para crear grandes emporios empresariales (el vivo vive del bobo – ver historia de Carlos Slim en México), o aún peor, empresas que crecen sobre desplazamientos, masacres e indolencias de los estados (ver la historia de Soquimich, Lan, Entel o Endesa en Chile).
Por eso, no hay que salir ni a defender la empresa privada al modo “Cabalista”, ni a atacarla a lo profesor Castillo de Perú. La empresa privada funciona siempre y cuando tenga reglas claras, un estado fuerte para que las haga cumplir y sepa que sus inversiones tendrán retorno.
Gran ejemplo están dando Branson, Bezos y Musk, pero la lección para Latinoamérica son las condiciones que Estados Unidos ha puesto (o dejado de poner), para que estas empresas florezcan ¡en un sector que ni siquiera esta explorado!