Por Juan Camilo Clavijo Martín
Naciones Unidas ve insuficiente que solo se autoricen 20 camiones de ayuda humanitaria de Egipto a Gaza y la OMS reclama que, entre también combustible, además de agua, medicinas y alimentos. 3.785 personas han muerto en la Franja por los ataques israelíes, según el Ministerio de Sanidad gazatí (El País, octubre 19, 2023).
Y así estamos después 13 días de conflicto (cuando este artículo se escribió): en una crisis humanitaria que obligó a Israel a permitir la entrada de ayuda humanitaria (aunque sea insuficiente según la ONU), en una seguidilla de viajes a medio oriente por parte de líderes internacionales para expresar su apoyo a Israel, con la sombra de la entrada de Irán al conflicto, Hezbollah arreciando sus ataques desde el Líbano, y con protestas alrededor del mundo apoyando tanto a Palestina, como a Israel.
Es clara la importancia de las vidas humanas que se pierden en una guerra de este calibre, pero me quiero centrar en comprender la situación política interna de Israel antes de la guerra, la cual era absolutamente desastrosa para Netanyahu, su gobierno de coalición, y la guerra como una manera de fortalecer su posición (No estoy diciendo, en absoluto, que el gobierno buscó esta guerra adrede).
El pequeño grupo de expertos jurídicos que han estado tratando obstinadamente de encontrar una manera para que la coalición gobernante y la oposición resuelvan sus desacuerdos fundamentales en el camino hacia la reforma constitucional en Israel, antes de que el país se haga trizas, se han dado cuenta de que han estado perdiendo el tiempo con Benjamín Netanyahu. (Haaretz, Julio 24, 2023)
Las reformas que se nombran trataban de debilitar la rama judicial y fortalecer el ejecutivo, y fue por estas que, durante el verano de este año, el país fue sacudido por grandes protestas, lideradas por lo jóvenes. Estas estuvieron a punto de tumbar el gobierno. Obviamente, esto tuvo consecuencias en su favorabilidad.
El primer ministro Benjamín Netanyahu ha recibido un golpe en las encuestas por una ley judicial que su coalición de extrema derecha ha defendido, profundizando una crisis que ha sacudido a los israelíes, ha afectado al ejército, ha golpeado la economía y ha consternado a Washington.
Encuestas publicadas el martes por la noche por dos principales emisoras de noticias israelíes mostraron que, si se celebraran elecciones ahora, el número de escaños ocupados por la coalición gobernante de Netanyahu en la Knesset de 120 escaños caería de 64 a 52 o 53. (Reuters, Julio 26, 2023).
Para entender las reformas, debemos saber que el actual gobierno de Israel es una coalición de extrema derecha, que la forman siete partidos (Likud, Judaísmo Unido de la Torá, Shas, Partido Sionista Religioso, Otzma Yehudit, Noam y Unidad Nacional). ¿Eso que quiere decir?, aquí la respuesta:
La coalición de extrema derecha está dedicada no sólo a garantizar el continuo sometimiento de los palestinos por parte de Israel, sino también a hacer realidad su visión de una sociedad populista y conservadora. Su orientación se manifiesta más claramente en su deseo de reformar el poder judicial, cambiar el equilibrio entre religión y Estado, limitar aún más los derechos de las minorías y dar marcha atrás en otras cuestiones que han sido un sello distintivo de las políticas democráticas liberales. (International Crisis Group, noviembre 8, 2022)
Lo anterior se materializa por medio de acciones como la creación de la Guardia Nacional independiente de la policía y bajo el control directo del ministro de Seguridad Nacional Itamar Ben-Gvir, mientras que los poderes de gobierno en Cisjordania han sido entregados por primera vez a un civil: el ministro Bezalel Smotrich. Estos dos ministros son destacados aliados de la extrema derecha que Netanyahu llevó al gobierno por primera vez después de las elecciones de noviembre de 2022.
En este contexto de rechazo por parte de la sociedad, los lideres de Israel siguieron el manual de todo gobierno sigue, cuando enfrenta baja aprobación y alta posibilidad de caerse. Acudieron a la vieja estrategia de utilizar un factor que unifique al país y fortalezca su posición. En este caso, ese factor fue el ataque terrorista de Hamas. Repito, no estoy diciendo, en absoluto, que el gobierno buscó esta guerra adrede. Pero fue una circunstancia fortuita que sirve a sus intereses.
Hemos sido testigos gracias a redes sociales y medios de comunicación, de la contundencia de la respuesta, las fuertes acciones israelíes que se están realizando en la franja de Gaza (de igual manera, las acciones de Hamas), y el apoyo que este gobierno ha recibido dentro y fuera del país. Pareciera que gozan que una posición fuerte.
Sin embargo, el tiro les salió por la culata:
Nuevas encuestas muestran que los israelíes creen que el ataque de Hamas expuso una “debacle de liderazgo” interna; dos tercios prefieren literalmente a cualquier persona excepto Netanyahu como próximo primer ministro de Israel. Pero, al igual que su gobierno, la visión de los israelíes para la Gaza de posguerra es confusa. (Haaretz, octubre 16, 2023).
Esa debacle en el liderazgo se puede entender con 3 razones: a) en Israel se instaló una falsa sensación de seguridad, b) las demoras del ejército en responder al ataque de Hamas (estaban en su mayoría concentrados cerca a los asentamientos de Cisjordania, donde se concentra la fuerza electoral de la extrema derecha) y c) la seguridad e inteligencia se focalizaron en Cisjordania, y desecharon potenciales movimientos desde Gaza (Nahum Barnea, columnista del periódico Yediot)
A esta debacle de liderazgo, se le suman críticas como las hechas por Gershom Gorenberg, historiador y periodista en el New York times, donde el solo encabezado de su artículo, Netanyahu nos llevo a la catástrofe. Se tiene que ir, o la escrita por el editor del periódico israelí Haaretz, donde su artículo se titula: Netanyahu no podrá escapar de la culpa (ambos artículos octubre 18), evidencian la famélica imagen de Netanyahu al interior de Israel.
En este sentido, se encuentra la posición del pensador israelí Yuval Noab Harari, autor de Sapiens, donde critica a Benjamín Netanyahu, durante una entrevista hecha a Christane Amounpour en octubre 12, en CNN:
Amanpour: Y ahora Ucrania, Polonia y Lituania están luchando por la supervivencia de la democracia para Ucrania y para todos. Así que usted ha escrito un artículo, una columna para el Washington Post, tras lo ocurrido el sábado. Y usted ha hablado de la supervivencia de la democracia, incluso en su propio país, y de que lo que suceda es importante para el resto del mundo. Y dijo: ‘¿Cómo sucedió esto? ¿Cómo desapareció en acción el Estado de Israel? En cierto sentido, los israelíes están pagando el precio de años de arrogancia, durante los cuales nuestros gobiernos y muchos israelíes comunes y corrientes sintieron que éramos mucho más fuertes que los palestinos que simplemente podíamos ignorarlos”. Pero entonces –y por supuesto usted dijo que esto no justifica ninguna atrocidad– también dice que es el peligro del populismo incluso en su propio país.
Noab Harari: Sí, quiero decir, he oído al portavoz del gobierno hablar sobre, el ejército, la inteligencia… Sí, obviamente esto hay que investigarlo. Pero creo que para la mayoría de los israelíes está muy claro que esto es mucho más profundo y prolongado. Hemos tenido un líder populista hombre fuerte, Benjamín Netanyahu, que construyó su carrera dividiendo a la nación contra sí misma durante años, atacando instituciones estatales que se oponían a sus políticas, difundiendo teorías de conspiración y etiquetando a las élites al servicio del país como un Estado profundo de traidores. Y esto, durante muchos años, disminuyó las instituciones básicas del Estado. Y es por eso por lo que ahora el Estado ha faltado en el momento de mayor necesidad de los ciudadanos. Y esto es algo que… la gente en las democracias de todo el mundo debería aprender las lecciones de nuestra tragedia en este sentido. Que si permiten que su país esté dividido consigo mismo hasta tal punto, podría haber que pagar un precio muy alto por ello.
Si bien el conflicto del medio oriente lleva décadas, este nuevo capítulo se enmarca como otro síntoma de la crisis de las democracias liberales del siglo XXI. No es solo Estados Unidos, Hungría, Brasil, o Argentina, quienes eligen, han elegido o están por elegir líderes populistas, que buscan acabar con las instituciones. Es un fenómeno global, que hoy vemos, tiene claras consecuencias internacionales, humanitarias, económicas, sociales, culturales, etc.
Por eso, esta guerra (y como el resto de los sucesos históricos) deben verse como una cadena de decisiones y consecuencias que hacen parte de un guion mucho más grande, y el libreto de este capítulo, puede ser: La endeble democracia se enfrenta a una enrome deuda histórica.